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Crisis del gas

Moscú y Minsk están al borde de una guerra comercial por la crisis del petróleo

Rusia y Bielorrusia se encuentran al borde una guerra comercial por el contencioso petrolero que ha supuesto la suspensión de las exportaciones de crudo ruso a Europa a través del territorio bielorruso. El periódico Védomosti, que se publica conjuntamente con The Wall Street Journal y Financial Times, ha revelado que el Gobierno de Rusia presentará los próximos días un paquete de medidas que incluye la implantación de aranceles de importación para mercancías bielorrusas.

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Una fuente del Ejecutivo citada por el periódico señala que ya en febrero pueden implantarse aranceles de importación para los productos cárnicos, lácteos, televisores y muebles bielorrusos, que hasta ahora ingresan en el territorio de Rusia exentos de aranceles, en virtud de acuerdos bilaterales. Los aranceles de importación pueden afectar a más de la mitad de las exportaciones bielorrusas y alcanzar un monto total de 6.000 millones de dólares Entre el 80 y 99 por ciento de las exportaciones de estas mercancías bielorrusas tienen como destino Rusia, por lo que la introducción de dichos aranceles supondría un duro golpe a la economía de Bielorrusia.

El consorcio estatal ruso Transneft cesó, el pasado tres de enero el bombeo de crudo con destino a Europa Occidental tras denunciar que Bielorrusia estaba extrayendo ilegalmente petróleo del oleoducto Druzhba (Amistad) que pasa por su territorio. Con anterioridad, a comienzos de diciembre pasado Rusia impuso un arancel de exportación al petróleo con destino a Bielorrusia, tras lo cual Minsk se negó a comprar crudo ruso y estableció una tasa de tránsito de 45 dólares por tonelada para el hidrocarburo que Moscú exporta a Europa por el oleoducto Druzhba.

El Gobierno ruso tachó de ilegal la tasa bielorrusa y reclamó su revocación como condición para iniciar consultas a fin de resolver el contencioso, que ha dejado sin suministros de crudo ruso a Alemania, Polonia, República Checa, Eslovaquia y Hungría. Rusia exporta por los oleoductos bielorrusos cerca de 100 millones de toneladas anuales de crudo, el 70 por ciento con destino a Polonia, Alemania, República Checa, Eslovaquia y Hungría, y el 30 por ciento restante hacia Lituania, Letonia y Estonia.

La suspensión del bombeo del crudo ruso hacia Europa ha renovado las preocupaciones sobre la fiabilidad de Rusia como suministrador de recursos energéticos. El presidente de Rusia, Vladímir Putin, ha encargado al gabinete de Ministros "hacer todo lo necesario para garantizar los derechos de los consumidores occidentales". Según el jefe del Kremlin, el Gobierno debe elaborar un paquete de medidas para "defender los intereses de la economía nacional" y que debe "abarcar todo el espectro de las relaciones" con Bielorrusia.

De acuerdo con una ley, que entró en vigor en diciembre pasado, el presidente de Rusia está facultado para implantar sanciones económicas en caso de que "se requiera una respuesta inmediata a acciones internacionales ilegales o actos hostiles de un Estado extranjero, de sus instituciones o funcionarios". En opinión de la mayoría de los comentaristas locales, una guerra comercial ruso-bielorrusa supondría el fin de la "economía social de mercado" de Bielorrusa, que hasta ahora se ha beneficiado de un trato altamente preferencial por parte de Moscú.

Para el presidente bielorruso, Alexandr Lukashenko, a quien Estados Unidos llama "el último dictador de Europa", la ruptura con Moscú podría suponer el fin de su régimen, pues en condiciones de una guerra comercial no estaría en condiciones de garantizar el cumplimiento de sus programas sociales.

El presidente ruso Vladímir Putin en la reunión con su equipo de Gobierno.
El presidente ruso Vladímir Putin en la reunión con su equipo de Gobierno.EFE

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