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Entrevista:Clérigo disidente iraní

"Irán es gobernado por una minoría que se impone por la fuerza"

Ángeles Espinosa

Llena las salas de conferencias y sus libros se venden como rosquillas. Ni cantante de moda ni afamado novelista. Mohsen Kadivar (Fassa, 1959) es un clérigo iraní. En un momento en que los reformistas laicos están de capa caída, Kadivar sigue siendo una amenaza al liderazgo religioso porque él también lleva turbante. Critica desde dentro del sistema y con sus mismas armas. Con una docena de libros y un centenar de artículos publicados, aún levanta controversias por sus críticas al líder supremo, Ali Jamenei, símbolo del sistema político iraní.

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Fue el primer intelectual religioso encarcelado cuando, tras el triunfo de Mohamed Jatamí en las presidenciales de 1997, los conservadores iniciaron una campaña contra el movimiento reformista. Cumplió 18 meses en confinamiento solitario en Evin por haber escrito un libro sobre los límites de la teocracia. Tras salir de la cárcel en 2001, pasó dos semestres en la Facultad de Derecho de Harvard. Algunos analistas opinan que las perspectivas de un cambio en Irán dependen de jóvenes clérigos disidentes como él que reten a los revolucionarios originales que ahora tienen entre 60 y 70 años.

Doctorado en Filosofía Islámica y Teología, fue alumno de Husein Ali Montazeri, el disidente de más alto rango en el estamento clerical iraní. Como él, está convencido de que Islam no está amenazado por el pensamiento occidental. Enseña en la Universidad Tarbiat Modarres, de cuyo departamento de Filosofía fue director hasta el curso pasado. Sin embargo ahora, ni siquiera puede recibir visitantes extranjeros en su despacho. Citó a esta corresponsal en la Biblioteca de la +huseiniya+ Ershad, el oratorio chií donde el influyente filósofo prerrevolucionario Ali Shariati pronunciaba sus discursos.

Pregunta. ¿Qué ha pasado con la ola reformista que barrió Irán hace nueve años? Da la sensación de que ha desaparecido.

Respuesta. No, no ha desaparecido del todo. En Irán carecemos de un pasado democrático y el cambio es silencioso y gradual. En primer lugar por nuestra Economía. Depende del petróleo en más del 90%. Eso significa que el Gobierno no necesita los impuestos de los ciudadanos y, en consecuencia, no les obedecen ni les escuchan. Son los ciudadanos los que necesitan al Gobierno. También por la política. Nuestra Constitución coloca más del 70% del poder en manos del líder supremo, que no es elegido de forma democrática, ni está bajo el control de los ciudadanos. Así que cuando no le gusta una determinada corriente de la sociedad, tiene el derecho de veto. El presidente y el Parlamento se eligen de forma democrática, pero todas las elecciones están supervisadas por el Consejo de Guardianes, que está designado por el líder supremo, y su poder es absoluto. Tampoco responden ante ninguna institución democrática. En consecuencia, en muchas ocasiones, las elecciones en Irán no son justas ni democráticas.

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P. ¿Eso significa que las elecciones municipales y a la Asamblea de Expertos de la próxima semana no serán limpias?

R. No todas elecciones son sistemáticamente amañadas, sino que las opciones de los ciudadanos no son todas las que existen en la sociedad. Creo que los candidatos que aprueban representan menos del 50% de las corrientes que se dan en la sociedad. Así, por ejemplo, para la Asamblea de Expertos no tenemos ningún candidato reformista. En mi caso, me presenté a candidato a esa asamblea hace ocho años y les dije que podía pasar el examen que quisieran, pues había quedado el primero en las pruebas del Seminario de Qom. Sin embargo, el propio ayatolá Janati ((Ahmad Janati, presidente del Consejo de Guardianes)) me dijo que no se me permitía pasar ningún examen porque lo había suspendido antes de pasarlo. Cinco meses después, me encarcelaron. Quizás querían evitar tener un miembro en la cárcel... ((sonora carcajada)) He escrito una serie de artículos, porque no puedo publicarlos como libro, bajo el título +Gobierno designado+ porque frente al concepto de ?gobierno elegido? de John Stuart Mill, nosotros tenemos un gobierno designado. Lo mismo es válido para los miembros de la Asamblea de Expertos, que son designados por el líder supremo al que, en teoría, tienen que controlar. Resulta contradictorio.

