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El Ejército de EE UU investiga nuevas acusaciones de torturas a presos en Irak

Human Rights Watch ha difundido hoy un informe que detalla las severas palizas a las que fueron sometidos los detenidos

El Ejército de EEUU ha anunciado hoy la apertura de una nueva investigación sobre el presunto abuso y tortura de prisioneros en Irak después de un soldado destacado en una base del país haya denunciado a sus superiores nuevos casos de malos tratos a reclusos.

El portavoz del Ejército, Paul Boyce, ha señalado que las autoridades castrenses investigan las declaraciones de un soldado -cuya identidad no fue revelada- de que fue testigo del maltrato de prisioneros mientras prestaba servicio militar en una base en Irak. Este militar informó a sus superiores sobre la situación y el caso fue referido a una unidad especial para investigaciones criminales.

Boyce señaló que la investigación fue iniciada hace aproximadamente dos semanas, y que el soldado en cuestión, ahora desplazado en Fort Bragg (Carolina del Norte), puede viajar a Washington para relatar el caso a los congresistas, siempre y cuando solicite el debido permiso.

Mientras tanto, la ONG Human Rights Watch (HRW) ha difundido hoy en su página de Internet un informe que detalla las severas palizas a las que fueron sometidos los detenidos bajo custodia de la 82 División Aereotransportada entre 2003 y 2004. Los detenidos fueron golpeados o torturados en la base Mercury en la localidad iraquí de Faluya, en ocasiones con el permiso o por órdenes de los superiores, según varios soldados entrevistados por HRW.

Bate de béisbol

En concreto, dos sargentos y un capitán detallan las palizas de rutina y otros tratos "crueles e inhumanos", afirma la ONG HRW en un comunicado. En una ocasión, un soldado estadounidense presuntamente golpeó a un detenido con un bate de béisbol hasta romperle una pierna. En otras ocasiones, los detenidos eran obligados a sostener botellas de 18 litros de agua con los brazos extendidos, además de realizar otros actos hasta causarles el desmayo.

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Los soldados también echaron sustancias químicas en la piel y en los ojos de los detenidos, además de obligarlos a mantener posiciones incómodas, privarlos de sueño y exponerlos a temperaturas extremas de frío y calor, según el informe.

"La Administración exigió que los soldados sacasen información de los detenidos sin informarles sobre lo que estaba o no permitido. Y cuando inevitablemente se cometieron abusos, el liderazgo culpó a los soldados en el campo (de batalla) en vez de asumir responsabilidad", ha explicado Tom Malinowski, director de HRW en Washington.

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