La oposición ocupa de nuevo Teherán
Partidarios reformistas -más numerosos- coinciden en las calles de Teherán con los simpatizantes del Gobierno y claman contra el régimen pese a las advertencias oficiales
"Ni Gaza, ni Líbano, nuestra vida por Irán", corearon este viernes las decenas de miles de opositores que aprovecharon el Día de Jerusalén para volver a protestar contra el Gobierno de Mahmud Ahmadineyad. Fue, sin duda, la manifestación de solidaridad con los palestinos más concurrida desde que el ayatolá Jomeini instaurara esta jornada hace 30 años. Pero el "símbolo de unidad" que anhelaban las autoridades se convirtió en una nueva prueba de la división del país. El desafío de los reformistas desbordó lo esperado. Al concluir la plegaria de mediodía, policías y paramilitares les disolvieron sin contemplaciones.
Hasta entonces y durante casi cinco horas, la marea verde (el color símbolo de los reformistas) volvió a tomar las calles del centro de Teherán como no pasaba desde el 17 de julio. Ese día, también un viernes, pronunció el sermón de la plegaria semanal el ayatolá Alí Akbar Hashemí Rafsanyaní, considerado uno de los hombres más poderosos de Irán. El veterano político pidió entonces la liberación de los detenidos en las protestas que siguieron a las elecciones de junio. Pero su gesto a favor de la oposición sólo aumentó las represalias.
De hecho, cuando cuatro semanas después volvía a tocarle dirigir la oración del viernes (un cometido en el que se turnan cuatro dignatarios religiosos) fue pasado por alto. Lo mismo ocurrió hoy. Tras 25 años pronunciando el sermón del Día de Jerusalén, Rafsanyaní fue sustituido por el ultraconservador ayatolá Ahmad Jatamí (sin relación con el presidente del mismo nombre), con una intervención previa de Ahmadineyad. No se amilanó. Exhortó a los iraníes a acudir a las manifestaciones en todo el país. Lo mismo hicieron los líderes reformistas Mir-Hosein Musaví y Mehdi Karrubí, así como el ex presidente Mohamed Jatamí, quienes anunciaron su participación.
Pero en el fracturado Irán surgido de los últimos comicios, los triunfadores (a quienes la oposición acusa de haberle robado los votos) no aceptan voces críticas. Un grupo de manifestantes obligó a Musaví a abandonar la protesta y otro incluso llegó a agredir a Jatamí, cuyo turbante rodó por el suelo, según informaron varias webs reformistas. La agencia semioficial Fars aseguró que Karrubí y Rafsanyaní se unieron a sendas marchas. La televisión estatal sólo sacó imágenes de las manifestaciones oficiales.
Sin embargo, en el Bulevar Keshavarz, donde confluyeron partidarios y críticos del Gobierno, estos últimos superaban con mucho a los primeros. La policía y numerosos agentes de paisano bloquearon el acceso de los opositores a la Universidad de Teherán, en cuyo campus se celebra la plegaria de los viernes. No pudieron evitar que avanzaran por el lado norte del paseo separados por un pequeño canal de los progubernamentales. Hasta que al llegar a la calle Al Quds (Jerusalén), ambos convergieron. Aún así, los eslóganes de "Muerte a Israel, Muerte a América, Muerte a la BBC" que rugían desde los altavoces de la manifestación oficial, no lograban eclipsar el "Muerte al dictador" que coreaban los opositores. Entonces, los progubernamentales se les encaran con un "Muerte a los hipócritas", un grave insulto porque la palabra árabe que usan, monafegh, tiene en Irán connotaciones de traidor.
¿De verdad creen que todos esos iraníes son monafegh?, pregunto a un grupo de mujeres jóvenes que les increpa con energía. "No, sólo están mal informados", responde Maryam, una estudiante de teología de 21 años. Ella, como sus compañeras, todas cubiertas con el chador, ha venido "para cumplir la orden del líder supremo y defender al pueblo palestino de la opresión". En el otro lado, un joven de edad parecida explica que "hoy Palestina es Irán". A su alrededor, varios corean "Muerte a Rusia" y "Rusia debiera darte vergüenza, deja libre a mí país".
Los responsables del orden de una y otra marcha se esfuerzan para que no haya roces. Pero no todo el mundo es tan considerado. Una señora de mediana edad llama a un agente de paisano armado con un walkie-talkie y le espeta: "¿Por qué no pide refuerzos para que pongan fin a esto?". Esto, son las cintas verdes, las manos alzadas con el signo de la victoria, las voces que corean "mentiroso" cuando Ahmadineyad empieza su discurso, los jóvenes y mayores que cuestionan la infalibilidad del líder supremo y piden respeto a la voluntad del pueblo expresada en las urnas.
Durante casi cinco horas, la policía se ha mostrado paciente, tal vez temerosa de ensangrentar la jornada. Pero agentes de paisano y paramilitares esperan la orden para actuar. A las dos menos cuarto, apenas concluida la plegaria, la policía carga contra los opositores que marchan por la avenida de Karim Khan. Más adelante, cuando los manifestantes llegan a la plaza de Haft-e Tir, chocan con una pared de milicianos armados con porras y estalla una batalla campal. Algunos responden con piedras. Los más osados queman varias motos de los milicianos. Al final del día, testigos citados por las agencias de noticias hablan de una decena de detenidos.
El Holocausto, un pretexto
REUTERS
El presidente iraní, Mahmud Ahmadineyad, ha vuelto a negar el Holocausto -la muerte de millones de judíos a manos de los nazis durante la II Guerra Mundial- en su sermón con motivo del día de Al Quds, calificándolo de "pretexto" para la creación del Estado de Israel. "El pretexto para la creación del régimen Sionista es falso. Es una mentira basada en una demanda mítica e imposible de probar".
"Ir contra el régimen Sionista es un deber nacional y religioso", ha seguido Ahmadineyad, cargando contra los países musulmanes que sea alinean con Occidente y tienen tratos con Israel. "Ese régimen no durará mucho. No atéis a él vuestro destino. No tiene futuro. Su vida ha llegado al fin", ha dicho en su discurso del día de Al Quds en la Universidad de Teherán.
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