Donde no hay dioses no hay blasfemia. La blasfemia es hija de la divinidad, una manifestación estrictamente religiosa que refuerza con su transgresión la fuerza de lo sagrado. Castigar la blasfemia es propio de sociedades teocráticas, organizadas según las leyes de los dioses y no de los humanos.
Los violentos que reclaman el honor mancillado de sus profetas o de sus libros o que incluso llegan a asesinar en su nombre ejercen un chantaje intolerable. Este sería el caso si se convirtiera en delito punible la publicación de las viñetas de Mahoma que hizo el diario danés Jyllan Posten en 2005, la difusión en YouTube del infame vídeo californiano sobre Mahoma o la actual campaña satírica sobre el islam de Charlie Hebdo.
Será difícil convencer a los dirigentes de muchos países islámicos donde la blasfemia está ahora castigada penalmente, incluso con la muerte. Obama lo ha intentado con su discurso del martes ante la Asamblea General de Naciones Unidas, aunque es de temer que de poco servirá su pedagogía sobre la libertad de expresión, dirigida a gobiernos y regímenes que sacan réditos de estas prohibiciones en dos direcciones, en el control sobre los medios de comunicación y en el apaciguamiento de los islamistas más radicales y violentos.
Obama ejemplificó el problema con su defensa de la libertad para insultar al presidente de Estados Unidos. El insulto al soberano es una actividad que antaño, cuando era de origen divino, pertenecía también al territorio de la blasfemia y se castigaba severamente. Ahora, en cambio, la libertad de blasfemar contra el jefe del Estado es la garantía de la sociedad libre. Lo mismo hizo una sentencia célebre del Tribunal Supremo con el símbolo máximo de la nación que es la bandera. Esta es la paradoja: quienes estos días queman banderas con las barras y las estrellas a lo largo y ancho del mundo islámico no cometen delito alguno según la jurisprudencia y los códigos estadounidenses.
Todo esto es una discusión medieval, perfectamente al día gracias a la campaña organizada por los poderes religiosos de buen número de países islámicos, que promueven una legislación internacional contra la denominada difamación de la religión. Hasta 2011 estos problemas se dilucidaban sin discusión pública en las mazmorras y comisarías de las dictaduras árabes, pero ahora se debaten en los parlamentos y en las comisiones constitucionales como resultado de la llegada impetuosa de los partidos islamistas al poder, dispuestos a demostrar la verdad de su lema y mito de que el islam es la solución para todo.
El único límite a la libertad de expresión es la incitación a la violencia. No es el caso de las imágenes de Mahoma. Tampoco del humor más o menos grueso e irreverente con el islam o el cristianismo. Ni siquiera es el caso de la zafia producción videográfica utilizada como excusa para una campaña de violencia. Para la jurisprudencia estadounidense no lo es ni siquiera el negacionismo de los crímenes contra la humanidad, a diferencia de lo que sucede en algunos países europeos.
Obama ha trazado las líneas rojas. No las que le pedía Benjamín Netanyahu respecto al arma nuclear iraní, sino otras más importantes, exigidas por las reacciones antiliberales en las democracias árabes. Si las traspasamos, quedarán condonados otros sistemas de censura que se practican en muchos países, como China, en nombre de la estabilidad y para evitar las provocaciones. No hay diversidad cultural que valga respecto a estos valores universales que surgen espontáneamente en todas las civilizaciones, allí donde hay hombres y mujeres que reivindican sus derechos por encima de los dioses y de los mitos.
Comentarios
Y derecho a la irreverencia, como dijo Vargas Llosa en un artículo cuando las viñetas danesas. Y desde luego, ningún derecho a hacernos callar por muchos cuellos que amenacen cortar.
Realmente, el tema es espinoso, si bien estoy de acuerdo con el enfoque del Lluis Bassets. No obstante, quisiera puntualizar que la solución es el equilibrio entre el insulto y la adulación. El insulto extremo conduce al crimen y la humillación, y la adulación extrema conduce a la vanidad y la prepotencia Nadie es mejor ni peor que el otro, simplemente y según el código genético, todos los seres individuales son diferentes, aunque tengan en común ideas, deseos y emociones. Tal es la gama infinita en los tonos del color. El problema básico es la tolerancia sin que esto signifique el vasallaje o la imposición. En asuntos de creencias, por caso, qué diferencia hay entre la idolatría de las antiguas culturas y el culto de iconos en lugares públicos (en los templos católicos) y en lugares privados (los hogares). La diversidad es una realidad universal. Otra cosa es buscar el Si Mismo del Ser Uno.
Dios está por encima de la blasfemia. Es perfecto y omnipotente. A Dios se la suda que se caguen en él.
Pero es a los sacerdotes a los que les preocupa que se pueda dejar de temer a Dios. Pues Dios es su negocio.
