Calaveras y coca para los muertos
Los bolivianos celebran una fiesta que irrita a la Iglesia
Los cementerios del área andina de Bolivia se llenaron ayer de calaveras, coca y flores, en una tradición precolombina de adoración a los muertos que se mezcla con la fe cristiana y que desaprueba la Iglesia Católica.
Los fieles acudieron desde primera hora a los camposantos, pertrechados con los cráneos de familiares fallecidos o de desconocdos, para montar allí unos pequeños altares en los que tampoco faltó el tabaco, las flores y la música. A las calaveras se les da de fumar, se les sirve alcohol, se les canta y se les piden deseos y favores, como salud para los seres queridos o éxito en alguna empresa.
El Cementerio General de La Paz amaneció lleno de devotos de los cráneos y vendedores ambulantes, a los que fueron sumándose a lo largo de la mañana periodistas y turistas. Este resurgimiento lo explican los antropólogos por la migración interna hacia la ciudad desde el campo, desde donde los campesinos indígenas lo han llevado a La Paz.
Edgar Mena, parroco de la zona, en conversación con Efe, mostró su "total desacuerdo" con la fiesta y calificó la celebración de "superstición" que se "desvía del sentimento religioso" y que "afecta al culto al verdadero Dios". "No tiene nada que ver con la fe", agregó el sacerdote.
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