Rescatados con vida los siete tripulantes del batiscafo ruso
El vehículo robótico británico Scorpio logra liberar al sumergible, atrapado desde el jueves, cuando faltaban apenas unas horas para que se agotasen las reservas de aire
La odisea submarina de los siete tripulantes del batiscafo militar ruso AS-28 en aguas del Pacífico ha concluido hoy felizmente con una espectacular operación de rescate cuando faltaban apenas unas horas para que se agotasen las reservas de aire a bordo.
"Siempre creímos que nos salvarían", ha dicho a la prensa el capitán del batiscafo, Viacheslav Milashevski, a su llegada a un hospital del puerto de Petropávlovsk de Kamchatka, en la península del mismo nombre, adonde él y los otros seis tripulantes del AS-28 han sido trasladados para someterse a un reconocimiento médico. "Todos nos sentimos bien", ha señalado Milashevski, citado por la agencia RIA-Novosti.
"Minutos como estos hacen que valga la pena vivir", indicó con voz entrecortada por la emoción el comandante en jefe de la Flota rusa del Pacífico, almirante Víctor Fiódorov, tras anunciar que la tripulación del AS-28 se hallaba a salvo y en la superficie.
Según los cálculos de los especialistas de la Armada rusa, en el AS-28 quedaba aire, en el mejor de los casos, para menos de 24 horas. El batiscafo, que se hallaba atrapado desde el pasado jueves a 190 metros de profundidad por una maraña de cables y redes, emergió junto a uno de los buques de rescate después de que un robot submarino británico, el Scorpio 45, lo liberara de esa trampa.
La tripulación del AS-28, integrada por el capitán de navío Valeri Lepetuja; el teniente capitán Viacheslav Milashevski; el teniente primero Alexandr Ivanov; los contramaestres Serguei Beloziorov, Anatoli Popov y Alexandr Uibin; y Guennadi Bolonin, jefe adjunto de la oficina de diseño Lazurit, que proyectó el batiscafo, salió por su propio pie del sumergible.
"Son unos valientes. Aguantaron bajo el agua más de 76 horas. Ellos mismos regulaban la composición del aire para que les durara más", manifestó el almirante Fiódorov en declaraciones en directo al Canal 1 de la televisión rusa. El comandante en jefe de la Flota rusa del Pacífico dio por terminada la operación de rescate y dio las gracias a todos los que participaron en ella, incluidos los extranjeros (EE UU y Gran Bretaña), con una mención especial para los socorristas británicos.
La ayuda de Gran Bretaña, cuyos especialistas pertrechados con un vehículo robótico sumergible Scorpio fueron los primeros extranjeros en llegar a la zona del rescate, fue decisiva. Veinte minutos después de sumergirse, el Scorpio localizó el batiscafo y unos minutos después comenzó a cortar el principal cable de acero que lo tenía amarrado al fondo. Luego le siguieron dos mangueras y un cable más, pero el sumergible seguía sin desprenderse del fondo, enganchado por restos de redes pesqueras.
Una leve avería del robot submarino aplazó la inmersión y obligó a sus operarios a subirlo a la superficie para repararlo. Poco después, el aparato volvió a sumergirse para retirar los trozos de red detectados en la proa del batiscafo. Finalmente, cuando fueron retirados los últimos obstáculos, el batiscafo empezó el ascenso y minutos después apareció en la superficie entre más de una decena de buques concentrados en la bahía Beriózovaya, a unos 75 kilómetros al sur del puerto Petropávlovsk de Kamchatka, en el extremo oriental del país.
"Se ha evitado una nueva tragedia"
El ex comandante en jefe de la Flota rusa del Mar del Norte Viacheslav Popov dijo que gracias a la ayuda británica "Rusia consiguió evitar una nueva tragedia", en alusión al desastre del submarino nuclear Kursk que causó la muerte a sus 118 tripulantes y cuyo quinto aniversario se recuerda el próximo día 12.
"Han pasado cinco años desde la tragedia del Kursk y todavía no tenemos fuerzas para sacar un batiscafo atrapado a tan sólo 190 metros de profundidad", se lamentó Popov, quien dirigió la fallida operación de rescate del submarino nuclear, que naufragó en el mar de Barents tras una explosión en su cámara de torpedos.
La prensa rusa ha denunciado que, al igual que ocurrió con el Kursk, la Armada ocultó durante casi 24 horas el naufragio del batiscafo y "sólo cuando la situación se tornó crítica los militares admitieron la avería y pidieron ayuda".
Al rescate del 'Kursk'
La Armada rusa cuenta con cuatro batiscafos como el AS-28, que fueron diseñados para rescatar a las tripulaciones de los submarinos de guerra y que se conocen como Proyecto Priz. El aparato, que hoy en día se usa para la observación de los fondos marinos, está dotado de un nudo de empalme que le permite acoplarse por la escotilla a los submarinos y evacuar hasta a 20 personas por viaje.
Este tipo de batiscafo fue utilizado sin éxito en las labores de rescate del submarino nuclear Kursk. Una deformación en la escotilla del Kursk impidió el acoplamiento del batiscafo de rescate. El AS-28, que entró en servicio en 1989, tiene una autonomía de navegación de 21 millas náuticas (poco más de 38 kilómetros), puede sumergirse hasta 1.000 metros de profundidad y mantenerse en estado de inmersión hasta 120 horas.
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