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Centroamérica y la UE discrepan hasta en el saludo

La primera ronda de negociaciones para un acuerdo de asociación desvela profundas disparidades

La primera ronda de negociación de un Acuerdo de Asociación entre Centroamérica y la Unión Europea (UE), celebrada la semana pasada, sirvió a las autoridades de ambos bloques para constatar que el proceso no será precisamente un encuentro de amigos del colegio que viven en los extremos del océano Atlántico.

Condiciones, advertencias y criterios dispares sobre los puntos de partida centraron unas sesiones que, sin embargo, lograron su cometido: estudiar las metodologías y tantear el ambiente en el que podría gestarse el tercer tratado europeo en este continente, después de los ya firmados con México y Chile.

Superadas las disyuntivas sobre cómo negociar en bloque sin herir susceptibilidades internas, las autoridades de Guatemala, Honduras, El Salvador, Nicaragua y Costa Rica se reunieron la semana pasada en la capital costarricense, San José, para ver cómo los europeos colocaban encima de la mesa asuntos en cierto modo previsibles, aunque quizá no de un modo tan tajante.

La consolidación de la Unión Aduanera Centroamericana para que haya una libre circulación de sus bienes por un territorio en el que viven unos 40 millones de personas y la instauración de un organismo jurídico válido en todo el istmo fueron los dos principales mínimos mencionados en la ronda, en la que la diplomacia fue clave para evitar discusiones.

El rigor europeo fue sentido por los centroamericanos como las primeras garras del segundo felino comercial, después de EE UU, que intenta negociar de manera conjunta un acuerdo comercial con los cinco países más Panamá, que participó como observador y se estudia unirse en los próximos meses—. Aunque los propios gobernantes habían advertido que Europa es un "hueso más duro" que Estados Unidos, firmante de un tratado de libre comercio (TLC) negociado en 2003, escondían alguna esperanza de que la primera ronda fuera más amistosa. Ahora sabrán a qué atenerse en la segunda vuelta, que se celebrará en febrero en Bruselas.

La UE, sin embargo, dejó claro que la negociación llevará ritmos europeos y no tropicales. Por eso, comenzó urgiendo a Centroamérica a que consolide rápidamente la Unión Aduanera, para lo cual falta la ratificación de Costa Rica y la incorporación plena de Panamá al Sistema de Integración Centroamericana (SICA).

Éstos son los dos países más atractivos para la UE en su afán comercial e inversor, el aspecto más importante y, por tanto, más delicado de un Acuerdo de Asociación que también incluye temas de cooperación y de diálogo político, componentes que son subrayados de manera reiterada en esta región para intentar evitar que los escépticos vean este acuerdo como un TLC más.

La primera ronda, dirigida en el lado centroamericano por el costarricense Roberto Echandi (embajador en Bruselas) y en el europeo por el portugués João Aguiar, topó con otra divergencia cuando se mencionó el punto de partida para negociar los temas comerciales. Para los centroamericanos, el nivel mínimo son los beneficios que le concede la UE en el programa SGP Plus, que perdona aranceles de entrada a productos agrícolas como los zumos de piña y de naranja, los melones y las rosas. Los europeos, no obstante, insisten en partir de los topes que se establecen en la Organización Mundial del Comercio (OMC), menos ventajosos para el istmo. "Somos más ambiciosos que el SGP; estamos negociando más que eso. ¿Para qué negociar y obtener lo mismo que se tiene? (...) Ellos quieren partir del arancel que aplican al mundo y ahí estamos teniendo ya nuestros encontroncitos, ciertamente muy fuertes", dijo Echandi a la prensa la semana pasada. Aunque Aguiar mencionó la necesidad de que los centroamericanos reconocieran todos la jurisdicción de la Corte Centroamericana de Justicia, se vio obligado a matizar sus palabras, ya que el tema de las instituciones de unión política en el istmo causa escozor.

El jefe negociador precisó que lo que Europa espera es un sistema jurídico con validez suficiente para resolver eventuales conflictos entre Estados o empresas, pero no necesariamente la CCJ, uno de los organismos sobre los cuales se basa la idea del modelo de integración centroamericana al estilo europeo.

La ronda terminó con el compromiso de depurar para el siguiente encuentro la lista de productos y sectores que serán incluidos en el acuerdo, entre los cuales los lácteos, el azúcar y el banano son temas de interés para Centroamérica. Dada la pequeñez y el bajo poder de consumo centroamericano, se cree que los europeos están más atraídos por la posibilidad de mejorar las condiciones para invertir en el istmo y participar en servicios como telecomunicaciones, banca y seguros.

"Es una cuestión de la negociación misma y no voy a exponerlo ahora", contestó Aguiar a una pregunta del periódico La Nación, de Costa Rica. El programa de negociación prevé siete rondas más, que se realizarán de manera alterna entre Bruselas y un país centroamericano.

En algún momento la meta fue poder firmarlo en mayo de 2008, durante la Cumbre UE-Latinoamérica de Lima (Perú), pero ahora la intención es poder terminarlo para finales de ese año, si Europa acepta trabajar con una visión respetuosa del ritmo centroamericano y no con "mentalidad colonialista", como pidió el presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, el lunes en una reunión con su colega de El Salvador, Elías Antonio Saca.

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