La popularidad de Lula se dispara y le sitúa 20 puntos por encima de Alckmin
La campaña del miedo lanzada por el PT aleja al socialdemócrata de la presidencia de brasil
Según una encuesta realizada en Brasil por el Instituto Datafolha, basada en 7.000 entrevistas, Luiz Inácio Lula da Silva, actual presidente del país y candidato al mismo cargo por el Partido de los Trabajadores (PT) en la segunda vuelta de las elecciones, que se celebrará el 29 de octubre, ganaría hoy a su adversario, el socialdemócrta Geraldo Alckmin, por 20 puntos de diferencia y lograría el 50% de los votos válidos.
Según los analistas, Alckmin, que logró arrastrar a Lula a una segunda vuelta, ha cometido ahora una serie de errores que, unidos a una inteligente campaña del presidente que alentaba el miedo al socialdemócrata, han sido las principales causas de este despegue en los sondeos, que prácticamente dan la victoria a Lula a 12 días de las elecciones.
Acusado de estar dispuesto a continuar con las privatizaciones de las empresas estatales comenzadas por el anterior Gobierno y a recortar el gasto social, Alckmin tuvo que replegarse y pasar a la defensiva. Incluso llegó a firmar un documento en el que se comprometía a no privatizar más empresas.
Sin embargo, enseguida le desmintió el líder más importante de su partido, el ex presidente Fernando Henrique Cardoso, el adalid de las privatizaciones, que ayer las defendió con fuerza, recordando que, antes de la llegada de Telefónica a Brasil, sólo los ricos tenían teléfono y hoy lo tienen hasta los habitantes de las favelas.
Lo cierto es que la campaña del miedo lanzada por Lula ha surtido efecto, sobre todo entre los casi 12 millones de pobres favorecidos con la ayuda de la Bolsa Familia, que, aunque está considerada como mero asistencialismo, ha tenido un gran impacto en lo social. Sus beneficiarios temen que con Alckmin la puedan perder. De nada le ha servido al rival de Lula declarar repetidamente que iba a mantener e incluso aumentar la ayuda a los más pobres. No le han creído. Y el eslogan de la campaña de Lula —"No cambie lo cierto por lo incierto"— parece estar surtiendo efecto.
A todo esto hay que añadir que, al contrario de lo que se podía imaginar, los votos de los otros dos candidatos de la primera vuelta, los senadores Heloísa Helena y Cristovam Buarque, que sumaban casi 10 millones de votos, han ido a parar masivamente a Lula, a pesar de que la campaña de estos candidatos, ambos de izquierdas, había contenido duras acusaciones contra el Gobierno de Lula y del Partido de los Trabajadores (PT) por los numerosos escándalos de corrupción que protagonizaron.
Lo que parece seguro es que, ante la opinión pública, en el Gobierno brasileño que ha presidido Lula han pesado más sus logros macroeconómicos, junto a algunos aciertos sociales, que todos los escándalos de corrupción.
De hecho, Lula ha llegado a convencer al electorado de que todos los partidos sufren del mal de la corrupción, pero que él había tenido la valentía de apartar del Gobierno a varios ministros y a toda la cúpula del PT.
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