Encapsular el escándalo
La infección que empezó en Londres amenaza al entero imperio mundial de News Corporation. Por eso hay que encapsularla, convertirla en un caso excepcional que se ha producido únicamente en un tabloide británico ya desaparecido como News of The World. Quienes hayan sido los responsables del desaguisado, más de diez directivos y cuadros del imperio, deberán pagar por sus pecados, pero es imprescindible establecer un cordón sanitario que impida la extensión de la enfermedad contagiosa.
La velocidad con que se extiende la purulencia es mucho mayor que la capacidad de Murdoch y los suyos para establecer planes para cortarla. Scotland Yard se halla ya bajo los focos, después de las dos dimisiones de sendos jefes por sus responsabilidades en el escándalo: o no investigaron o miraron a otra parte cuando había que investigar, fruto de las relaciones excesivamente estrechas, contraprestaciones incluidas, entre el imperio y la policía metropolitana.
También se halla bajo los focos Downing Street. Los primeros ministros han rendido vasallaje a Murdoch, que sin ser rey ha sido hacedor de reyes. Sin Murdoch no habría Tony Blair y quizás habría habido Gordon Brown. Sin Murdoch no habría tampoco David Cameron. El poder excesivo siempre se termina pagando, sobre todo si la democracia, que es limitación de poder, sigue existiendo: no puede haber dudas al respecto sobre la británica.
Pero donde se juega el futuro del imperio es en sus medios de comunicación americanos, en Fox News y en The Wall Street Journal. Extender una protección a su alrededor es la tarea que ahora tienen encomendados sus directivos. El editor y presidente de Dow Jones, la compañía que edita WSJ, Les Hinton, dimitió preventivamente la pasada semana para evitar precisamente la contaminación. Era el presidente de una compañía subsidiaria de News Corporation dedicada a editar News of The World en los años en que se produjeron las escuchas y tiene por tanto responsabilidades y explicaciones que dar.
Ahora la prensa seria del imperio, sobre todo The Times y WSJ, intenta recuperar informativamente el caso, para que no se diga que Murdoch censura a sus periodistas y, sobre todo, para evitar la extensión de la infección. Si algo descalifica a Murdoch en su credibilidad como editor y propietario de cadenas de información es que no está en disposición de narrar lo sucedido con toda objetividad. De ahí sus esfuerzos por demostrar lo contrario, acompañados, eso sí, de editoriales exculpadores como el que publicó ayer el WSJ.
Si el caso salta el Atlántico lo que puede estar en juego es mucho más que el propio imperio mediático. La movida conservadora americana, el Tea Party e incluso el partido republicano, serían muy distintos sin el activismo de Fox News y los numerosos programas protagonizados por personajes con pretensiones políticas como Sarah Palin, Micke Huckabee, Newst Gingrich o Rick Santorum. Murdoch tiene en su haber muchos méritos a favor de la causa conservadora en todo el mundo, incluido su apoyo a los comunistas chinos. Se entiende que su caída se llevaría por delante muchas más cosas que sus intereses multimillonarios y los de su familia.
Comentarios
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.