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Entrevista:

"Puede haber excesos después de Kosovo, pero no una guerra"

Haris Silajdzic, representante bosniaco de la presidencia de Bosnia-Herzegovina afirma que "pagar a Serbia con Bosnia será negativo para la región"

En el hermoso edificio de estilo vienés de la Presidencia de Bosnia-Herzegovina de Sarajevo hay tres presidentes separados por kilométricos pasillos y cuyos despachos ocupan tres de los vértices: el bosniaco, Haris Silajdzic, el serbio Nebojsa Radmanovic y el croata Zeljko Komsic. De los tres, Silajdizic, de 62 años, es el único que tuvo responsabilidades políticas durante la guerra: ministro de Exteriores y jefe del Gobierno. Debido a su dominio de idiomas (inglés, francés, árabe y albanés) fue el rostro de Bosnia, el primero en denunciar la limpieza étnica y proclamar el derecho de los bosniacos (término que prefieren al de musulmanes) a defenderse. Hoy, 13 años después, está sumido en la batalla de cambiar la estructura del Estado. "Queremos que Bosnia sea un país normal. Es necesario pasar de la etnocracia a la democracia".

Sentado en su despacho, remueve ceremonialmente su café, la bebida favorita de los bosnios. Niega que la corrupción sea el mayor obstáculo de Bosnia ("tenemos, como en cualquier parte de Europa"). A su entender, el problema gordiano es el bloqueo político, que las tres nacionalidades estén por encima del Estado. Habla muy despacio, como si le pesaran las palabras, y admite su preocupación por el efecto Kosovo. "Es el último eslabón de una cadena, no el comienzo de una nueva. Después de la independencia puede haber excesos de los llamados elementos incontrolados, pero no una guerra". Le preocupa más la comunidad internacional: "Pagar a Serbia con Bosnia, haciendo más fuerte a la Republica Srpska, sería negativo para la región, un mensaje muy peligroso: puedes cometer un genocidio, dejar pasar un tiempo y quedar libre de culpa".

Silajdizic evita la respuesta sobre su responsabilidad en la ineficacia del Estado y no acepta ser parte de la retórica irresponsable que utilizan los líderes bosnios, que en diciembre provocó una ola de pánico y el acaparamiento de productos básicos. "Es una reacción normal la de la gente después de lo que pasó en Sarajevo, un sitio que duró más que el de Leningrado. No creo que pueda haber otra guerra. No hay suficiente voluntad ni medios para hacerla. La guerra anterior vino de Serbia porque quisieron alargar sus fronteras. Ahora Serbia no tiene los mismos dientes".

"Dayton resolvió un problema, la guerra. Es un acuerdo de paz. No está diseñado como solución permanente. Vamos hacia la Unión Europea [Bosnia aspira a firmar en marzo el Acuerdo de Asociación y Estabilización, antesala de ser candidato a la adhesión]. Es en lo único que estamos de acuerdo los dirigentes de las tres nacionalidades, pero diferimos en qué tipo de Bosnia debe entrar. Nosotros defendemos que se apliquen los estándares y los valores de la UE. Por eso Dayton está superado. Queremos un Estado de ciudadanos, no de grupos étnicos. Si no cambiamos la división de Bosnia tendremos una crisis permanente. El status quo beneficia a los que cometieron las atrocidades, por eso ellos no quieren modificarlo".

"Hay gente que piensa que lo que lo mejor es que gane [el candidato de Partido Radical, Tomislav] Nikolic y que terminemos con esa farsa de democracia. Así, la gente sabrá con quién nos estamos jugándonos el futuro", dice en referencia a las elecciones presidenciales del domingo en Serbia. "El Partido Radical no reconoce las fronteras de Bosnia. Serbia no se ha enfrentado aún a la verdad. Reconocer lo que pasó será lo mejor para ellos y para todos, pero obviamente no están preparados para empezar la catarsis y la comunidad internacional no está preparada para enfrentarse a los radicales. Prefieren cooperar, como hicieron con Slobodan Milosevic. Por eso creo es mejor que siga [Borís] Tadic".

"Se cometió el error una vez, se negoció con Milosevic después de Vukovar [la peor matanza de la guerra de Croacia en 1991] y sucedió Bosnia, sucedió Srebrenica. Se siguió negociando con él. Se le sentó a la mesa de los que hacían la paz, y sucedió Kosovo. No han aprendido la lección. Ahora están preparados para negociar con Nikolic como lo hicieron con Milosevic. Quizá los bosniacos nos quedemos fuera del juego, pero no Serbia. Lo llaman pragmatismo. Una visión muy corta y arriesgada. Si no se puede demostrar en Bosnia-Herzegovina que es posible la sociedad multicultural, no se podrá demostrar en ningún otro sitio de Europa".

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