Georgia mira a Europa para alejarse de Rusia
La mayoría de los georgianos está a favor de que se prolongue la misión de observadores de la UE
En lo único en que coinciden el presidente Mijeíl Saakashvili, la oposición y la inmensa mayoría de los georgianos es en la necesidad de acercarse a Europa para alejarse de Rusia, aunque varían sensiblemente los grados de animosidad hacia el gran vecino. A casi un año de que los tanques rusos avanzaran sobre el pequeño país caucásico después de que Saakashvili lanzara a su Ejército contra el cuartel de las tropas rusas en la región secesionista de Osetia del Sur, Georgia se encuentra inmersa en una profunda división interna en la que el único resquicio de luz tiene tintes europeos.
La oposición tiene cortada desde el pasado 9 de abril la principal arteria de Tbilisi, la avenida Rustaveli, sobre la que se alza el Parlamento, ante cuyas puertas han colocado decenas de cubículos que representan celdas, con las que denuncian la represión y el autoritarismo de Saakashvili. Desde entonces, policías de uniforme y de paisano detienen y propinan brutales palizas a los manifestantes, sin que nadie mueva un dedo para impedirlo. "No entendemos por qué Europa es tan crítica con el Gobierno de Irán y sin embargo calla ante los abusos que se cometen en Georgia", afirma la dirigente opositora y ex ministra de Exteriores, Salomé Zurabishvili.
Para el Defensor del Pueblo, Sozar Subari, la respuesta es evidente: "Occidente prefiere la estabilidad a la democracia en Georgia", donde "el Gobierno ejerce un control absoluto sobre el Parlamento, la justicia y los medios de comunicación". Subari que ha sufrido en el ejercicio de su trabajo los golpes de la policía, denuncia que el pasado 15 de junio uno de sus ayudantes, Vajushti Menabde, de 21 años, "fue detenido, golpeado y pateado en la comisaría", pese a llevar puesto un uniforme con claros distintivos de la institución.
La guerra de agosto pasado no sólo ha agravado la crisis política que desgarra el país, sino también la económica. Más de la mitad de los 4,6 millones de georgianos viven por debajo del índice de la pobreza y, pese a ello, muchos abrieron sus casas a los 70.000 desplazados que provocó el conflicto. La mayoría de éstos ha vuelto a sus casas, pero los 25.000 georgianos que residían en Osetia del Sur prefirieron no volver a esa región que ahora Rusia reconoce como Estado independiente, al igual que la también secesionista Abjazia. La Unión Europea financia la construcción de viviendas en nuevas poblaciones como Tserovani, a unos 30 kilómetros de la capital, y Meteji.
En lo que va de año la ayuda internacional ha dejado decenas de millones de euros, pero la inestabilidad y crisis internacional han frenado en seco las inversiones y disparado el desempleo. "El paro en las zonas cercanas a Osetia del Sur supera el 80%", afirma Hubert Gielissen, especialista en ayuda humanitaria y civil de la Misión de Observadores de la Unión Europea (EUMM, en sus siglas en inglés).
Alfonso Martínez, de 37 años, es uno de los 10 guardias civiles españoles integrados en la EUMM, que cuenta con 215 miembros de toda la Unión, a excepción de Chipre. Martínez, como los demás observadores destacados en el entorno de Jashuri, sostiene que la EUMM inspira "confianza" a los georgianos y ha logrado templar los ánimos en la zona. En el país existe un amplio consenso a favor de la prolongación de la misión.
La EUMM es la única encargada de velar por la paz en este conflictivo país después de que el 30 de junio finalizara la misión de la OSCE (Organización de Cooperación y Seguridad Europea) y desde que el miércoles pasado se completó la retirada de la misión de observadores de la ONU , tras el veto de Rusia en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas del pasado 15 de junio. La misión de la ONU se desplegó en la zona en 1993 para supervisar el alto el fuego entre el Gobierno de Georgia y los separatistas abjazos.
Sin embargo, la oposición a Saakashvili teme que la esperanza depositada por los georgianos en la Unión Europea se volatilice por el apoyo abierto que la UE presta al impopular presidente, quien parece haberse envalentonado en los últimos meses y repite incesantemente que ofrece a Bruselas "la única alternativa al monopolio del gas ruso". Es decir, la construcción a través del territorio georgiano hasta Turquía del gasoducto Nabucco, que transportaría el gas del Caspio y Asia Central. Además, Saakashvili asegura que Estados Unidos le ha ofrecido una "alianza estratégica" que se firmará en las próximas semanas.
Según el embajador de la UE, el sueco Per Eklund, el presidente ha realizado "progresos satisfactorios de gobernabilidad", ha conseguido "una importante reducción de la corrupción" y, sobre todo, "es hora de que Georgia tenga una transición pacífica".
Tbilisi declaró su independencia poco después del colapso de la Unión Soviética (1991), pero su primer presidente electo, Zviad Gamsajurdia, sufrió en apenas seis meses un violento golpe de Estado que le apartó del poder y sumió al país en una guerra civil, al tiempo que se levantaban las regiones secesionistas de Osetia del Sur y Abjazia. Finalmente, Eduard Shevardnadze fue elegido presidente en 1995 y en 2003 optó por abandonar el poder "para evitar un baño de sangre", durante la llamada Revolución de la Rosas, que encabezó Saakashvili.
"Europa nos reprocha que estemos divididos y que como oposición no tengamos una plataforma común", afirma Nino Buryanadze, presidenta del Parlamento desde 2001 hasta su dimisión en junio de 2008 por diferencias con Saakashvili. "No cometeremos el mismo error que cuando nos unimos todos y apoyamos a Saakashvili. Son los electores los que deben elegir a su líder, pero la oposición es unánime en su demanda de que se convoquen elecciones legislativas", añade Buryanadze. Tras la guerra de agosto, Buryanadze fundó el Movimiento Democrático de Georgia Unida, con el que exige, como los demás líderes y partidos opositores, la celebración de elecciones y la dimisión del presidente.
En la calle, mientras tanto, los georgianos reconocen que ha disminuido la corrupción de la policía y de los funcionarios así como el poder de las mafias que hicieron del secuestro de personas su 'modus vivendi', pero coinciden con el Defensor del Pueblo en que "la corrupción de alto nivel es mayor que nunca".
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.