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Merkel en campaña

Puede ser desesperación, como dice Der Spiegel, pero puede ser algo de más difícil comprensión, y es que Merkel se haya creído su eslogan de que la política europea es política interior alemana. Lo dijo en Davos y lo repitió al día siguiente en la entrevista que dio a este periódico. La idea de que la Unión Europea es el terreno de juego de las instituciones alemanas sería muy bella si funcionara como una ley generalizable a todos los socios y no como el principio de uno para uno mismo, Alemania. Ahora mismo significa que el Bundestag, el Bundesverfassungsgericht y el Bundesregierung (parlamento, tribunal y gobierno) se sitúan en la práctica por encima de los parlamentos, tribunales y gobiernos de cada uno de los países socios, al menos los del euro, y por encima también del parlamento, el tribunal y la comisión europeos. Unos, los socios, pierden soberanía; otro no alcanza a tenerla, la Unión; y Alemania la expande. Se entiende perfectamente, aun sin estar de acuerdo, que un movimiento de este tipo sea el que facilite el portazo a Cameron y a cualquiera, Chequia por ejemplo.

Respecto a la eficacia de la campaña, hay que decir que un programa compuesto de austeridad y de entrega de soberanía a Alemania, en vez de crecimiento y entrega de soberanía a una Unión equilibrada, gobernada y sin directorios, es la vía más segura para el fracaso. Sarkozy lo tiene mal, pero si Merkel insiste puede tenerlo peor. Habrá que ver luego si una campaña francesa con malos resultados se convierte en un lastre para la campaña alemana de 2013. En cuestión de campañas electorales, la mezcla de géneros y la confusión de niveles suelen producir efectos perversos. Cada uno tiene que ganar la suya y estar preparado para pactar luego con quien gane en las otras. Convertir la política europea en política interior alemana destruye además una regla que ha funcionado de maravilla en las relaciones bilaterales intraeuropeas, como es que los colores distintos liguen mejor que las cartas del mismo palo. Y nos hace temer que los social cristianos alemanes quieran ganar a partir de ahora todas las elecciones que se celebren en Europa. Una pretensión tan absurda debería levantar los ánimos decaídos de toda la socialdemocracia europea.

Comentarios

Cuando los ratones se volvieron una plaga insostenible, llegó el flautista de Hamelín que los sacó de sus ratoneras y así liberar a sus moradores. Donde pone ratones poner pueblos derrochadores y donde pone el flautista poner la flautista, en este caso de Hamburgo. Y los moradores quedaremos libres de esa peste, salvo que no se pague. Y ahí entramos nosotros. ¿Nos convendrá ser agradecidos con nuestra salvadora o casi mejor que vuelvan los ratones de siempre?
Qué nos deparará el futuro, aparte de paro, pobreza y desigualdad rampantes. Alemania parece que busca, una vez más, su espacio vital, bien que sin anexiones traumáticas como antaño. Todos para una y una para sí misma, como bien dice el articulista. Y añadiría, para sí misma y pasando por encima de todos. Un toque de humillación. Dice la flautista frustrada, musicalmente hablando, que concibe Europa como una orquesta, digamos que transversal, en la que cada país miembro participa en cada una de las secciones instrumentales. Con todos mis respetos, pero si somos los que tocan el triángulo, nos ha tocado. No puede haber veintisiete primeros violinistas, y mucho menos veintisiete directores. De todas maneras, ya le recordaremos su humildad cuando nos pegue con la varita mágica, que no es otra que la misma varita con agujeros que toca para sacarnos nuestras soberanías y engordar la suya.
¡Pero qué manía tiene algunos con el derroche de los pueblos "del Sur", ahora ratoniles! ¿Cuanto ha costado la reunificación alemana? ¿Cuanto la reconstrucción de Berlín como capital? ¿Cuanto nos ha costado mantener los tipos bajos para que a Alemania le fuera bien? Socios de un proyecto común en igualdad, para el beneficio y el perjuicio. Y el estado de bienestar por delante como bien que hay que proteger. Por cierto, ¿alguien me puede decir cual sería la tasa de paro de Alemania si se incorporaran a ella esos miniempleos de los que tanto se habla?
¿Cuál es la solución a este mejunje europeo, que nació para unir a diferentes y puede acabar como el rosario de la Aurora si algunos no se dejan abducir por el diferente mayor del continente, un primus inter pares de tres pares de t...?
Me acabo de enterar de que hay acuerdo, a falta de confirmación de los partidos, entre Grecia y la troika comunitaria para desatascar el rescate. Mañana, rogativas. Y el pueblo heleno, quemando banderas de Alemania. Reproches, reproches, me recuerdan a la actitud de Arantxa Sánchez Vicario con sus padres, que ahora les culpa de que la hayan dejado sin un chavo. Como si ella no tuviera algo de culpa en todo el asunto. Qué fácil es culpar a los demás de las faltas propias. Los griegos hoy se sienten víctimas pero deberían acordarse de los tiempos en que no miraban atrás. Las deudas del pasado son ahora los espectros de su presente. Y tras la digestión, la helenez.
Vaya, parece que tenemos nuevo formato para la sección de opinión. Enhorabuena. Y de verde césped. Verde que te quiero verde. Lo peor es que se pierden las votaciones. Ya no será lo mismo mandar cartas al director. Y es que a la ilusión de publicar una carta se unía la emoción de la votación. Hace poco una carta llegó a los dieciocho mil o diecinueve mil votos. No sé si habrá habido alguna otra pieza tan valorada. Y tras este paréntesis metaopinativo, a otra cosa.
Patente de corso, patente de ruso. Bachar el Asad se sirve de la segunda. A ver si Merkel, la presidenta europea, se muestra inflexible, y lo mismo que exige austeridad para el dinero a sus socios, pide austeridad para el asesinato al régimen sirio. El detentatario, más que mandatario, sirio derrocha sangre de su pueblo, un pueblo al que no hay forma de rescatar. Al final, como en la vida, la salud democrática es lo más importante, bastante más que la económica. Cuando comparas tragedias como la siria y la griega te das cuenta de ello. Otra cosa es saber en cuántos casos no se empezará por la pérdida de la solvencia y se acaba perdiendo la soberanía.

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