"Daría mi cuello por que volviese la paz a Acre"
Detenido por "herir sensibilidades religiosas" el palestino que condujo en Yom Kipur, incidente que causó cinco días de disturbios.- El fundamentalismo también está en auge en Israel
Abraham Burg, ex presidente del Parlamento israelí y de la Agencia Judía y creyente de los que lucen kipá, sostiene que cuando se enfrentan la democracia y la teocracia, sale triunfadora la segunda. Es sabido que entre los palestinos, y en otros países árabes, la ola de religiosidad marcha al alza desde hace décadas. En Israel, la vida cotidiana de gran parte de los ciudadanos se ve afectada por las reglas del judaísmo, sean o no creyentes. Incluso si uno es fiel a una confesión diferente. El fundamentalismo también está en auge en Israel.
Taufik Jamal, un ciudadano árabe-israelí, lo sabe de primera mano. La policía le detuvo el lunes por la noche por "herir sensibilidades religiosas" y por "conducción imprudente". El pecado del musulmán Jamal fue conducir una vez iniciada la festividad de Yom Kipur, la más sagrada del calendario judío. Son 25 horas que los judíos dedican al ayuno completo y a la oración. El domingo, declaraba en una comisión parlamentaria: "Estoy dispuesto a sacrificar mi cuello para devolver la paz y la tranquilidad a Acre".
El pasado miércoles, cerca de la medianoche, Jamal acudió con su coche a un barrio predominante judío de Acre para recoger a su hija en casa de su prometido. Yom Kipur acababa de comenzar. Inmediatamente, grupos de creyentes judíos apedrearon al conductor y le persiguieron por la ciudad. También los palestinos residentes en Acre se enteraron enseguida de la noticia. Los disturbios, desconocidos por su virulencia en Acre desde hace muchos años, se desataron esa misma noche. Hablar de convivencia, un valor siempre en boca de los políticos, suena a sarcasmo. Tampoco es de extrañar. La discriminación que padecen los árabes-israelíes es flagrante. Lo reconocen abiertamente los propios dirigentes hebreos. Entre ellos el primer ministro en funciones, Ehud Olmert, que el domingo afirmaba: "No hay duda de que por muchos años ha habido discriminación contra la población árabe de Israel por varios motivos".
Y es bastante dudosa la legalidad de la detención de Jamal. Así lo piensa el diputado Ahmed Tibi, miembro de uno de los tres partidos árabes-israelíes. "No existe justificación legal. La detención representa la rendición de la policía ante los fanáticos judíos". Durante la jornada de Yom Kipur es casi imposible ver circular un vehículo por las calles y carreteras del país. Todos los años, este también ha ocurrido, los extremistas judíos apedrean incluso las ambulancias. Los conductores de David Magem Adom (el equivalente de la Cruz Roja) acudieron a trabajar, aconsejados por sus jefes, con chaleco antibalas y casco.
Nadie discute los hechos. Durante los disturbios, que se prolongaron durante cinco días, decenas de coches fueron incendiados y docenas de tiendas sufrieron daños. Pero las diez viviendas incendiadas son todas habitadas por árabes. Olmert, aseguró días atrás que había dado instrucciones firmes a la policía para que empleara el puño de hierro contra los vándalos de uno y otro bando y para restablecer el orden. Pero ayer decenas de familias árabes acudían al ayuntamiento de la ciudad para pedir una vivienda en la que poder vivir. A las suyas no pueden volver. Y la policía, que ha acompañado a alguno de los vecinos árabes cuando se disponían a volver a sus casas, ha dado marcha atrás. El puño de hierro, hasta el momento, brilla por su ausencia cuando se trata de que estos ciudadanos vuelvan a sus casas.
Los residentes árabes de la ciudad se quejan además de que el alcalde ha decidido cancelar el festival del teatro que cada año organiza la ciudad, una de las principales fuentes de ingresos para los comerciantes. Pero también lamentan que la doble vara de medir es, a su juicio, indiscutible. Durante el Ramadán (el mes sagrado de los musulmanes) los judíos beben alcohol y comen en las calles durante las horas en que los fieles a Mahoma ayunan. "Eso también nos ofende, pero nosotros no organizamos altercados", apuntaba un vecino. Y la policía tampoco detiene a nadie por herir ninguna sensibilidad.
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