P. Usted habla de las dificultades institucionales, pero ¿dónde están los chicos que gritaban ?Libertad para Kadivar? en febrero de 2000?

R. Están en la sociedad, pero guardan silencio. Nuestros representantes reformistas no están tan activos. Fracasaron. Jatamí y sus hombres fracasaron. No tenían un programa y, en el segundo mandato, tampoco fueron tan valientes. Jatamí es un caballero digno y culto, pero no es un político. Además, tampoco consultó con sus amigos, durante los cuatro años de su segundo mandato. Le conozco bien y considero que no era la persona adecuada para ese cargo. No quiere decir que no hiciera nada. Lo hizo. Incrementó el nivel de democracia, pero no lo suficiente. Sólo un poco. Así que después de ocho años, si ((los conservadores)) quieren pararnos, a los reformistas, necesitan acudir a los tribunales, no como antes que recurrían a manifestaciones en la calle o corrientes sin nombre que en realidad eran los servicios de seguridad, nos golpeaban, disparaban y mataban ((con impunidad)). Ahora eso ya no pasa, tal vez algún asesinato en la cárcel, pero no en la calle. Algo mejoramos con Jatamí. No mucho, pero más que nada. Podemos hacerlo mejor. Otro problema es que nuestros partidos no son fuertes. Una democracia necesita partidos, sociedad civil, ONG... Pero han destruido los partidos, las ONG. La democracia también significa periódicos y revistas libres. Como puede ver se lanzaron 110 nuevos periódicos en esos años. Es decir que fuimos muy activos. También el número de websites y blogs en farsi están entre los más numerosos del mundo. Usamos todos los instrumentos a nuestro alcance para ((lograr)) libertad y democracia, pero quienes tienen acceso a internet son apenas 12 millones, menos del 20% de la población. No es suficiente. Tiene que incrementarse. Creo que nuestra sociedad es la mejor de Oriente Próximo en términos de democracia, cultura y sociedad civil. Eso no significa que el nivel sea alto porque el nivel en la región es muy bajo. Necesitamos instituciones, partidos, programa, estrategia.

P. Entonces, conceptos como sociedad civil, libertad o democracia parlamentaria ¿no son ideas occidentales como dicen los fundamentalistas?

R. Se trata de conceptos occidentales porque aparecieron primero en Occidente, pero ahora no ya no son occidentales sino universales. Incluso si fueran occidentales, no son malos. No todo lo que se establece por primera vez en Occidente debemos descartarlo. Muchos conceptos universales surgieron en Oriente y la gente occidental los ha adoptado. Así que nosotros también podemos hacerlo.

P. De hecho, no tienen problemas con el uso de la tecnología occidental...

R. Si los fundamentalistas rechazan esos conceptos ((por occidentales)), tampoco deberían usar aviones, coches o teléfonos móviles... Las experiencias y avances de los seres humanos, occidentales u orientales, son para todos. De acuerdo, las sociedades occidentales ahora están más avanzadas que las orientales. Diez siglos atrás era al revés. Tal vez en el futuro, la situación vuelva cambiar.

