Alta participación en los cuatro refrendos en Italia
Berlusconi teme otro castigo en el voto sobre las centrales nucleares, su ley de inmunidad y la privatización del agua
Los italianos empezaron a votar para el cuádruple referéndum, convocado por iniciativa popular, que puede convertirse en un nuevo varapalo para el Gobierno de Silvio Berlusconi. Más de 50 millones de electores están llamados a abrogar tres leyes: la que da luz verde a la energía nuclear, la norma del legítimo impedimento (que ofrece al primer ministro la posibilidad de alegar empeños para no acudir a sus juicios) y la privatización del agua, que ocupa dos de las cuatro preguntas. La oposición ha pedido a los ciudadanos que ejerzan su derecho al voto, mientra el Ejecutivo promovía la abstención para que no se alcance el quórum necesario, que se cifra en el 50% más uno de los censados. A las diez de la noche la participación estaba entre las más altas registradas desde los años setenta, y superaba el 41% del censo, lo que hacía pensar a los expertos que el quórum se alcanzará.
La votación se celebra, como suele en Italia, en doble jornada: el lunes los colegios electorales estarán abiertos entre las 07.00 y las 15.00. Según los datos oficiales, para que los cuatro referéndums sean vinculantes deben depositar sus papeletas 25.209.346 electores.
El primer ministro, consciente de que el viento político viró de forma drástica en su contra en las recientes municipales, ha preferido renunciar a defender en buena lid democrática las leyes aprobadas por su Gabinete. El jueves anunció que no votaría, dijo que abstenerse es "un derecho de los ciudadanos" (olvidando que votar es también un deber) y se refugió en su mansión de Villa Certosa.
Su actitud temerosa ha sido visible en la escasa atención que la televisión pública han prestado al referéndum impulsado por los verdes y por el partido opositor Italia de los Valores. La confianza de Berlusconi en el electorado que le eligió hace tres años se ha evaporado. El disgusto de la ciudadanía es creciente, y la mayoría resiste solamente gracias al apoyo de una veintena de tránsfugas.
La oposición, en cambio, ha puesto toda la carne en el asador. El triunfo de los cuatro 'síes' que derogarían las tres leyes en juego ofrece la única duda del quórum, ya que los partidos del Gobierno han dado libertad de voto a sus afiliados y no han defendido el voto negativo sino la abstención.
El Ejecutivo quedaría en una situación casi insostenible de perder, ya que lleva semanas tratando de torpedear el referéndum y especialmente la pregunta sobre el nuclear. Con la consulta convocada, ocurrió el accidente de Fukushima y Berlusconi, quizá recordando que los italianos rechazaron ya las centrales atómicas en 1986, tras el escape de Chernóbil, aprobó sobre la marcha la leyecita que disponía una moratoria temporal. Se trataba, como él mismo explicitó, de anular la consulta y ganar tiempo hasta que baje la sensación de miedo para retomar el programa nuclear. Pero el Supremo y más tarde el Constitucional obligaron a celebrar la consulta sobre esa nueva ley. La triquiñuela, en todo caso, ha dado frutos. Mientras se solucionaba el lío jurídico, los 3,3 millones de votantes del extranjero empezaron a votar, pero con las papeletas viejas. El problema, ahora, es decidir si esos votantes cuentan para el quórum o no.
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