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Guerrero elige gobernador con la vista en las presidenciales mexicanas

La alta abstención y la guerra de encuestas impiden pronosticar un ganador

Salvador Camarena

Es la primera gran cita electoral del año en un país que ya solo piensa en la renovación presidencial de 2012. El Partido Revolucionario Institucional (PRI) quiere que las elecciones del Gobierno del Estado de Guerrero, que se celebran mañana, represente un paso más en la consolidación de la idea de que ya nada le impedirá regresar a la residencia presidencial de Los Pinos. Por su parte, la izquierda y la derecha mexicanas pretenden que Guerrero signifique una oportuna victoria para aquellos que quieren descarrilar el retorno de la máquina tricolor que gobernó en México durante siete décadas.

Con lo anterior en mente, a nadie ha extrañado que en la campaña electoral que concluyó el pasado miércoles se haya visto un poco de todo: un líder priísta asesinado en circunstancias no esclarecidas, una paliza que llevó al hospital en estado de coma a un prominente miembro del Partido de la Revolución Democrática (PRD, izquierda), filtraciones a la prensa nacional donde se "revelan" los supuestos nexos del candidato del PRI con el narcotráfico, teléfonos pinchados que dejan al descubierto cómo el candidato del PRD acuerda el desembarco de singulares operadores electorales de la izquierda, la declinación de último minuto y a favor de la coalición de izquierda del contendiente del Partido Acción Nacional (PAN, derecha) y expedientes donde se acumulan las denuncias de supuestas irregularidades de ambos bandos son algunas de las viñetas que han caracterizado estas elecciones en Guerrero.

Guerrero, en la costa sur del Pacífico mexicano, es un Estado de contrastes. Tiene el puerto más famoso de México, Acapulco, y el municipio más pobre del país, Cochoapa El Grande. Es tierra de caciques y de poblaciones indígenas atrasadas. Fue cuna de la guerrilla de los años sesenta y setenta del siglo pasado, y escenario de negros pasajes de la guerra sucia de gobiernos priístas. Hoy Guerrero, acosado por los carteles de la droga, es gobernado por Zeferino Torreblanca, que llegó al poder bajo el amparo del PRD, pero se ha distanciado de esa organización y de su candidato, Ángel Heladio Aguirre Rivero, quien hasta hace unos meses y durante más de 30 años militó en el PRI.

Los priístas, por su parte, y apoyados con dos partidos satélite, postularon a Manuel Añorve, ex presidente municipal de Acapulco durante dos periodos y pariente de su contrincante Aguirre Rivero, de quien incluso fue en varias ocasiones colaborador. El derechista PAN postuló a un personaje menor, como marginal es la presencia del partido del presidente Felipe Calderón en esta región.

Las campañas incluyeron una guerra de encuestas sobre preferencias electorales, pero nadie se atreve a pronosticar el resultado de la votación de este domingo, a la que están convocados más de dos millones de electores. El alto e impredecible abstencionismo es un factor legendario en Guerrero y tiene a especialistas y encuestadores sin pronunciarse sobre quién podría ganar.

Las direcciones nacionales de los partidos políticos opuestos al PRI ven a Guerrero como un importante factor que podría marcar el destino de otras elecciones estatales de este año.

Perredistas y panistas quieren lograr un "golpe de ánimo" para la estrategia aliancista que han emprendido, modelo donde se juntan el agua y el aceite, como dicen los críticos, entre los que se encuentra el propio ex candidato presidencial de la izquierda Andrés Manuel López Obrador.

Las direcciones de esos partidos echan mano de todo lo que les ayude a su objetivo único: socavar al PRI. Recurren a todo, incluido el apoyar a un personaje como Aguirre Rivero, priísta renegado y uno de los mejores representantes del autoritarismo que se supone que el PAN y el PRD buscaban combatir.

Militares mexicanos patrullan junto a un cartel electoral ayer en Acapulco.
Militares mexicanos patrullan junto a un cartel electoral ayer en Acapulco.AFP

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