Costa Rica se debate entre rentabilidad y medio ambiente
Polémica por la clausura de un complejo español por vertido de aguas fecales
Una de las frases que repite en sus discursos el presidente costarricense, Óscar Arias, es "el desarrollo de Costa Rica será verde o no será". Su máxima dejó de ser retórica la semana pasada, con la orden de cierre que han recibido los administradores del hotel Allegro Papagayo, en el Pacífico norte del país, por el tratamiento incorrecto de las aguas fecales que producen los 600 huéspedes que puede albergar este complejo hotelero de playa especialista en turistas rubios.
El hallazgo de varias tuberías clandestinas, una alcantarilla que iba a dar al mar y el transporte de aguas fecales en camiones cisterna a plantas de tratamiento sin la autorización oficial motivaron al Ministerio de Salud a dictar una orden que encendió la alerta preventiva en el sector turístico, segundo generador de divisas en la economía de un país que lleva décadas construyendo su imagen internacional de destino ecológico, con base en su particular mezcla de playas y bosques.
"Estoy seguro de que todos los hoteles van a poner más atención", afirmó el ministro de Turismo, Carlos Ricardo Benavides, tras participar en varias reuniones con directivos del grupo español Occidental, propietario del Allegro Papagayo, que viajaron con urgencia a Costa Rica para atender la emergencia. No les ha quedado más opción que desalojar a 588 huéspedes y comprometerse a corregir el tratamiento de las aguas residuales para evitar que la materia fecal acabe en las aguas en las que se bañan los turistas o en las calles que conducen a las plantas de tratamiento.
Otros tres grandes hoteles están en la mira de las autoridades sanitarias, pues sus prácticas contaminantes podrían provocar la retirada de la bandera azul de algunas playas, que aporta tranquilidad y dólares de viajeros interesados en hacer "turismo responsable". "Están bajo la lupa. Salud debe rectificar los resultados, pero, si fuera por mí, mañana mismo bajamos la bandera azul a esas playas", dijo al diario Al Día el director del Laboratorio Nacional de Aguas, Dárner Mora, quien denunció también amenazas de hoteleros en su contra. Unas 70 órdenes sanitarias están ahora en trámite en las oficinas públicas.
La ministra de Salud, María Luisa Ávila, recibió el apoyo directo del presidente Arias para tomar una decisión que, habida cuenta del peso económico de los promotores de hoteles, no debe de ser fácil. "No vinimos a jugar con cromos. Un turista no viene a Costa Rica a meterse en una playa contaminada de materia fecal. Los hoteleros tienen que saber que no estamos jugando, sino emitiendo documentos legales de enormes implicaciones", ha dicho a EL PAÍS. Acusaciones legales pesan ahora contra la cadena Occidental en tribunales ambientales, agregó Ávila.
El Allegro Papagayo es un complejo hotelero de medianas proporciones que contratan las agencias dentro de paquetes preparados hasta el último detalle, al estilo de las islas del Caribe y apartado del ideal de visitante que persigue Costa Rica, más adinerado e interesado en la ecología. El complejo presenta entre sus principales ventajas la vista al golfo de Papagayo, alrededor del cual se desarrolla un polo turístico propiedad del Estado y dado en concesión a cadenas internacionales, cuyas instalaciones resultan atractivas para famosos como Anna Sharapova o Mel Gibson.
El auge del negocio ha convertido a Papagayo, en la provincia de Guanacaste, en un ejemplo del dilema entre rentabilidad y protección del ambiente, pues abundan estudios que señalan el riesgo al que se enfrentan los recursos hídricos de esta zona, donde se han perforado cientos de pozos para abastecer los complejos y mantener verdes los campos de golf. Municipalidades y entidades gubernamentales se enfrentan con dificultades para hacer cumplir las leyes del país que más respeta el medio ambiente en todo el continente americano, según el último informe del Foro Económico Mundial. En todo el mundo, sólo lo superan Suiza, Suecia, Noruega y Finlandia.
A pesar de su buena reputación ambiental y el énfasis que las autoridades dan a este asunto en los escaparates internacionales, la falta de planificación urbana y la presión turística sobre bosques y playas continúan amenazando al país, que lleva años vendiéndose en el mundo bajo el lema de "sin ingredientes artificiales". Sin embargo, cada hora son vertidos 180.000 litros de aguas sucias en los ríos de la zona central del país, a falta de recursos para un alcantarillado sanitario acorde con la imagen ecológica que busca el millón y medio de turistas registrados cada año. Ellos son los generadores del 7,5% del producto interior bruto (PIB) costarricense.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.