_
_
_
_

La corte de La Haya, nuevo escollo entre la UE y Centroamérica

Bruselas pide al istmo que se adhiera al Estatuto de Roma y reconozca a la CPI

La ratificación de la Corte Penal Internacional (CPI) se ha convertido en un nuevo escollo en las negociaciones de la Unión Europea (UE) y Centroamérica sobre un acuerdo de asociación birregional. La petición de Bruselas para que el bloque de los cinco países del istmo americano ratifiquen el Estatuto de Roma ha provocado reacciones de rechazo de los mandatarios, que se reunieron el miércoles en la capital costarricense, San José, para consensuar una respuesta común a un planteamiento que califican de un "condicionamiento" más en el proceso.

"Los crímenes más graves que preocupan a la comunidad internacional no deben quedar sin castigo y su procesamiento se debería garantizar mediante medidas nacionales o internacionales, según corresponda y con pleno respeto a los ordenamientos jurídicos internos de los Estados, reconociendo la potestad soberana de los Estados de adherirse o no al Estatuto de Roma", concluyeron tras su reunión los cinco presidentes centroamericanos en relación con el instrumento jurídico internacional creado para 1998 para procesar crímenes de guerra y de lesa humanidad, ahora a cargo del tribunal ubicado en La Haya.

El comunicado conjunto fue leído por el presidente de El Salvador, Elías Antonio Saca, cuyo país es uno de los tres centroamericanos que no reconoce a la CPI ni pretende hacerlo, según explicó Saca, con el argumento de que la propia Constitución salvadoreña obstaculiza el reconocimiento de un estatuto que tampoco han suscrito potencias como Estados Unidos, Rusia y China. En el istmo, Nicaragua y Guatemala tampoco reconocen a la CPI.

Sí son signatarios del protocolo Honduras y Costa Rica, cuyo canciller, Bruno Stagno, preside la Asamblea de Estados Partes de la CPI. Centroamérica, sin embargo, se ha tomado a pecho la exigencia europea de hablar con una sola voz y ahora pide a coro que Bruselas respete sus realidades y deje de condicionar la negociación del acuerdo, con el objetivo de poder suscribirlo en 2009 y adelantarse así a la región andina y a Mercosur. Los países centroamericanos no renuncian al sueño de nuevas y más favorables reglas comerciales con la comunidad europea.

El presidente nicaragüense, Daniel Ortega, recordó en conferencia de prensa los Acuerdos de Paz Esquipulas II, que marcaron el fin de cruentas guerras calentadas por las últimas chispas de la guerra fría, acaban de cumplir 20 años. "Mucho hemos avanzado (...). No se puede condicionar una relación de tipo comercial a elementos que van en contra de lo establecido en el orden institucional de una de las partes", advertía en San José el único aliado del presidente venezulano, Hugo Chávez, en una Centroamérica reconocida como zona de influencia de Washington.

Es precisamente la reciente historia bélica de los países de este área la que, según algunos juristas, motiva su renuencia a reconocer a la CPI, ya que nadie puede garantizar que ciertos actores de la lucha armada estén libres de los crímenes que juzga el alto tribunal internacional, como la tortura y el genocidio. Decenas de miles de indígenas fueron asesinados, por ejemplo, en Guatemala en las décadas de los setenta y ochenta, y son conocidos los nombres de militares sospechosos de haber perpetrado tales matanzas.

La presión de Bruselas a favor de la CPI se suma a otras peticiones formuladas desde que se barajó la posibilidad de un acuerdo de asociación con Centroamérica: una voz unificada que aplaque las diferencias entre los centroamericanos, una unión aduanera completa, libre tránsito de mercancías e inversiones por el istmo y la creación de una entidad jurídica que garantice la solución de diferencias comerciales cuando entren en vigor la nuevas reglas comerciales. También han invitado a un reconocimiento pleno del Parlamento Centroamericano (Parlacen), cuya sola mención provoca escalofríos en países como Costa Rica. Ningún estudioso de la región duda de que la UE quiere exportar su modelo de integración.

"Son prepotentes", espetó desde un principio el mandatario Óscar Arias, de Costa Rica, el país menos pobre de la región y el más avanzado en los negocios a través del Atlántico. El premio Nobel de la Paz de 1987 lanzó el miércoles otro mensaje a Bruselas: "Los europeos nunca han sido congruentes entre el comercio y la práctica; hablan de libre comercio, pero protegen a sus agricultores, demostrando una gran hipocresía", comentó Arias, a pesar de que la cita presidencial dejó de lado la discusión comercial y se centró en temas políticos y en el deseo de una mayor cooperación de la UE.

Ambos bloques depuran en estos días sus propuestas comerciales para intercambiárselas el próximo lunes, con la idea de entrar en materia en la tercera ronda de negociación, programada para abril en San Salvador. El último encuentro de los equipos negociadores, en febrero en Bruselas, puso sobre la mesa diferentes intereses comerciales e introdujo el proceso en el regateo propio de dos empresas que luchan por sus intereses, presionadas por sus propios socios.

Innumerables temas están aún guardados en las carpetas de las autoridades comerciales, pero también en las oficinas políticas de Bruselas, que siempre promovieron el acuerdo de asociación con Centroamérica como un proceso más allá del simple tratado comercial. Los centroamericanos se entusiasmaron pensando sólo en los beneficios que podría reportar ese "más allá", pero nunca imaginaron que sus mandatarios se verían obligados a reunirse para exigir respeto a su soberanía.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_