Esos hijos únicos muertos
Casi diez mil niños han fallecido bajo los escombros como resultado de la catástrofe sísmica que ha asolado la provincia china de Sichuán, según la evaluación que se hace en un magnífico reportaje fabricado a cinco manos por periodistas del Times de Nueva York, dos de ellos desde Dujiangyan, ayudados por dos reporteros chinos, y escrito y editado por otro desde Nueva York. Las escuelas han quedado especialmente afectadas por los temblores, mucho más que el resto de edificios, debido, al parecer, a la corrupción de las autoridades locales, que reducen los gastos de construcción mediante el uso de pésimos materiales y obtienen así márgenes, sobornos y comisiones. El balance de víctimas y daños de los terremotos es terrible, con nuevas réplicas que se repiten a los diez días del primer seísmo y nuevas catástrofes como inundacionesy deslizamientos de tierras desencadenadas por los temblores. Más de 55.200 personas han muerto, 24.900 han desaparecido y 5,4 millones se han quedado sin hogar, según ha contado estos días José Reinoso. Pero hay otro balance, de orden primordialmente político , que no es tan negativo, sobre todo para las autoridades chinas. En dos meses, el régimen ha pasado del abismo a la cumbre, del peligro de boicot a los Juegos Olímpicos de Pekín a una ola de solidaridad y comprensión internacional.
El Gobierno chino ha sabido jugar con habilidad la capacidad emotiva de los medios de comunicación y ha ofrecido una imagen de transparencia y de naturalidad a la hora de evaluar los daños y el número de víctimas. El primer ministro Wen Jiabao se ha convertido en una personalidad popular, adorada por sus conciudadanos, después de su reiterada presencia en los lugares de la catástrofe, como hizo Rudy Giuliani con las Torres Gemelas o Gerhard Schroeder con las inundaciones del este de Alemania. Pero todo esto apenas se hubiera notado sin el duro contraste con la junta militar de Birmania, régimen aliado de Pekín por cierto, cuya gestión del tifón que ha asolado pocos días antes su país ha sido lisa y llanamente criminal.
Desde fuera de China también ha contado una especie de juego de compensación. Después de mantener alto el listón de la exigencia frente a la represión de la revuelta del Tibet, los mayores críticos del régimen no se han visto capaces de seguir criticándole ahora por la gestión y balance del terremoto, a pesar de que demuestra las debilidades del orden chino, la corrupción política, la baja calidad de las infraestructuras y la inhumanidad de la política del hijo único. También hay que notar que el régimen chino ha mostrado históricamente una especial habilidad a la hora de tomar lecciones de los grandes percances que han hecho temblar a regímenes similares. La represión de Tianamen en 1989 partió del análisis de las revueltas populares contra los soviéticos en Hungría en 1956 y en Praga en 1968. La gestión de la catástrofe de Chernobyl en Ucrania se convirtió en el detonante de la política de transparencia o glasnost de Gorbachev, a la que siguió la perestroika o proceso de reformas que terminó con el comunismo, acontecimientos frente a los cuales los dirigentes chinos adoptaron el aire de decirse a sí mismos: eso a nosotros no nos puede apasar. Y así ha sido hasta ahora.
De todas formas, la gestión de una catástrofe de dimensiones tan descomunales tendrá efectos sobre el sistema. Cabe esperar una revisión de la política de construcción escolar, por ejemplo. Debería revisarse también la política del hijo único, que además amenaza con producir un cuello de botella demográfico, con una población cada vez más envejecida como en Europa y unas nuevas generaciones de hijos únicos menos numerosas. Una de las respuestas a la catástrofe ha sido levantar la limitación del hijo único a las familias que lo han perdido en los terremotos. Estos 10.000 niños y niñas muertos bajo los escombros de sus escuelas tenían hasta ahora a seis personas que se ocupaban de ellos (sus padres y sus cuatro abuelos), que se convierten ahora en seis ciudadanos desolados y desmoralizados por lo que el sistema político ha hecho con sus vidas. La buena suerte del régimen contrasta con la mala suerte de estos pobres padres y abuelos.
Escribo poco de China, país que me interesa y me fascina. Cada vez que lo hago consulto antes uno de los mejores blogs en español sobre la materia, que muchos de mis lectores ya conocerán. Por si acaso, ahí va el enlace. Gracias a todos por leerme y discutir luego mis textos.
Comentarios
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.