Narcotraficante como su padre
Detenido el hijo de uno de los máximos capos del cartel de Sinaloa, que controlaba la estructura operativa
Cuando Vicente nació allá en Sinaloa, y de eso hace 33 años, su padre ya estaba en el muy rentable negocio del narcotráfico. Así que Vicentillo -un apodo del que no ha logrado desprenderse pese a su pinta de licenciado y a su cuidada barba de dos días- tuvo siempre buenos cumpleaños, buenos juguetes, ropa cara, coches del año y fajos de dólares a su entera disposición. Por tanto, para qué diablos intentar otro camino. Vicente Zambada fue escalando puestos en la organización de su padre -Ismael El Mayo Zambada, uno de los capos del temible cartel de Sinaloa- hasta convertirse en uno de sus jefes operativos, con capacidad para decidir quién debe morir ya y quién todavía no. Hasta el miércoles.
Vicente y cinco de sus compinches fueron detenidos por el Ejército mexicano en los Jardines del Pedregal, un exclusivo barrio de la capital de México. Llevaban encima los pertrechos básicos de cualquier organización de este tipo. Dinero en abundancia y armas de todos los calibres. Viajaban en tres vehículos, dos de ellos de lujo, y disponían de la correspondiente documentación falsa. Pero no tuvieron oportunidad de utilizarla. Un fuerte despliegue del Ejército se les echó encima y sólo unas horas después, a las siete de la mañana de este jueves, un soldado con la cara cubierta por un pasamontañas y un rifle en bandolera paseó a Vicentillo agarrado del cogote y con las manos esposadas a la espalda. De esa guisa le hicieron los fotógrafos multitud de retratos, que a estas horas ya habrá visto el padre del muchacho desde donde quiera que esté escondido.
El Mayo Zambada -padre de Vicentillo- y Joaquín El Chapo Guzmán son dos de los principales narcotraficantes mexicanos. Aunque, según el Ejército mexicano, Vicentillo no les andaba a la zaga. Los investigadores lo sitúan al mismo nivel en la jerarquía del crimen que su propio padre o que El Chapo, una verdadera leyenda viva, sobre todo después de que se escapara de una cárcel -en teoría de alta seguridad- durante el mandato del anterior presidente, Vicente Fox. A Vicentillo se le atribuye la autoría intelectual de múltiples asesinatos, entre ellos los de políticos y sicarios de bandas rivales.
La sin duda meritoria operación del Ejército abre, no obstante, una nueva preocupación a la ya de por sí, y con motivos, muy preocupada opinión pública en México. Hasta ahora, cuando se hablaba del cartel de Sinaloa y de sus escurridizos jefes, la imaginación viajaba hacia lugares inhóspitos, haciendas lejanas y muy bien vigiladas, búnkeres construidos junto a la frontera con Estados Unidos... Pero no. El hijo de El Mayo Zambada se paseaba a cuerpo gentil, elegantemente vestido, en lujosos BMW y Audi A6 por las exclusivas calles de los Jardines del Pedregal, en la mismísima Ciudad de México.
El actual gobierno de Felipe Calderón ha dicho -casi siempre en privado, pero también en público- que el narcotráfico estaba intentando llegar al palacio presidencial de Los Pinos y ocupar sus despachos. No parece que todavía lo haya conseguido. Pero, visto lo visto, ya está a dos cuadras...
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