"Rusia y Estados Unidos estaban al borde de la guerra fría antes de Obama"
Dmitri Trenin, director del Centro Carnegie de Moscú, apuesta por un mundo desnuclearizado
Dmitri Trenin, director del Centro Carnegie de Moscú, cree "que a resultas de la guerra en Georgia las relaciones entre EEUU y Rusia retrocedieron al nivel existente antes de que Mijaíl Gorbachov comenzara la 'perestroika' en la URSS. "Hemos dejado atrás la época de Gorbachov y nos hemos situado en 1983 ó 1984 y además hemos estado bastante cerca de la confrontación y preparados mentalmente para ella", afirma Trenin, en una entrevista con El PAIS en vísperas de la visita del presidente estadounidense Barack Obama a Moscú.
La relación entre Moscú y Washington tocó fondo el 26 de agosto del 2008, "cuando el presidente Dmitri Medvédev dijo que no temía la perspectiva de una nueva guerra fría", opina Trenin, que de 1985 a 1991 fue, en calidad de especialista militar, miembro de la delegación de la URSS que negoció sobre desarme nuclear con EEUU en Ginebra.
"La guerra, en el sentido más común del término, comenzó a verse como algo del todo posible, y no solo entre Georgia y Rusia, sino entre Rusia y EEUU", afirma. Las relaciones lograron ser reconducidas "a un campo más o menos normal" gracias a una convergencia de factores, entre ellos la elección de Obama y la crisis económica que desvió la atención de Moscú. El Kremlin reaccionó de entrada de "forma hostil y fría" ante el nuevo presidente, que ya en diciembre dio señales de querer una política pragmática hacia Rusia. "Así que, ya antes de que apretaran el botón de reinicio (reset), desaparecieron como por arte de magia los problemas que casi habían producido un enfrentamiento". "Georgia dejó de ser vista como un proyecto de Washington, el ingreso de Georgia y Ucrania en la OTAN perdió actualidad, se iniciaron conversaciones sobre el problema de la defensa antimisiles y se reanudó el proceso de negociaciones sobre las armas ofensivas estratégicas, interrumpido por la administración de George Bush en 2001-2002".
"Obama se apartó de las posiciones que preocupaban a Moscú, pero no le ha dado ninguna garantía de que EEUU no volverá a ellas. En determinadas condiciones se puede imaginar un empeoramiento de la situación entre Georgia y Rusia, un nuevo apoyo de EEUU a Tbilisi, una agudización de la tensión en torno a Ucrania, y además siguen los planes de Bush para instalar elementos de defensa antimisiles en Europa Central". "Hay acuerdos con los gobiernos correspondientes y las conversaciones sobre armas ofensivas estratégicas pueden ser menos ventajosas para Rusia de lo que se supone", puntualiza.
La prioridad de la política exterior estadounidense no es Rusia sino el Oriente Próximo y Medio. Moscú puede ayudar a EEUU en Afganistán o en Irán. Pero "si Washington no logra evitar por la vía diplomática que Irán llegue a poseer armas nucleares y quiere impedirlo, entonces EEUU por sí mismo o por medio de Israel, atacará a Irán, lo que llevará a un agravamiento de las relaciones con el Kremlin".
Trenin da gran importancia a la idea de "un nuevo régimen de seguridad sin armas nucleares" postulada por Obama, lo que "exige cambios colosales". El norteamericano ha promovido esta idea "de forma responsable, sin dar plazos concretos, como hacía Gorbachov". Caben dos posibilidades: "ir hacia un mundo desnuclearizado o hacia un mundo en el que puede ocurrir una guerra nuclear, que no necesariamente será entre Rusia y EEUU y que no dejará a nadie al margen". "De no elegir, lo más probable es que nos deslicemos por el camino de la guerra nuclear", afirma.
Para el director del Carnegie, "continuar la política de contención nuclear entre Rusia y EEUU resulta peligroso. Hay que buscar el camino para pasar a un modelo más civilizado. Ambos seguirán compitiendo, pero hay que hacer que esa competencia excluya el recurso a la fuerza militar". No solo hay que reiniciar relaciones, sino cambiar de programa. La Defensa Antimisiles da esa oportunidad construyendo una compartida por Rusia, EEUU y Europa. Esto privaría de argumentos a los sectores de la administración rusa convencidos de que el fin de la política exterior norteamericana y del sistema antimisiles, tal como está planteado, es destruir Rusia.
Hoy ambos países "tienen clases políticas que desconfían profundamente la una de la otra y que temen ser acusadas de poner en peligro su seguridad nacional con una relación demasiado próxima". En las conversaciones para sustituir el Start 1, Trenin cree que se puede obtener "un acuerdo marco que querrán firmar antes de la Conferencia del Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares prevista en la primavera del 2010". "El acuerdo mejorará la atmósfera, pero no supondrá nada nuevo, porque deja las relaciones en el mismo paradigma, y su principal motivación es evitar la crítica del resto de los países". El tiempo para consolidar las nuevas relaciones apremia, sobre todo por el programa nuclear iraní. Calcula Trenin que en enero o febrero de 2010 Washington tendrá que sacar conclusiones respecto a Teherán.
En la relación entre ambos países hubo importantes oportunidades para "incorporar a Rusia a un sistema de alianzas que hubiera incluido la OTAN, por una parte, y una alianza bilateral con EEU, por la otra. Entre 2003 y 2004, Moscú renunció al paradigma de la "integración" con Occidente y lo sustituyó por otros valores como el "nacionalismo y el patriotismo" y la "concepción tradicional de Rusia como gran potencia y centro de fuerza independiente". "Lo que quiere Medvédev en el fondo es un acuerdo donde la ampliación de cualquier alianza político-militar en Europa requiera el consentimiento de todos los firmantes. "Rusia no quiere nada. Necesita que EEUU se marche de nuestro patio para sentirse tranquila, porque teme la sensación de asedio y también que Washington aspire a cambiar el régimen en Rusia con un instrumento llamado democracia".
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