La popularidad del gallo en el gallinero
Al viejo gallo, lascivo y mentiroso, ladrón y fullero, le ha salido doña gallina respondona. Ya está bien de andar todo el día zascandileando con las jóvenes pollitas. Ya está bien de regalos y favores. Ya está bien de espolones postizos y plumas artificiales. A la vieja gallina le preocupa la herencia de sus polluelos, que ya ve dividida entre las pollastras que asedian al viejo fanfarrón. No soporta esta pública humillación y menos todavía esta exhibición de chulesca dominación sobre todas las cluecas de este corral.
No es un gallinero. Tampoco un harén. Ni un programa de televisión de tono subido. No es tampoco la familia extensa de un clan mafioso, donde el padrino tiene derecho de pernada y se cobra las deudas en muchachas. No es nada de eso: ese gallo y sultán, cantante y humorista, es ni más ni menos que el jefe de un Gobierno, un Gobierno conservador y piadoso que atiende los ruegos de los obispos y del Papa, se opone al aborto y al matrimonio entre homosexuales, obstaculiza la buena muerte y prohíbe experimentar con células madre.
Si luego alivia su vanidad con las jovencitas, apenas impúberes incluso, eso es cuestión de su conciencia y del confesionario. Que no se hable de doble moral sino de superioridad imbatible de la Iglesia Católica. No serán jueces quienes atiendan a estas cuestiones: los ha comprado a todos. Canta como un gallo, viste como un gallo y actúa como un gallo, pero de verdad no es un gallo, sino un viejo avaro con su cajita llena de monedas de oro con las que va comprando cuanto encuentra a su paso. Después de los jueces, la prensa, la oposición, e incluso el físico monstruoso que le van esculpiendo los cirujanos.
¿En qué ha quedado la pobre República? Tan sucia como palo de gallinero.
Comentarios
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.