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El escándalo de corrupción del presidente alemán salpica a Merkel

La canciller elude la polémica sobre Christian Wulff, a quien aupó a la presidencia El político amenazó al diario 'Bild' para que no publicase detalles sobre un crédito ventajoso que recibió de un empresario

El presidente alemán, Christian Wulff, el pasado diciembre en el palacio de Bellevue, en Berlín.
El presidente alemán, Christian Wulff, el pasado diciembre en el palacio de Bellevue, en Berlín.MICHAEL KAPPELER (EFE)

El invierno berlinés está siendo suave, pero implacable con el presidente federal alemán, Christian Wulff. De su palacio en Bellevue sale un aire gélido de crisis que se cuela por todas las rendijas de la cercana Cancillería, donde Angela Merkel decidió encumbrarlo a la jefatura del Estado en 2010. El presidente lleva casi un mes en el foco del escándalo por un crédito ventajoso con el que adquirió una casa en 2008. El diario sensacionalista Bild lo destapó en diciembre. Wulff gestionó mal el inicio de la crisis y tardó casi dos semanas en dar explicaciones. Estos días se ha revelado que, el 12 de diciembre, amenazó por teléfono al director del Bild, Kai Diekmann, para que no publicara detalles del crédito. Incauto, furioso o seguramente ambas cosas, Wulff dejó sus amenazas grabadas en el buzón de voz del móvil de Diekmann. Ayer se supo que hizo más llamadas a los despachos de Springer, editora del citado diario. Una injerencia en la libertad de expresión que lo ha colocado como blanco de ataques en todos los frentes.

Para hacer presidente a su compañero de la Unión Demócrata Cristiana (CDU) en 2010, Merkel tuvo que superar tres agónicas rondas de votaciones en la Asamblea Federal que arrojaron dudas sobre su liderazgo en el centro-derecha alemán. Según la presión sobre Wulff va creciendo hasta el borde de lo políticamente soportable, la amenaza de una nueva dimisión en la más alta institución del Estado —sería la segunda en una sola legislatura, después de que en 2010 dejara por sorpresa la presidencia Horst Köhler— plantea un serio problema a la canciller. Ese año, los socialdemócratas presentaron como candidato a la presidencia a un opositor al régimen de la República Democrática Alemana llamado Joachim Gauck, considerablemente más popular que Wulff. Merkel no cedió y logró imponer al democristiano.

La presidencia federal es un cargo representativo sin responsabilidades de Gobierno, comparable al rey de una monarquía parlamentaria. Tanto más importante es que observe un comportamiento ejemplar. Para muchos alemanes, el escándalo del crédito y las inusitadas coacciones de Wulff lo inhabilitan para el cargo. Pero su salida le complicaría mucho las cosas a la canciller. De momento, ambos callan.

Cuando llamó al jefe del Bild en pleno viaje oficial por el golfo Pérsico, en diciembre, Wulff le advirtió de que la publicación de cierta “historia increíble” significaría “el cruce del Rubicón” para él y para su esposa, Bettina. Una declaración de guerra en toda regla que quedó inmortalizada en el buzón de voz de Diekmann. El día 13, Bild publicó que Wulff había obtenido un crédito privado en condiciones particularmente ventajosas y no lo había mencionado ante el Parlamento de Baja Sajonia en 2008, cuando era primer ministro de esa región. Desatado ya el escándalo y amplificado por la sequía informativa previa a la Navidad, un popular presentador alemán preguntó a uno de los directores del Bild si “guardan en el cajón informaciones sobre la vida anterior” de Bettina Wulff, de soltera Körner. Bild lo niega. Pero solo el planteamiento de la pregunta, en horario de máxima audiencia, dejó estupefactos a millones de espectadores.

Wulff dejó sus amenazas grabadas en el buzón del móvil del director del periódico sensacionalista

Comparada con la británica, la prensa alemana es muy respetuosa con la vida privada de sus políticos. El Bild tiene enorme influencia y siempre fue un buen aliado del democristiano Wulff. Resulta un enigma cómo llegaron a tal grado de tensión. Mientras crecen las especulaciones y los rumores, al presidente cada vez le quedan menos amigos fuera de las salas barrocas del palacio que comparte con su segunda esposa, Bettina, 15 años más joven. Y queda otra duda: ¿Intentó Bild obtener algún trato a cambio de reservarse información?

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