La segregación de hombres y mujeres en los autobuses de Israel llega a la Justicia
La demanda de una mujer va contra una empresa que sirve a la comunidad ortodoxa judía
El Tribunal Supremo israelí estudiará una demanda contra la segregación de hombres y mujeres en los autobuses que sirven a la comunidad ortodoxa judía, a raíz de denuncias de coerción y amenazas contra pasajeras "rebeldes".
Los magistrados estudiarán una querella presentada por la escritora Naomi Ragen, que hace un año denunció que había sido "humillada, insultada y amenazada físicamente" por no respetar la costumbre entre los ortodoxos de que las mujeres se sienten en las filas traseras de los autobuses y los hombres en las delanteras.
La querellante alega que es ilegal ese orden en el interior de los autobuses que sirven a los ortodoxos, aunque responda a un acuerdo entre ese grupo religioso y la compañía Egged, que tiene casi el monopolio del transporte público en este país.
Ragen es judía y pertenece al Centro Israelí de Acción Religiosa (CIAR). "El Gobierno no está dispuesto a solucionar esto, y por tanto debe intervenir la justicia", ha explicado la abogada de esa institución religiosa, Einat Hurvitz.
Los demandantes exigen imponer a la empresa de transportes y a los contratantes de ese servicio para ortodoxos la norma de que la separación entre mujeres y hombres debe ser voluntaria, y no objeto de coerción por parte de los integristas religiosos. Según la letrada, la segregación sexual que existe en los medios de transporte se ha extendido a otros sectores de los servicios públicos, como centros médicos y oficinas postales.
Las demandantes comparan la actual situación con la discriminación racial registrada hasta la década de los años veinte en el sur de Estados Unidos, y el régimen de "apartheid" que estuvo vigente en Sudáfrica hasta la década de los años 90.
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