Francia indemnizará a los afectados por sus ensayos nucleares
El ministro de Defensa anuncia una partida de 10 millones de euros para los 150.000 damnificados del Sahara argelino y Polinesia
Una funcionaria del Comisionado de la Energía Atómica francés, que estuvo presente en dos ensayos nucleares en el atolón de Mururoa, en la Polinesia, en 1982 y 1983, describía hoy en Le Figaro la rocambolesca situación: "En el mismo sitio donde habían hecho las explosiones nos bañábamos después, dos o tres veces al día, nos tirábamos de cabeza o hacíamos esquí náutico. No teníamos ninguna conciencia del peligro. Y eso que cumplíamos todas las normas de seguridad que nos ordenaban: no comer pescado, ni cocos, nos duchábamos después de bañarnos y nos secábamos con un pareo". Veinte años después, esta secretaria contrajo un cáncer de tiroides. Ha acusado al Estado por esta enfermedad y confía en que la medida anunciada este martes por el ministro de Defensa, Hervé Morin, para resarcir a los afectados por estas pruebas nucleares, le compense algo el sufrimiento.
Morin ha adelantado que el Estado francés va a destinar 10 millones de euros para indemnizar a las personas que enfermaron por los más de 200 ensayos nucleares que Francia llevó a cabo, primero en Argelia (17) y luego el el Pacífico (193), desde 1960 hasta 1996. El ministro de Defensa calcula que los afectados ascenderán a "algunos centenares" de personas. En teoría, podrían ser muchos más: alrededor de 150.000 trabajadores, tanto militares como civiles, colaboraron en esos ensayos, sin contar con la población local. La medida conocida este martes ha sido saludada como un "avance" por las asociaciones de veteranos pero con ciertas reservas.
Morin ha precisado que cada caso se estudiará de una manera independiente. "Habrá una comisión, integrada por médicos y presidida por un magistrado, que examinará cada dosier. Si éste es aceptado, la reparación del perjuicio será integral. Las 18 enfermedades que se incluyen están inspiradas en un informe de la ONU", asegura el ministro de Defensa. Con todo, Morin ha sentenciado: "Trece años después de que pararan los ensayos nucleares, era necesario que Francia quedara en paz consigo mismo por este tema".
Por su parte, el presidente de la Asociación de Veteranos de Ensayos Nucleares, Michel Verger, ha calificado la medida de "avance no desdeñable" pero ha añadido que hay puntos "que deben de ser mejorados".
Otro de estos veteranos militares que presenció estos venenosos ensayos nucleares comentaba hoy en el periódico citado que en 1966 estaba embarcado en el portaviones Foch, en el Pacífico, y que los mandos le invitaban a subir al puente de mando en cuanto la bomba explotaba o estaba a punto de explotar: "Nos colocábamos los brazos en los ojos para cubrirnos y así evitar el deslumbramiento, nos poníamos de espaldas a la bomba, pero debíamos darnos la vuelta inmediatamente después para admirar la potencia de Francia".
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