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Los correos de los Asad revelan una vida rutilante

El intercambio epistolar de la pareja retrata una vida occidentalizada de lujos alejada de la revuelta

Asma y Bachar el Asad.
Asma y Bachar el Asad.AP

Bachar el Asad supuestamente mandó correos electrónicos a su esposa con letras de canciones y videoclips mientras ella compraba zapatos y candelabros. Mientras la comunidad internacional luchaba por digerir el episodio más sangriento de la brutal represión en Homs, Bachar el Asad estaba en Damasco escribiendo un mensaje electrónico privado a su mujer, según revela una copia de lo que parecen ser mensajes de la pareja presidencial siria obtenidos por The Guardian.

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Era febrero de 2012 y la víspera la artillería del presidente había golpeado a la ciudad rebelde como nunca antes, matando a varios cientos de civiles y volando un hospital improvisado, según activistas de la oposición. En la capital, las fuerzas gubernamentales eran acusadas de matar a una docena de personas durante un funeral. El Consejo de Seguridad de la ONU estaba diseñando planes para actuar contra la dictadura.

Pero el e-mail de El Asad, utilizando el seudónimo Sam, no refleja ni los sangrientos disturbios ni las dificultades diplomáticas a las que se enfrentaba su país. En un extraño mensaje, aparentemente del líder sirio, este envía a su mujer las letras de las canciones de un cantante country estadounidense llamada Blake Shelton y el archivo de sonido descargado de iTunes.

Lleno de autocompasión, el mensaje parece mostrar una vida aislada, cargada de negación con que El Asad, su familia y su círculo íntimo gobiernan mientras el país estalla a su alrededor. La primera estrofa dice: “Camino con dolor de corazón, estoy hecho un desastre, la persona que he sido últimamente no es quien quiero ser”.

El mensaje es uno de las docenas que figuran en un disco duro que activistas sirios aseguran que son mensajes de las cuentas de correo electrónico de El Asad y su mujer, Asma, y que muestran cómo el clan El Asad disfruta de un estilo de vida rutilante, aislado de la carnicería que se produce a su alrededor.

Los e-mails muestran cómo decenas de miles de dólares han sido gastados en compras por Internet de artículos de diversión y productos hechos a mano de boutiques de Londres. Decenas de miles más han sido derrochados en joyería con incrustaciones de oro y gemas, candelabros, cortinas caras y pinturas que debían ser enviadas a Oriente Próximo. Mientras el país estaba convulsionado por la represión de El Asad contra la disidencia, su círculo íntimo estaba preocupado por la posibilidad de conseguir una copia de Harry Potter y las Reliquias de la Muerte II o un nuevo utensilio para cocinar una fondue de chocolate.

Los detalles del alto nivel de vida de los Asad probablemente enfurecerán a muchos sirios que han tenido que lidiar con escaseces y otras dificultades en las zonas del país golpeadas por el conflicto. La rabia hacia la riqueza y derroche de las familias de los dirigentes ha sido una característica común de las revoluciones de Túnez, Egipto y Libia.

El 19 de julio de 2011, Asma el Asad estaba supuestamente encargando a su prima Amal joyería fabricada por un pequeño taller de París. Pidió cuatro collares. “Uno turquesa con diamantes y oro amarillo y un pequeño empedrado en un lado”. También cornalina, “ónice totalmente negro” y una amatista “con diamantes y oro blanco” o un diseño similar. Amal respondía que “lanzaría” la orden a mediados de agosto para que estuviera hecho “para mediados de septiembre”. El 23 de julio de 2011 Asma decía que no le importaba el retraso y añadía con autodesaprobación. “No tengo ni idea de cuándo llegará la joyería fina”. Firmaba “AAA” con un “besos para los dos y no os preocupéis, estamos bien”.

Otros artículos que despertaron la fantasía de la primera dama siria incluían un jarrón valorado en 2.650 libras esterlinas (unos 4.600 euros). El 17 de junio de 2011 envío detalles a la familia de un colaborador que vive en Londres, Suleiman Maruf, y añadía: “Porfi, puede ver Abdulá si esto se puede pedir a Harrod's [grandes almacenes británicos] ahora mismo hay rebajas”. Maruf respondía con buenas noticias: “Lo compró y consiguió un 15% de descuento. La entrega en 10 semanas”. Y añadía: “Hoy deberías recibir un encendedor de Armani. Si necesitas algo más, por favor, házmelo saber”.

Aparentemente, la primera dama siria exigía la devolución de los impuestos en los artículos de lujo que compraba y enviaba a Damasco. Los correos enviados desde su cuenta personal hablan sobre una mesa de salón que tenía algún defecto. La tienda y la primera dama intercambiaron más de 50 mensajes sobre esta compra.

Asma el Asad compartía sus gustos con sus amigos, según un mensaje titulado "Los Christian Louboutin llegarán pronto". El 3 de febrero de 2012, mientras navegaba en Internet en busca de zapatos de diseño, compartió con sus amigos sus hallazgos, incluyendo un par de zapatos con tacones de 16 centímetros con un valor de 3.795 libras (casi 5.000 euros). Preguntó: “¿Hay algo que te llame la atención? Estos pares no están hechos para todo el mundo”. Un amigo le respondió: “Desafortunadamente, no creo que te sean muy útiles en el futuro cercano”.

