300 coches quemados en una noche en varias ciudades de Francia
Los desordenes en la víspera de la fiesta nacional se saldan con 240 detenidos
Es una salvaje costumbre que se remonta a algunos años. La víspera de 14 de Julio, fiesta nacional de Francia, conmemoración de la toma de la Bastilla, algunos jóvenes de los barrios más pobres de las grandes ciudades francesas salen por la noche con intención de quemar coches y enfrentarse a la policía a base de petardazos y piedras. Este año, que algunos especialistas presagian como el de un verano "caliente" en cuanto a enfrentamientos de este tipo, se ha saldado con 317 coches carbonizados y 240 personas detenidas. Más que el año pasado (298 y 120 arrestados).
La mayoría de los casos se han contabilizado en la problemática, dura y en buena parte marginal provincia de Seine-Saint Denis, a las afueras de París, donde arrancó la revuelta que en 2005 inflamó todos los barrios de Francia causando un verdadero problema de Estado.
¿Por qué este año es diferente? Porque desde febrero casi no hay semana en que no se cuenten incidentes graves entre la policía y estos jóvenes encapuchados, por lo general furiosos contra los agentes. Y no dejan de ocurrir: la semana pasada, grupos de jóvenes de Firminy (Loire), una localidad de 18.000 habitantes, quemaron más de 50 coches y un centro comercial con cinco tiendas en una ciega protesta por considerar que la policía les miente al asegurar que un amigo suyo se ha suicidado en la comisaría, cosa que no creen. El viernes, Firminy, tomada por 200 policías antidisturbios, durmió en calma por primera vez en varios días.
Pero precisamente esa misma noche, a más de 1.000 kilómetros de distancia de Firminy, en el norte de Francia, en una localidad de 1.900 habitantes denominada Saint-Pierre-Du-Vauvray (Eure) estallaba otra protesta muy parecida. La causa, de nuevo un incidente oscuro con la policía, que había organizado un control de carretera donde murió un joven al caerse de la moto. Según la policía, fue un accidente. Según un testigo amigo de la víctima, una agresión. La consecuencia: una noche de pánico en el pueblo: cócteles molotovs, coches convertidos en una amasijo carbonizado, y fachadas quemadas de la comisaría y de un edificio cercano a la estación.
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