En crisis: las ideologías
Basta ya de vacilaciones. La ecuación funciona perfectamente y no hay que darle más vueltas: la crisis de la izquierda es a la caída del Muro de Berlín (20 años ya) lo que la crisis de la derecha es a la caída de Lehman Brothers, y a lo que te rondaré morena que todavía no hemos visto. Lo dice incluso una de las sagradas biblias del capitalismo globalizado como el FT, que acaba de abrir una rúbrica llena de interrogantes sobre el futuro del capitalismo. Martin Wolf se estrena con un soberbio análisis en el que reseña lo que escribió en 2007 (19 de junio): el nuevo capitalismo no había todavía pasado sus pruebas. “El examen ha llegado: suspenso. La era de la liberalización financiera ha terminado. A diferencia de los años 30, no existe ninguna alternativa creíble a la economía de mercado y los hábitos de la cooperación internacional son profundos”.
En Europa somos capaces de andar siempre con el paso cambiado. La izquierda es tan conservadora y la derecha tan rara como para que una vez más seamos incapaces de sintonizar con la otra orilla (lo intenta Brown, aunque de capa caída). La tentación populista es fuerte, como revelan el sarkozysmo y todavía más el berlusconismo. Quizás la más fuerte, siguiendo un lejano reflejo de la Gran Recesión del siglo pasado. Donde las cosas están en orden, en cambio, es en Estados Unidos: los republicanos se sienten como rebaño sin pastor (un 68 por ciento confiesa que no tienen líder); su propio Gobierno tuvo la oportunidad de liquidar lo que quedaba de sus recetas ideológicas y lo hizo (tiene razón Obama: la primera gran intervención ’socialista’ fue obra de Bush, con el objetivo no alcanzado de salvar la banca financiera; ¿de qué se van a quejar ahora?); y la única alternativa a los planes de impulsar una nueva economía verde y tecnológica la ofrece el radiofonista Rush Limbaugh, el Federico de las grandes praderas: rechazo total a la subida de los impuestos, rechazo tajante a la intervención del Estado.
Quienes lo tienen muy claro son nuestros amigos de Beijing. Sus ahorros siguen afluyendo hacia Estados Unidos vía bonos federales, con resultados interesantes para Obama: tiene líquido para emprender sus numerosos proyectos de cambio de modelo económico y no se le cae por los suelos la cotización del dólar. No es extraño que los chinos reivindiquen sus habilidades e incluso su ideología frente al desprestigiado liberalismo capitalista y su democracia representativa. La división de poderes o la alternancia les parecen cosas extrañas y perjudiciales para su exitosa fórmula de pluralismo dirigido por el Partido Comunista (también entre nosotros hay alérgicos a lo primero, en Madrid, y a lo segundo, en Bilbao; pero en ningún caso con tanto descaro ni sobre todo con resultados tan eficaces a la hora de poner en práctica las propias ideas).
Comentarios
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.