La UE despierta la suspicacia de Israel con una propuesta sobre la partición de Jerusalén
Bruselas aboga por el reconocimiento del Este de la ciudad como capital de un futuro Estado palestino
Es un documento todavía no aprobado por la Unión Europea (UE) pero que despierta enorme suspicacia en Israel, siempre reacio a las presiones externas, provengan de donde provengan. Y más todavía si la propuesta alude a un asunto que es tan intocable para Israel como crucial para una eventual solución del conflicto con los palestinos.
Bruselas aboga, según el diario Haaretz, por el reconocimiento de Jerusalén Este como capital de un futuro Estado palestino, es decir por la división de la ciudad santa. Y también insta a que las negociaciones tengan un límite temporal fijado de antemano, otro anatema para el Estado hebreo. El borrador será debatido en la reunión de ministros de Exteriores de la UE del próximo 7 de diciembre. Israel se ha apresurado a rechazar la iniciativa promovida por Suecia, presidente de turno de la UE.
Rechazo sin ambages
La reacción israelí es la habitual en estos casos: rechazo sin ambages sumado a una tenaz campaña diplomática y a la amenaza velada de que iniciativas como la presente pueden hacer descarrilar un proceso de paz que de momento no ve la luz ni sobre el papel. "El proceso conducido por Suecia lesiona la capacidad de la Unión Europea para tomar parte como un relevante mediador en el proceso político entre Israel y los palestinos", advierte el Ministerio de Exteriores israelí en un comunicado.
En realidad, Bruselas nunca ha ejercido un papel verdaderamente relevante en los procesos de paz, más allá de sus cuantiosas aportaciones financieras para sostener a la desprestigiada Autoridad Palestina, y para pagar a Israel el coste de la ocupación que le correspondería sufragar. Más de una vez este corresponsal ha escuchado a diplomáticos israelíes preguntarse: "¿Pero qué vienen a hacer aquí los europeos?".
Tras incidir en las "importantes decisiones" adoptadas por el Ejecutivo de Benjamín Netanyahu -en referencia al unilateral y muy limitado frenazo a la construcción en las colonias judías de Cisjordania-, la nota oficial israelí añade: "La Unión Europea debe ahora ejercer presión sobre los palestinos para que retornen a la mesa de negociación. Pasos como el dirigido por Suecia sólo contribuyen al efecto contrario". Estocolmo, y también Noruega, son dos de las dianas predilectas de las iras de Israel.
En todo caso, Bruselas no hace sino confirmar la que ha sido su inalterable posición política: el no reconocimiento de la anexión ilegal de Jerusalén Oriental, conquistada en 1967 y excluida de la moratoria ordenada por Netanyahu sobre la construcción de viviendas para colonos. "Si debe haber una paz genuina, debe encontrarse una vía para resolver el status de Jerusalén como la capital de los dos Estados"... El Consejo, reza el borrador, "llama a la reapertura de las instituciones palestinas en Jerusalén de acuerdo con la Hoja de Ruta", unos organismos clausurados hace una década por las autoridades hebreas, que impiden toda actividad pública de los dirigentes palestinos en el este de la ciudad.
Tratamiento discriminatorio
El documento critica "el tratamiento discriminatorio de los palestinos en Jerusalén Este". Es decir, la expulsión de vecinos que han habitado sus viviendas durante medio siglo para que sean ocupadas por colonos, un fenómeno imparable hasta la fecha. Como es un goteo incesante la demolición de viviendas también en la mitad oriental ocupada. Asimismo, rebate las palabras del primer ministro, Benjamín Netanyahu, quien aseguraba el pasado miércoles que muchas barreras y controles militares han sido levantados para impulsar la economía en Cisjordania.
No es cierto, a juicio de Naciones Unidas (ONU), que en un reciente informe aseguraba que todavía están montados 587 obstáculos (barreras metálicas, montones de escombros, bloques de cemento) a la circulación en un territorio del tamaño de La Rioja. Sólo alrededor de alguna ciudad (Nablus, por ejemplo) se ha desmantelado un control militar que ha aliviado las penurias de sus casi 200.000 habitantes. Tampoco están satisfechos en Bruselas sobre el pretendido alivio a la libertad de circulación. "Muchos controles militares y barreras en las carreteras permanecen para proteger los asentamientos", afirma el borrador.
Ácidas críticas
No sólo es Bruselas el destinatario de ácidas críticas durante los últimos días. En el Likud, el partido que domina el Gobierno, también arremeten contra otro líder político al que ven poco menos que como en intruso. Y califican al Ejecutivo de ese dirigente de "terrible". Es Barack Obama.
Netanyahu salió a la palestra para señalar que ese calificativo no expresa la posición oficial del Gobierno, pero en el Likud abundan las voces que se oponen a la moratoria parcial y temporal, que probablemente impedirá una construcción masiva en las colonias judías. El viceprimer ministro, Silvan Shalom, la ministra de Cultura y Deportes, Limor Livnat, el ministro de Medio Ambiente, Gilad Erdan, todos ellos miembros del Likud, se oponen abiertamente a la congelación de la edificación en Cisjordania. En la ultraderecha que representa a los colonos, Obama es un "racista" que pretende la expulsión de los judíos de Judea y Samaria, la terminología bíblica que Israel emplea para denominar la Cisjordania ocupada.
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