Mafó, en efecto, el vocablo "Dios" ha sido convertido en un negocio desde la noche de los tiempos. Y los comerciantes o mercaderes de esa clase de negocio son precisamente los altos clérigos de todas las ideologías religiosas (no confundir con religiosidad), anclados en la sed de sexo, riqueza y poder, y que siempre han disfrazado y disfrazan con una ética a la medida de sus intereses. Tema aparte, te sugiero evitar palabras sacadas de contexto.
Es muy dificil conseguir que los países teocráticos conciban, siquiera, la posibilidad de concebir un mundo con un dios diferente al que se adora, o más todavía, que se admita no creer en ningún dios y que al mismo tiempo ello no sea punible.Occidente, actualmente, a pesar de ser mayoritariamente de confesión cristiana, admite, tolera, permite, la diversidad religiosa , incluso el mismo ateísmo. Esta conquista llevó siglos de guerras, violencia, censuras, persecuciones y cerrazón intelectual. Ësa es una conquista lograda y que bajo ningún concepto se debe renunciar sin admitir una involución regresiva en uno de los valuartes más preciados de nuestra cultura. Las reservas morales de occidentes deben oponerse ferreamente a cualquier intento de retrotraer la conciencia colectiva de nuestras sociedades al siglo XII.
No debemos olvidar que “Libertad de expresión” se extingue si altera el orden o amenaza la existencia del otro.Según Kant “en los juicios estéticos la razón trasciende el entendimiento y experimenta lo sublime (pensamiento de lo incondicionado, de lo absoluto, de lo infinito), que supera el determinismo de las leyes naturales.” En todas estas escenas que presenciamos haces pocos días leemos contradicciones que confunden derechos de libertades como para insultos. Es curioso que en esos países europeos, donde señala el señor Bassets, y donde y se dio la libertad de expresarse, se condena la negación del número de víctimas de ciertos crímenes de lesa humanidad, el más claro ejemplo está en el caso de victimas de los nazis contra europeos de la religión judía. El holocausto es un tabú, no se cuestiona la versión sionista ni es un tema a debatir. Historiadores y pensadores de la talla de Roger Garoudi, David Irving, por mencionar algunos nombres, fueron condenados como racistas y antisemitas por negar el holocausto. Pero por otro lado hace poco la canciller alemana Ángela Merkel impidió, tras una protesta energética de la Iglesia Alemana, la publicación de caricaturas sobre Jesucristo, pero al mismo tiempo condecoró al autor de las caricaturas sobre Mahoma! Tanto el ciudadano norteamericano como el europeo pueden convertir a Jesucristo en una leyenda o en un bailarín en una película musical sin que sea cuestionado por la ley ni llamar la atención del ciudadano occidental de a pie (Jesucristo Superstar, El código Da Vinci). Por el contrario en Alemania es delito señalar a un judío que podría lleva a tres años de cárcel. Igualmente, el antisemitismo es prohibido y condenado en Francia, y aquí siendo los árabes también semitas pero no se incluye bajo este ultraje, sólo es delito si va dirigido hacia el judío y su cultura. Estoy de acuerdo que se respete la libertad de expresión, pero también sepamos que los límites de esta libertad se cortan cuando alcanza los derechos de los demás. Por ejemplo uno no puede salir a la calle desnudo, ni insultar a los demás creyéndose ser protegido por esta libertad. En el Reino Unido no se pude faltar a la reina. En Alemania, Suiza y Polonia no se permite calumniar a los líderes de otras naciones.Así resulta ético y moral que la blasfemia no debería permitirse, y más si es pública. Como no debe serlo la doble vara con que aplicamos las leyes.
Desde finales de 2005 las Caricaturas de Mahoma se han convertido en el centro de una importante controversia política, luego de que el 30 de septiembre del mismo año se publicaran 12 caricaturas satíricas en torno a la figura del profeta Mahoma. Entre ellas, una sugiere que esconde una bomba dentro de su turbante. Los dibujos fueron impresos por el periódico danés de derecha Jylland- Posten como una ilustración satírica que acompañaba un artículo sobre autocensura y libertad de expresión, que comentaba el hecho de que ningún artista se atreve a ilustrar los libros infantiles del autor danés Kare Bluitgen sobre Mahoma a menos que se garantice el anonimato de su trabajo, alegando que tienen miedo a las represalias de musulmanes extremistas, dado que según las creencias islámicas está prohibido representar la figura de Mahoma -aún de forma positiva- pues consideran que puede dar lugar a la idolatría. El periódico sostuvo que los dibujos fueron un ejercicio de libertad de expresión, al igual que el gobierno danés, que declinó dar una disculpa, estimulando la molestia de los musulmanes de Dinamarca. Los países islámicos lo consideraron una provocación, al igual que la Iglesia Católica.