P. ¿Es compatible entonces la democracia con el Islam?

R. He escrito sobre ello y probado que algunas interpretaciones del islam son incompatibles con algunas formas de democracia. Creo en esa posibilidad, pero eso no significa que todas las interpretaciones del islam sean compatibles con todas las formas de democracia. Las interpretaciones fundamentalista y tradicionalista no son compatibles, pero la intelectual sí que lo es. Hay algunos principios esenciales. El primero de ellos es el de la igualdad de todos los ciudadanos. Nuestra Constitución, establece que sólo los clérigos pueden ser líder supremo, jefe del poder judicial o miembros de tal consejo o asamblea. Eso contradice el principio de igualdad. Un segundo paso es diferenciar entre la ley y las normas religiosas. Podemos referirnos a ciertos valores o normas religiosas, pero cuando se convierten en la ley del país, significa que puede criticarse y cambiarse. Y si se critica o cambia esa ley, no significa que se cambian o critican las normas religiosas. Una vez que se convierten en ley, son normas civiles. Podemos usar nuestras normas religiosas para escribir la ley, pero eso no convierte esa ley en inamovible porque frente a ella somos ciudadanos, no fieles creyentes. Como hombre religioso, seguiré respetando esas normas, pero si quiero que sean ley tengo que aceptar que será determinada en el Parlamento, por la mayoría con respeto a la minoría. Estoy convencido de que el islam tiene la capacidad para aceptar estos dos principios. También hay un tercer punto. Si se requiere la interpretación de una norma religiosa, debemos referirnos a la interpretación de los expertos religiosos apoyados por la mayoría de la población. Así podemos tener aún tiempo un Gobierno democrático y normas religiosas. Pero estas normas deben ser interpretadas por expertos islámicos no designados en sus mentes por Dios, sino apoyados por la mayoría de la sociedad, bien elegidos por el Parlamento o de forma directa. Así podríamos tener un Consejo de Guardianes, pero elegido no designado. Podemos democratizar nuestra Constitución. El primer borrador de la Constitución iraní recogía ese espíritu, pero luego la cambiaron para incluir el principio de +velayat-e faquih+ ((gobierno del jurisconsulto)). Yo creo en aquel borrador inicial.

P. ¿Qué pasaría si la mayoría no quisiera un gobierno religioso?

R. Es su derecho. Siempre que sea la mayoría. Y estaríamos en una sociedad ((democrática)) si la mayoría pudiera convertirse en minoría y la minoría en mayoría. Como lo que ha pasado en Nicaragua. Creo que es un buen ejemplo. Una minoría no se puede imponer por la fuerza a la mayoría como ((quienes están en)) nuestro Gobierno. Creo que no están en mayoría, pero usan la fuerza y el dinero de los ciudadanos iraníes para mantenerse en el poder. Ése es el sentido de la democracia, pero en Argelia los países occidentales no respetaron el deseo de la mayoría. Tampoco lo ha hecho Israel en Palestina tras el triunfo de Hamás. Han usado la fuerza, en contra de la democracia. Tal vez los resultados no nos satisfagan, pero debemos respetarlos. Y Estados Unidos no lo ha hecho en muchos países.

P. Me está diciendo que quienes gobiernan en Irán no representan a la mayoría sino a una minoría...

R. Sí, pero esa minoría es muy activa, apoyada por el dinero del petróleo. Eso no significa que nosotros ((los reformistas)) seamos la mayoría. También somos una minoría. La mayoría en esta sociedad es una mayoría silenciosa. En torno a un 15% son fundamentalistas o tradicionalistas activos. Otro 15%, reformistas. Y el 70% restante, esa mayoría silenciosa que yo creo que está muy próxima a los reformistas. Si podemos hacerles activos como hicimos al principio de Jatamí hace nueve años, podremos contrarrestar a los fundamentalistas, pero de momento no creo que sea posible.

P. ¿Qué necesitan para que eso suceda?

R. Tenemos que lograr que confíen en que podemos cambiar la situación, pero no lo creen... Estoy convencido de que los iraníes cuando creen en alguien, le apoyan. Consideran que ocho años fue suficiente tiempo para hacerlo, pero les fallamos.

P. ¿Cuál debiera ser, en esa sociedad democrática islámica que usted cree posible, la relación entre el Estado y la Mezquita?

