El mate
Las victorias tienen muchos padres pero las derrotas son huérfanas. El ex director de la CIA, George Tenet, así lo demuestra en el libro que acaba de publicar para sacudirse las responsabilidades que otros le atribuyen sobre la invención de las mentiras de la guerra de Irak. Tenet no quiere seguir siendo el chivo expiatorio que pague las culpas por la leyenda de las inexistentes armas de destrucción masiva. El libro acaba de salir esta semana en Estados Unidos con el título de ’At the Center of the Storm’ (En el centro del huracán) y ya ha sido profusamente reseñado en la prensa americana. A falta de una lectura directa, estas reseñas nos permiten saber que Estados Unidos tomó la decisión de ir a la guerra de Irak sin ningún debate serio, según el ex director de la CIA. O que la decisión de atacar a Irak estaba ya inscrita en la presidencia de Bush, mucho antes del 11 de setiembre de 2001. En realidad, pocas novedades. Ya lo sabíamos. La gracia es que lo diga ahora el ex director de la CIA, aunque sólo sea por resentimiento o para defender su honor mancillado.
Tenet se defiende como gato panza arriba de las acusaciones que le han llovido y que han empezado a aparecer también en la abundante literatura periodística sobre la guerra. Acudo a ‘State of War. The Secret History of the CIA and the Bush Administration’ (Estado de guerra. La historia secreta de la CIA y la Administración Bush) , de James Risen, para contar con sus palabras lo que ha sido, al parecer, el sortilegio maldito que condenó a Tenet. “George Tenet será recordado por la historia por una frase memorable: ‘slam dunk’. Desde que Boob Woodward reveló en su libro “Plan de ataque” que Tenet había asegurado al presidente Bush que el caso de las armas de destrucción masiva era un ‘slam dunk’, la frase se le ha pegado a Tenet y lo ha transformado en el rostro de uno de los mayores fallos de la historia del espionaje”. ¿Qué es un ‘slam dunk’? Es el mate del baloncesto, un tiro tan fácil (si se sabe hacer, claro) que el porcentaje de aciertos es del cien por cien. En su libro, Tenet nos confirma que efectivamente pronunció la expresión maldita y que, debidamente descontextualizada, le ha convertido en el culpable de los errores de la guerra. Lo que le respondió a Bush cuando éste le preguntó si se podía buscar argumentos para atacar a Sadam es el equivalente norteamericano a nuestro ‘esto está chupado’.
Habrá que leer su libro, pero de momento señalemos que el otro libro, el de Risen, atribuye a Tenet la responsabilidad por las ‘renditions’ o entregas de prisioneros a terceros países para que sean interrogados y torturados. Asegura, citando fuentes anónimas de la CIA, que su director jamás protestó ante la presión de la Casa Blanca. El mensaje que transmitía a su gente era que “la guerra de Irak era inevitable y la CIA debía cumplir con su parte”. Un año antes de la invasión, los agentes dedicados a Irak transmitían a sus colegas la idea de que la guerra en el país árabe estaba en la agenda de Bush desde el primer momento. Y para postre, unos documentos famosos y bastante perjudiciales para Bush y Tony Blair, los “Memorándums de Downing Street”, que contienen las minutas de las reuniones entre la cúpula de la CIA y la del británico MI6, dicen claramente que “el jefe de la CIA y otros oficiales de la CIA no creían que la inteligencia sobre las armas de destrucción masiva fuera importante, puesto que la guerra iba a llegar de una forma u otra”.
De todas las reseñas que he leído del libro, quiero destacar la de uno de los periodistas que estuvieron a favor de atacar a Sadam Hussein, que se apunta a la culpabilización de Tenet. Se trata de Chistopher Hitchens, que le pone a caer de un burro en un artículo en Slate, pero parte incluso de mucho antes de la fabricación del caso de las armas de destrucción masiva. El ex director de la CIA era una de las pocas personas “que sabía positivamente que [los terroristas] estaban entre nosotros, en escuelas de vuelo, y decidió dejarles tranquilos”, escribe Hitchens. Y añade: “La única cuestión interesante es saber por qué el presidente no echó esta persona vana e inútil el primer día de la guerra”. Bush, en cambio, le dio la Medalla Presidencial de la Libertad, señala el periodista indignado.
Por lo que se ha podido leer hasta ahora, el libro de Tenet no aporta novedades, fuera del aliño de la autoindulgencia y la autojustificación. Confirma en todo caso lo que decía al principio y que pertenece al caudal de la más vieja sabiduría: que las victorias tienen muchos padres pero las derrotas son huérfanas. También lo que ya intuíamos: que hay chivos expiatorios y literatura exculpativa e inculpativa para rato. Y finalmente lo que nos sigue escandalizando: que la pelea por las responsabilidades empieza sin que todavía se vislumbre esperanza alguna para Irak en el horizonte.
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