La solución al problema arabe pasa por obligar a los mandamases clérigos e intelectuales a que hagan profundas reformas al islam para eliminar la sarta de barbaridades medievales que contempla y dejarlo como mera religión que siga el que quiera. Que cumpla con los derechos humanos, haya separacion entre Estado y religión. Establezcan una democracia donde impere el Estado de Derecho etc Y terminen de una vez con la tiranía opresión y atermorización medieval Estamos en el siglo XXI señores, ya es hora, ya.
En toda esta polémica acerca de la libertad de expresión, deberíamos recordar, especialmente los que amamos a la libertad sobre todas las cosas, que el límite de la ofensa es muy lábil, a muchos, por ejemplo les indigna que ante cualquier conflicto los musulmanes quemen banderas estadounidenses, que es un símbolo.Ningún cristiano se molestaría porque en Oriente Medio se quemara una biblia, porque el contenido del libro trasciende el conjunto de papeles materiales que le dan forma.Hay infinidad de caricaturas del Papa, incluso de Jesucristo en internet y nadie sale a matar gente por ello.Quienes deben modificar el umbral de tolerancia son los musulmanes, Occidente ya superó esa etapa histórica, toca ahora al islam hacer lo propio....Y algo más, para exigir respeto, primero hay que otorgarlo. ¿Con qué derechos exigen respeto quienes se sienten ofendidos por las caricaturas de Mahoma si en sus propios países, en la mayoría de ellos, se enseña a odiar tanto a cristianos y judíos y practicar otra religión que no sea la musulmana implica riesgo de vida?
Con motivo de la polémica de las caricaturas de un diario danés publiqué en La Rioja este artículo:"¡A callar""El dogma que para Occidente encarna la libertad de expresión, maltratada de antiguo por creencias de toda condición, ha encajado un serio varapalo a cuenta de unas viñetas irreverentes. Los medios de comunicación rompen fronteras físicas, y trituran las espirituales, acabando con el ojos que no veían, corazón que no sentían. En nuestra sociedad del conocimiento nada escapa al escrutinio popular ni tampoco al escarnio. La palabra libre se rebela chocando con la palabra revelada, que, aliñada con unas gotas de ignorancia, un chorretón de cuádruple rasero amén del incesante acoso, vía bélica, revuelven al integrismo islámico, vía fatua, contra el desconsiderado mundo de la prensa y sus banderas. Ignoran los musulmanes el atractivo que esconde para nosotros todo lo prohibido. Ahora más que nunca, la opinión occidental querrá librarse de toda imposición, pero, ¡ojito!, la metedura de pata puede matar. Por su respuesta desproporcionada a una opinión particular, el islamismo se descalifica. Parafraseando a Churchill, pero al revés, podría tildársela como la mejor de las religiones, excluidas todas las demás, con lo que caeríamos en su mismo error, el de enjuiciar al todo por la sinrazón de una parte.Los musulmanes deberían aprender de nuestra religión casera, la cual, tras un cursillo acelerado de 2000 años –no existía Corporación Dermoestética–, ha soltado lastre para salir del limbo, preguntándonos los infieles para cuándo el Purgatorio. Con todo, hablar con libertad y disentir de su Verdad ha dejado un largo reguero de herejes en la hoguera, y todavía hoy laten rescoldos de ceguera por asuntos que rozan la higiene personal. Un cristianismo renovado que soporta estoicamente muchas barrabasadas, cuyos autores se cuidarían mucho de aplicar a credos visitantes. Ya se sabe, donde hay confianza, da asco, un matiz de trato que aprovecha algún articulista de peso, y gafas, para mofarse del valeroso colega, y de paso, eludir su enorme bulto. Algo de razón tiene, aunque la valentía no consiste en tentar la suerte a lo tonto. Meter la cabeza en la boca de un león puede ensayarse con una fiera previamente domada, no con una desacostumbrada a tales usos orales. Ni más ni menos respeto, coherencia vital y miedo a que te dejen la cara como un Cristo. La vida bien vale un mutis.
Hay que defender la Libertad de Opinión en la Expresión de cada cual, sea este con las creencias que tenga como si no tiene. Porque si no nos veremos abocados a una Nueva Inquisición impuesta por unos bárbaros que se sienten eternamente ofendidos por unas expresiones que están siendo alentadas por el lugar en donde se obstenta la Dama Libertad en Occidente. Estos eternos ofendidos se deberían de ofender más por lo que asesinan y matan a personas inocentes, en el caso de los cristianos coptos en Egipto. Es decir, estos bárbaros y salvajes se ofenden porque se creen en definitiva seres superiores a los demás, porque profesan una religare advenediza. Recién llegada. Más cuando sus raices están entroncadas en las dos, la cristiana y la judía. En el fondo son uno materialistas religiosos que intentan imponer sus creencias porque se creen tocados por una iluminación. Cuya luz realmente no luce, porque en el fondo son asesinos y criminales hasta la médula. Cuando se mata en nombre de la religión es fanatismo y genocidio contra el que no piensa igual. ¡No a la Inquisición musulmana!
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