R. La tradición religiosa en Irán es tan importante que no podemos ignorarla. Los tradicionalistas son muy importantes, y hay que diferenciar entre los tradicionalistas religiosos y los fundamentalistas. Por ejemplo, Ahmadineyad o Mesbah-Yazdi son fundamentalistas. Sin embargo, muchos grandes ayatolás en Qom son tradicionalistas. No creo que tengamos ningún problema con los tradicionalistas. Tenemos que conseguir que confíen en nosotros. Mucha gente corriente es tradicionalista. La mayoría. Si elevamos el nivel de educación, de conciencia de ciudadanía, poco a poco aumentarán las filas de tecnócratas, reformistas o intelectuales. Hay que promocionar la lectura. Las tiradas de periódicos y libros son muy bajas. (...) La gente no lee, ve la televisión, sobre todo por satélite. Eso significa que el futuro va a ser diferente. Necesitamos un programa, instituciones y un cambio gradual, no repentino. Muchos jóvenes quieren cambiar la sociedad de golpe, pero deben ser pacientes porque los cambios sociales llevan tiempo. Hace cien años luchamos por la democracia, la justicia y la libertad. Fue nuestra primera revolución, la revolución constitucional. Ahora hemos logrado algo de aquello, pero no suficiente. Tenemos capacidad para conseguir más.

P. Después de su año y medio en prisión, pasó usted un año en Harvard. De Evin a Harvard hay una gran distancia. ¿Qué aprendió allí? ¿Qué experiencias se trajo?

R. Era la primera vez que viajaba al extranjero. Estuve allí durante dos semestres, nueve meses en total, no llegó al año. Estuve en la Escuela de Derecho. Fue una buena experiencia para mí poder ver de cerca otra sociedad, directamente. No fui a visitar sitios. Pasé la mayoría de mi tiempo en la biblioteca. Es la segunda mayor del mundo después de la del Congreso. Fue tan interesante para mí tener acceso a tantos libros que nunca podré encontrar en Irán, en muchas lenguas, algunas como el farsi, el árabe y el inglés que puedo leer, y otras que no. También encontré muchas revistas antiguas que quería consultar. Pasé mucho tiempo leyendo. Además, conversé con otros musulmanes y estadounidenses, especialistas que estaban en Harvard. Casi a diario asistía a conferencias y seminarios. Yo también pronuncié algunas, pero sobre todo iba a escuchar. Es un estilo de universidad muy diferente de las iraníes y aprendí mucho sobre cómo enseñar, estudiar o investigar. Fue muy útil. No lo olvidaré nunca y a mi regreso he utilizado esa experiencia para escribir varios programas para mi departamento ((Filosofía)). Pero desde el punto de vista político fue muy doloroso porque coincidió con el tiempo en que se preparaba la guerra contra Irak y en sus medios de comunicación se repetían errores sobre el islam y los musulmanes. Me hacía daño oírlos. Además, incrementaron las restricciones para los musulmanes, en especial para los ciudadanos de cinco países, uno de ellos Irán. Así que decidí no continuar. Podía haberme quedado tres años, pero decidí regresar. (...) Cuando escuchaba la radio o la televisión, era como hacerlo en Irán, pero desde otro lado. Por ejemplo, en el problema israelo-palestino, en Irán no puedo oír nada sobre una de las partes y en Estados Unidos no podía oír nada de la otra. Y creo que eso no es correcto. Debemos tener acceso a todas las partes de un conflicto.

Políticamente, no fue buena, pero académicamente, fue excelente.

P. La prensa reformista denuncia un aumento de la presión sobre el mundo académico desde la llegada al Gobierno del presidente Ahmadineyad. ¿De qué tipo de presión?

R. Presión contra los estudiantes, presión contra los profesores... Cualquier alumno que se muestre activo en los sindicatos o publicaciones estudiantiles ?y hablamos de periódicos que no superan las 200 o 300 copias- corre el riesgo de que junto a su nombre se coloquen una, dos o tres estrellas, lo que se traduce en advertencias contra su participación en actividades políticas, suspensión de matrícula durante un semestre o, en última instancia, la imposibilidad de continuar sus estudios. Además, como en todas las especialidades se reserva un 10% de las plazas universitarias a los +basiyis+ ((voluntarios islámicos)) y estos cuentan con respaldo oficial, pueden hacer lo que quieren en sus universidades ((en cuanto a imponer su autoridad sobre el resto)). También han limitado legalmente la existencia de asociaciones. Si quieren organizar reuniones o invitar a un conferenciante, no se lo permiten.

