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La oposición se organiza para la próxima protesta

Pilar Bonet

Vasili Maksimov/Ridus.ru

En vísperas de los comicios presidenciales del 4 de marzo, la oposición al régimen de Vladímir Putin se estructura para controlar las urnas y reivindicar la reforma política. El martes, los organizadores de los dos grandes mítines de diciembre constituyeron una plataforma común antes de la tercera convocatoria masiva en la calle, prevista para el 4 de febrero. La plataforma fue bautizada como “Movimiento Ciudadano” a secas, por votación de la mayoría de los reunidos, que descartaron términos como “resistencia” o “protesta”.

Los activistas, unas doscientas personas de distintas tendencias, llenaron de bote en bote un estudio con aspecto de sala de máquinas que les fue cedido por la Televisión Pública en Internet. Esta entidad, que trasmite debates y programas de educación política en la red, comenzó a existir en diciembre de 2011 bajo la dirección del ex secretario de la Unión de Periodistas, Igor Yakovenko. Se financia con contribuciones particulares y entre sus fundadores están el ajedrecista Gari Kaspárov y el escritor satírico Víctor Shenderóvich.

La reunión fundacional de “Movimiento Ciudadano”, evocaba los clubes de discusión de los años ochenta del pasado siglo, durante la Perestroika, pero, a diferencia de aquellos debates semiclandestinos para iniciados, éste era trasmitido en directo en la red. Ya antes, la Televisión Pública en Internet emitió en directo los mítines de la plaza Bolótnaya y de la avenida Sájarov, así como otros actos a favor de unas “elecciones limpias”. El proyecto de televisión pública vía Internet (a falta de un canal televisivo clásico) es uno de esos fenómenos de los nuevos tiempos en Rusia, una iniciativa de quienes se han cansado de esperar que el Estado cree, tal como ha prometido, el marco de una auténtica televisión pública y deje de emplear los canales estatales para “convertir en zombies” a los ciudadanos. Yakovénko dice haber vivido siete intentos fallidos de crear una televisión pública en Rusia.

A la reunión del martes, dirigida por el diputado Igor Ponomariov, un diputado de Rusia Justa, asistían Serguéi Udalzov, del Frente de Izquierdas, que pasó varias semanas en prisión tras ser detenido en diciembre, la ecologista Yevguenia Chírikova y también delegados del Partido Comunista, que ha superado sus prevenciones iniciales al primer mitin postelectoral, en el que los comunistas participaron como observadores, delegados o a título particular, y se ha unido a la protesta en la calle con todo su peso político.

Boris Nemtsov, el ex vicejefe de Gobierno ruso que el lunes se reunió con el ex ministro de Finanzas, Alexéi Kudrin, informó que éste había fracasado en el intento de propiciar conversaciones entre la oposición y el Kremlin. A las reivindicaciones de los mítines de diciembre (liberación presos políticos, anulación de las elecciones falsificadas, cese del jefe de la comisión electoral central y nuevas elecciones) se suman ahora otras, como el recorte de los poderes del presidente en beneficio del parlamento, el aumento de las funciones de control del Legislativo sobre el Ejecutivo, la limitación de los mandatos electorales del presidente y también más federalismo y una redistribución de impuestos más favorable a las regiones. En lugar de las propuestas de enmiendas legislativas aisladas, aumentan los rusos críticos e ilustrados que piden convocar una asamblea constituyente para reformar a fondo la carta magna rusa de 1993. A diferencia de la Liga de los Electores, formada el lunes por personalidades de la cultura, el Movimiento Cívico está integrado por activistas políticos de cinco “sectores” (liberales, de izquierda, patrióticos, demócratas en general y movimientos sociales) así como 30 personas votadas en Internet.

La oposición, escéptica ante las cámaras que el gobierno ha manado instalar en los colegios electorales, pide voluntarios para controlar las urnas y no está dispuesta a ponérselo fácil a Putin.

Vasili Maksimov/Ridus.ru

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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