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Bush no desvelará el nuevo plan para Irak hasta después de Navidad

Siete de cada diez estadounidenses desaprueban la actuación del Gobierno estadounidense en el país árabe

EFE

Los estadounidenses tendrán que esperar, muy probablemente, hasta después de las fiestas navideñas para escuchar el discurso a la nación en el que el presidente George W. Bush desvele su nueva estrategia en Irak. Fuentes de la Casa Blanca han anunciado que ese discurso, que en principio estaba previsto para antes de Navidad, tendrá que retrasarse, casi con toda seguridad, a enero porque "queda mucho trabajo por hacer".

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El hecho de que se cambie la fecha del anuncio del esperado nuevo rumbo en Irak no quiere decir, de acuerdo con las fuentes, que las decisiones que vaya a anunciar Bush supongan un cambio radical con respecto a la estrategia actual o que el presidente tenga dificultades para tomar esas decisiones. Simplemente, han añadido, que es un proceso que requiere tiempo porque necesita una serie de "cálculos tácticos" y porque implica "asuntos de Estado" en la región.

Bush sigue dedicando prácticamente toda su agenda de trabajo a escuchar dictámenes, ideas y posibles alternativas de todos los actores implicados. Hoy se ha reunido con altos cargos militares incluidos algunos de los que están en territorio iraquí, con quienes participó en una videoconferencia- en un acto más de los que está protagonizando en los últimos días para recabar la máxima información posible antes de fijar el que será el nuevo rumbo en Irak. En el encuentro estaban presentes, entre otros, el todavía jefe del Pentágono, Donald Rumsfeld; su sucesor Robert Gates; el jefe del Estado Mayor Conjunto, Peter Pace; el jefe del Mando Central de EEUU, John Abizaid, y, desde Irak, el comandante responsable de las tropas de EEUU en el país árabe, George Casey.

Ronda de Consultas

Más tarde, Bush retomó las consultas con el "número dos" del gobierno iraquí, el suní Tarek Al Hashemi, un gran crítico del primer ministro Nuri Al-Maliki, de confesión chií. Al término del encuentro, celebrado en el Despacho Oval de la Casa Blanca, el presidente dijo que el mensaje que había trasladado al dirigente iraquí y a los ciudadanos de ese país es que "queremos ayudarles" y "queremos ayudar a su gobierno a que sea efectivo". "Nuestro objetivo es ayudar al gobierno iraquí a hacer frente a los extremistas y asesinos, y apoyar a la gran mayoría de iraquíes que son gente razonable que quiere la paz", añadió Bush.

Al-Hashemi aseguró que comparte con el mandatario estadounidense la teoría de que no hay ninguna alternativa al éxito en Irak y se mostró convencido de que, con la ayuda de Washington, "uniremos fuerzas para lograr ese éxito en el futuro inmediato". El presidente le ha escuchado y se ha quedado con la información que le ha proporcionado Al-Hashemi, al igual que ha hecho durante la larga ronda de contactos que inició la semana pasada y que, en principio, está previsto que concluya mañana, miércoles, en el Pentágono, adonde se desplazará para reunirse con altos mandos militares. A partir de ahí, Bush se dedicará a digerir toda la información recibida hasta que las distintas piezas comiencen a "cristalizar" en una estrategia, afirmó hoy la portavoz adjunta de la Casa Blanca Dana Perino.

Incertidumbre ante la nueva estratégia

De momento no ha desvelado ninguna pista en torno a las decisiones que guiarán esa nueva estrategia, aunque algunos de sus interlocutores en esta intensa ronda de contactos están convencidos de que habrá novedades. Es el caso de un militar retirado que este lunes se reunió con el presidente, Wayne Downing, quien aseguró hoy en declaraciones a la cadena de televisión NBC que "la impresión que tuve es que habrá algunos cambios".

Bush es consciente de que algo tiene que modificar, no sólo por el varapalo electoral que sufrió en los comicios legislativos del mes pasado, sino también porque las encuestas siguen reflejando una progresiva pérdida de apoyo debido, en gran parte, a su estrategia en Irak. Una de esas encuestas revela hoy que siete de cada diez estadounidenses desaprueban la forma en que el presidente está gestionando la guerra, lo que representa el mayor porcentaje de rechazo a su gestión desde el inicio del conflicto, en marzo de 2003.

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