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OBITUARIO

Arlen Specter, verso suelto del Partido Republicano

Famoso por sus ideas centristas,acabó enrolado en las filas demócratas

Fue uno de los últimos republicanos centristas, convertido en demócrata en el abrupto final de su larga carrera. Arlen Specter, político franco y directo, y poco dado a los remilgos, fue un senador crucial durante la nominación de dos jueces del Tribunal Supremo, en la recusación de Bill Clinton por sus aventuras con una becaria y en la aprobación de las primeras medidas reformistas del presidente Barack Obama. Durante el ascenso del movimiento radical del Tea Party fue apartado a una esquina en su partido, y se vio obligado a abandonar el Senado, sin haber cumplido con unas intenciones repetidas a lo largo de su carrera: “Quiero llevar al Partido Republicano al centro”. Falleció el 14 de octubre en Filadelfia, a los 82 años, a causa de un cáncer.

Un voto, a favor del paquete de estímulo económico del presidente Obama, acabó de romper una relación de 44 años con el Partido Republicano. Solo otros dos miembros de su partido votaron con él. A sabiendas de que no ganaría unas primarias, cuando el Tea Party comenzaba a infiltrarse en la vida política de EE UU, anunció que se pasaba al Partido Demócrata. “A medida que el Partido Republicano se va moviendo más y más a la derecha, me encuentro más en conflicto con la filosofía republicana, y más en línea con la filosofía demócrata”, dijo en 2009. Aunque logró el apoyo del propio Obama, acabó perdiendo las primarias demócratas. Así acabó su carrera en el servicio público.

Arlen Specter nació en 1930 en Kansas, en una familia de judíos emigrados de Ucrania. Durante la II Guerra Mundial, su familia se mudó a Pensilvania, el Estado en el que haría carrera política. Doctorado en Derecho por Yale, sirvió en la Fuerza Aérea antes de ganar unas elecciones a fiscal de distrito. Sus lealtades estaban, en aquella época, con el Partido Demócrata, pero para ganar sus primeros comicios, en 1965, se presentó como republicano. Como tal ganó su escaño al Senado en 1980. Cuando lo abandonó, en 2010, era el senador más veterano en la historia de Filadelfia. Y un verso suelto en su partido.

Provocó la ira de los republicanos al oponerse a la confirmación para el Tribunal Supremo del juez Robert Bork, elegido por Ronald Reagan en 1987. Los grupos feministas consideraban que Bork ayudaría a revocar la sentencia que legalizó el aborto en 1973. Specter era un firme defensor del derecho de la mujer a elegir sobre la interrupción del embarazo, y votó contra Bork, que finalmente no logró la plaza.

Acostumbrado a suscitar iras, cuatro años después, Specter enfadó a los demócratas durante otro proceso de confirmación judicial. Al juez Clarence Thomas le había propuesto el presidente George H. W. Bush. Durante el proceso de confirmación en el Senado una excolaboradora suya, Anita Hill, le acusó de agresión sexual. Cuando Hill testificó en el Senado, Specter la sometió a un duro interrogatorio. Finalmente, votó a favor de Thomas, que accedió al Supremo.

En vida no fue Specter alguien muy dado a darle pábulo a acusaciones de índole sexual. En el bochornoso proceso de recusación del presidente Clinton por perjurio y obstrucción a la justicia tras su aventura con Lewinsky, en 1998, el senador rompió filas de nuevo con su partido, al que acusó de poner en marcha un “juicio que es una farsa”. No llegó a votar que Clinton era inocente, pero optó por un “sin pruebas suficientes” que ayudó a exonerar al presidente en el Senado.

Después de una vida dedicada al Senado, Specter abandonó su escaño en 2010 y se dedicó a algo que muy pocos esperaban de él: la comedia. Escribió un último libro de memorias, que tituló Vida entre los caníbales. Y se dedicó a recorrer Estados Unidos con un monólogo en el que repasaba con sorna sus años de servicio público. Contaba anécdotas jocosas de Reagan, de Clinton y de sus compañeros de bancada. “¿Que si sé de comedia?”, solía preguntar. “Claro. Cumplí 30 años en el Senado, y ahí sí que se sabe de comedia”.

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