Movilización global contra la "indiferencia del bueno"
Convocadas para hoy marchas en 130 países contra la violencia de las FARC
Cuando Camilo Garavito leyó, como otros muchos colombianos, los desgarradores testimonios de las cartas de los secuestrados por las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), tras la liberación de Clara Rojas y Consuelo González el 10 de enero, pensó que la sociedad colombiana no podía seguir hacia adelante inmune ante tanta barbarie. Como colombiano, tenía que responder a las palabras del coronel Mendieta secuestrado por la guerrilla desde hace diez años: "No es el dolor físico el que me detiene, ni las cadenas en mi cuello lo que me atormenta, sino la agonía mental, la maldad del malo y la indiferencia del bueno".
Esa indiferencia es la que quiere combatir Garavito, un arquitecto de 29 años que nunca ha conocido la paz en su país. Este colombiano ha decidido salir de su letargo y alzar su voz junto a otros miles de colombianos en una movilización contra las FARC que tendrá lugar hoy en 130 países de todo el mundo y que ha sido convocada a través de Internet.
Pese a que los organizadores han rechazado cualquier politización de la marcha contra la guerrilla colombiana, su convocatoria no ha logrado la unanimidad buscada. "La movilización surge libre de iniciativas políticas. Quien mata, quien secuestra es las FARC y nos dirigimos a ella. Buscamos un mensaje único e inequívoco: no más FARC", explica a EL PAÍS Garavito, coordinador de la marcha en Madrid. También señala que la sociedad colombiana empieza a despertarse de la anestesia colectiva. Uno se acostumbra pronto desde pequeño a las cifras de muertos y secuestros. "Necesitamos decir al mundo que estamos cansados de vivir así. Condenamos cualquier tipo de terrorismo, pero sobre todo queremos que se sepa que la mayoría de los colombianos no apoyamos a las FARC, que no nos representan como Ejército del pueblo, que no apoyamos su lucha armada, ni sus tácticas de muerte y secuestro", concluye Garavito.
La iniciativa, que surgió el 4 de enero a raíz del dantesco episodio de la identificación de Emmanuel (el hijo que Clara Rojas tuvo durante su secuestro y que permaneció en una insitución durante tres años), nació en Barranquilla, cuando un ingeniero de sistemas colgó en la Red social Facebook una nota: "Un millón de voces contra las FARC". La reacción fue espontánea y masiva. En menos de cinco días el grupo creado en la web logró reunir a más de 40.000 miembros. A fecha de hoy cuentan con 218.000. Fue una catarsis social, colombianos de todas las edades y de todas las ideologías, desde distintos países, sintieron la necesidad de sensibilizar al mundo sobre el conflicto colombiano.
"Ha sido fácil encontrar el apoyo de la gente porque todos los colombianos estamos indignados con lo que pasa en nuestro país. Es un sentimiento generalizado. Tal vez haya ayudado el que muchos vivamos fuera y eso te hace tener una visión más objetiva de lo que ocurre allá. Y lo que sucede en Colombia no es normal", cuenta Garavito, que lleva tres años viviendo en Madrid.
La movilización de hoy ha generado polémica. ¿Por qué contra las FARC y no contra el terrorismo de otras guerrillas, como los paramilitares o el Ejército de Liberación Nacional (ELN)? ¿Se puede lograr una iniciativa cívica sin tomar partido político?
Desde la organización afirman que la mayoría de los colombianos que se van a manifestar hoy rechazan también otras formas de violencia, tales como el paramilitarismo o el ELN, pero quieren que el mensaje de la movilización sea claro y único contra las FARC; de otra forma, se dispersa el mensaje. "Las cartas y las imágenes de nuestros compatriotas secuestrados en la selva, encadenados, famélicos y agonizantes han sensibilizado al pueblo colombiano como nunca antes", explica Aliño Ramírez, presidente de la Asociación América Activa y miembro del comité organizador de la marcha en Madrid.
Mientras el Gobierno de Álvaro Uribe y la Iglesia apoyan la convocatoria, hay voces que rechazan el enfoque de la movilización. El presidente del izquierdista Polo Democrático Alternativo (PDA), Carlos Gaviria, tildó a los organizadores de "intolerantes dentro del unanimismo" y recalcó que la marcha debe de ser contra la violencia y el secuestro de todos los grupos. Los organizadores respondieron tajantes: "No estamos en favor o en contra del acuerdo humanitario, sólo queremos rechazar a las FARC sin meter otros temas ni otros agentes de violencia". El pueblo indígena Paez, premiado por la ONU en 2001, también rechaza la marcha, porque considera que divide y polariza al país. Los aborígenes critican que la marcha haya sido convocada únicamente contra las FARC y no contra los demás actores del conflicto armado interno y sus prácticas delictivas.
¿Soluciones? "Nunca hemos dejado de tener conciencia de que la marcha la hemos organzizado gente joven, políticamente inexperta. Estamos expresando un sentimiento. La responsabilidad de aportar soluciones se la dejamos a los políticos", dice el coordinador de la marcha de Madrid.
Derribar los falsos mitos de las FARC. Quitar legitimidad a las acciones de la guerrilla colombiana, que según el ministro de Defensa colombiano, Juan Manuel Santos, ha perdido la mitad de sus integrantes y actualmente cuenta con 6.000 y 8.000 combatientes. Éstas son las metas de la plataforma social que está detrás de la marcha global. "Queremos que abandonen las armas, que tomen el camino democrático y se integren en la sociedad. Ya no queda nada de la guerrilla campesina que luchaba por el pueblo", señala Camilo Garavito.
Las FARC, la mayor y más antigua guerrilla colombiana, se creó en 1964 y tiene medio centenar de facciones distribuidas en buena parte del país. Muchos de sus combatientes fueron reclutados desde la infancia y no conocen otro modo de vida. Con los años, se han se han convertido en el principal productor de coca de Colombia y mantienen en la actualidad a 750 rehenes secuestrados, 42 de ellos conocidos como canjeables por 500 rebeldes de las FARC.
"Buscábamos sensibilizar a los colombianos, pero nos dimos cuenta de que ya lo están. Lo ideal sería que las FARC dejen las armas y se integren en la sociedad. Al fin y al cabo, son colombianos como nosotros", afirma Garavito.
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