En cuanto a los profesores, han restringido cualquier actividad ((política)). En mi caso particular, me han presionado no por mi trabajo en la universidad, sino por lo que enseño y escribo fuera de la universidad. Me dijeron que tenía que elegir entre ambas, que o era profesor o activista político. Así que si quieres ser activista político, no puedes ser profesor. Otro ejemplo, ¿por qué le he citado aquí, en la biblioteca de la +huseiniya+ ((oratorio chií)) Ershad? Porque no puedo invitarle a mi despacho en la universidad.

P. ¿Por qué?

R. Porque usted es una periodista extranjera. Como no es iraní, tendría que haber solicitado un permiso de los servicios de inteligencia una semana antes. Tuve esta experiencia con una profesora especialista en estudios islámicos y quería consultarme sobre un capítulo de su libro, hablo de una profesora de unos 60 años. Ya la había recibido hace tres años y, como hice entonces, avise al departamento de relaciones públicas que iba a tener una visita. Me respondieron que no podía recibirla sin la presencia de uno de sus agentes que grabaría la entrevista como protección. Les dije que no aceptaba y que invitaría a la profesora a mi casa. Desde entonces, ya no me han dado ningún permiso para recibir a académicos o periodistas, y cada semana tengo dos o tres visitas. Eso me obliga a perder dos o tres veces el tiempo de la entrevista en desplazamientos. O sea, que es otra forma de presión. Lo mismo sucede para los viajes al extranjero para participar en seminarios o conferencias. En primavera, me invitaron a las universidades de SAS y la Sorbona, tenía todos los papeles en regla (excedencia, pasaporte, visado) y 48horas antes me llamaron para decirme que el rector no autorizaba el viaje y que si iba al aeropuerto, me quitarían el pasaporte. ¿Por qué? Porque el Reino Unido y Francia, después del diferendo nuclear, son nuestros enemigos, igual que Estados Unidos, y alguien como yo no puede viajar a países enemigos. Les dije que sólo el Parlamento puede decidir qué país es enemigo y que legalmente estaba autorizado a viajar con mi pasaporte, pero no sirvió de nada. Así que al final del verano, me fui a Italia con mi mujer para asistir a tres seminarios, sin decir nada. Pero a la vuelta, en el aeropuerto de Mehrabad, un funcionario de los servicios de inteligencia se me acercó y me pidió el pasaporte. Me dijo que eran instrucciones de la presidencia, me dio la dirección de una oficina donde debía presentarme para responder a unas preguntas y recuperarlo. Nos pusimos a hablar y después de un cuarto de hora, me lo devolvió. Creo que fue el primer mensaje. La próxima vez me lo retirarán. Ahora tengo tres o cuatro invitaciones, pero tengo miedo de ir porque no quiero perder mi pasaporte.

P. Ese miedo a los críticos ¿no contradice las bases del chiísmo uno de cuyos pilares es el debate?

R. Desde luego que es contradictorio con nuestras tradiciones islámicas porque somos libres, pero tienen miedo de nosotros porque nos referimos a las tradiciones islámicas y chiíes. Les decimos que el Profeta o el Imam Ali dieron más libertad a la gente. Les podían criticar en su tiempo. Pero nosotros no podemos criticar ni al líder, ni al presidente, ni al rector de la universidad. En mi universidad, a pesar de haber sido el jefe del departamento de Filosofía hasta mayo, este semestre ni siquiera me han invitado a las reuniones de coordinación, con lo cual no he tenido ninguna participación en la organización del programa.

Mohsen Kadivar.
Mohsen Kadivar.ASSOCIATED PRESS

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Sobre la firma

Ángeles Espinosa
Analista sobre asuntos del mundo árabe e islámico. Ex corresponsal en Dubái, Teherán, Bagdad, El Cairo y Beirut. Ha escrito 'El tiempo de las mujeres', 'El Reino del Desierto' y 'Días de Guerra'. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense (Madrid) y Máster en Relaciones Internacionales por SAIS (Washington DC).

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