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La mafia carcelaria del PCC intenta infiltrarse en el Congreso de Brasil

El Primer Comando de la Capital (PCC), la organización criminal que actúa en las cárceles de máxima seguridad de Brasil, sobre todo en la gran São Paulo, que acoge el 40% de todos los presos del país, intenta infiltrarse en el Congreso, según ha revelado una investigación.

La policía ha interceptado con autorización judicial una conversación entre Daniel Vinícius Canônico, alias El Ciego, portavoz del líder máximo de la organización, Marco Williams Herbas Camacho, alias Marcola, y el abogado Sérgio Wesley de Cunha.

Para conseguir presencia en el Congreso, el PCC financiaría la campaña electoral de candidatos de diferentes partidos que tienen dificultades para sacar adelante su campaña electoral.

Según revelaron conversaciones entre los dirigentes del PCC, la organización puede conseguir votos para sus hipotéticos candidatos entre las familias de los presos en 10 Estados del país. "Muchos partidos políticos no tienen la fuerza nacional que nosotros tenemos", afirma Marcola, líder supremo de la organización.

El 28 de noviembre pasado, el PCC llegó a organizar una manifestación de protesta frente a la Cámara de Diputados en Brasilia, para la cual trasladó gente desde 10 Estados en autobuses pagados por la organización. "Lo hicimos para demostrar a los diputados federales que también nosotros tenemos fuerza política", comentó Canônico.

En las conversaciones captadas por la policía, el abogado Wesley defiende que el PCC ya es lo suficientemente fuerte en la nación para poder tener una representación política en el Congreso, al igual que el IRA tiene en Irlanda al Sinn Fein.

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Según el PCC, ellos ya tienen posibles candidatos a quienes apoyar financieramente dentro de tres formaciones importantes: el Partido de los Trabajadores (PT), el Partido Socialdemócrata de Brasil (PSDB) y los Demócratas (DEM).

En los últimos años, la organización ha puesto de rodillas en dos ocasiones a la ciudad de São Paulo, paralizando los servicios públicos y obligando a cerrar las puertas del comercio. En ambas ocasiones hubo centenares de muertos, sobre todo de las fuerzas de policía, que son el objetivo principal del PCC, que desde las cárceles decide las ejecuciones que sus secuaces en libertad deben llevar a cabo, como si se tratara de un verdadero tribunal.

Hasta ahora, las fuerzas del Estado han intentado en vano desarticular esta fuerza criminal, que además ha organizado grandes motines en las cárceles, con ejecuciones sumarias dentro de los presidios. Los presos que no se adhieren a su organización son considerados por ellos como enemigos y los suelen decapitar arrojando sus cabezas por las ventanas de la cárcel.

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