Algunos mensajes advertían del aislamiento de la familia El Asad mientras la violencia en Siria recrudecía. Un consejero, Lamis Omar, afirma que la desconexión podría ser peligrosa y envió a Bachar el Asad el enlace de un artículo de la revista norteamericana Business Week en que describía la vida del presidente de Siria como “en una burbuja”.

Los correos de la primera dama siria tienen la rúbrica “AAA” y también utilizaba el seudónimo “Alia Kalayi”. Así se ponía en contacto con tiendas en Londres y París. En julio, Alia ordenó un juego de candelabros, mesas y adornos por un valor de 10.000 libras esterlinas (unos 12.000 euros), que fueron enviados desde París a una compañía en Dubai. En noviembre, mientras las protestas continuaban, un marchante de arte recibió un mensaje de la misma cuenta preguntándole sobre el precio de obras entre 5.000 y 35.000 libras esterlinas (6.000 y 42.000 euros). A finales de enero, Alia descubrió que un par de mesitas de noche, enviadas desde un a tienda londinense, no eran las que había encargado. Se quejó de que “tenían distintos acabados y color [a los que había ordenado]".

En Reino Unido, los comerciantes dijeron que no sabían que la mujer con la que habían mantenido contacto era, en efecto, la primera dama siria. Tony Carpenter, que lleva una tienda de muebles en Billingshurts, Wets Sussex (al sur de Londres) le vendió a Alia una mesa de diseño de Baxter Gilbert en noviembre. La mesa costó 6.257 libras (7.500 euros). “No tenía ni idea”, dice Carpenter. “Me dio una dirección en Londres. Los muebles fueron enviados a Dubái. Supongo que de ahí los enviaron allí [a Siria]”.

Carpenter añadió: “Ella era una mujer muy agradable. Hablé con ella una o dos veces, aunque la mayoría del contacto era a través del correo electrónico. Ella pagaba con bastante puntualidad”.

Las compras no siempre eran artículos de lujo y, en algunas ocasiones, dejaban entrever las dificultades que atravesaba la familia. El 30 de noviembre, mientras manifestantes protestaban en Aleppo, Hama, Damasco y Deraa, Asma el Asad envió a su esposo enlaces a páginas que vendían trajes anti-balas, entre ellos una americana de una tienda especializada en seguridad.

Bachar el Asad mantuvo un toque personal y cariñoso en los correos electrónicos que enviaba a su mujer a través de las cuentas falsas. En uno de los mensajes muestra una actitud poco seria hacia la promesa de reformas que había hecho al inicio de las protestas. Cuando su mujer le envió un mensaje en julio en que le decía que estaría libre a las 5 de la tarde, El Asad respondió: “Que me digas dónde estarás es la mejor reforma que cualquier país puede tener. Esa reforma sí que hay que hacerla y no todas esas tonterías de leyes de partido, elecciones, libertad de medios de comunicación”.

En algunas ocasiones, él buscaba en Internet vídeos que compartía. En una ocasión envió a su esposa un clip del programa estadounidense America’s got talent de un hombre partiéndose en dos dejando maravillados a los jueces: David Hasselhoff, Sharon Osbourne y Piers Morgan.

Los correos también muestran una relación bajo mucho estrés. A finales de diciembre, la primera dama siria envió un mensaje a su marido que solamente decía: “Si somos fuertes juntos, superaremos esto juntos. Te quiero”.

Los mensajes de Bachar el Asad revelan sus miedos interiores y sus sospechas. El 16 de octubre, mientras que la comisionada de Naciones Unidas, Navi Pillay, hizo un llamamiento internacional para evitar una “guerra civil” en Siria, El Asad envió desde su iPad un artículo en el que alegaba que el embajador de Estados Unidos en Siria, Robert Ford, había “reclutado escuadrones de la muerte vinculados con Al Qaeda desde Afganistán, Irak, Yemen y Chechenia para pelear contra el régimen sirio”. También, el 23 de julio, envió otro correo a su esposa en el que describe a Rupert Murdoch y a un ciudadano israelí como “emisarios de Satanás”.

Los e-mails también reflejan el ambiente en el círculo interno de los Asad, que comparten chistes, vídeos y recortes de prensa sobre la crisis siria con el presidente, en un tono generalmente informal. La mayoría de sus ayudantes son mujeres y se refieren a él como “Señor” o “Su excelencia” y, hasta en una ocasión, en una nota que se suponía no debía llegar a sus ojos, como “el tipo”.

Sheherazad Jaafari, la hija del embajador sirio ante las Naciones Unidas, Bachar Jaafari, asumió el papel de consejera de medios y fue la que organizó la entrevista que Bachar el Asad concedió a la cadena estadounidense ABC. En otra ocasión, envió al presidente una foto de Nicolas Sarkozy de pie sobre una caja de zapatos al lado del expresidente George W. Bush, con el asunto “¡Divertido!”.

Hadeel al –Ali, otro consejero, describió la reacción de un grupo de sus amigos al discurso que el presidente sirio dio en enero. Afirmó que Bachar el Asad les había impresionado como si fuera una estrella de pop. “¡Lo queremos taaaaaaaaaaaaanto! Estamos tan orgullosos de él, de su fuerza, su sabiduría, su carisma y, por supuesto, su elegancia”.

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