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Corea del Norte vuelve al diálogo desde una supuesta posición de fuerza

Las reuniones a seis bandas llevan más de un año estancadas

La cuarta ronda de diálogo para intentar resolver la crisis nuclear norcoreana, con la participación de Rusia, EE UU, las dos Coreas, Japón y China, ha comenzado hoy en el Palacio de Jefes de Estado de Diaoyutai, en Pekín. Las negociaciones se han reanudado tras más de un año de estancamiento con Pyongyang como supuesta potencia nuclear y la suculenta oferta surcoreana de energía a cambio de desarme.

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"El diálogo es bienvenido aunque sea tarde", ha sentenciado Kim Kye-gwan, viceministro de Exteriores de Corea del Norte, país que boicoteó la ronda durante más de un año y que negociará al alza el desmantelamiento nuclear desde su supuesta posición de fuerza. "Necesitamos nuevas ideas y decisiones estratégicas. Para ello les aseguro nuestra cooperación", ha afirmado. Christopher Hill, secretario de Estado adjunto de EE UU para el Este de Asia, ha reiterado el reconocimiento de la soberanía norcoreana y la intención de su país de no atacar al Norte, amenaza esgrimida por Pyongyang para justificar su programa nuclear.

La posición de Washington fue definida en una cena secreta que ambos diplomáticos mantuvieron el 9 de julio en Pekín, en la que se convenció al Norte para reanudar el diálogo, y fue reiterada ayer en la primera reunión bilateral que ambos contrincantes celebraban antes del inicio de la ronda. La crisis alcanzó su cenit el pasado 10 de febrero, cuando Pyongyang anunció por primera vez estar en posesión de un arsenal nuclear y su retirada "indefinida" del diálogo a seis con EE UU, Corea del Sur, Rusia, Japón y China, país anfitrión y principal aliado del Norte. La actividad diplomática se reanudó entonces y Washington, principal contrincante, suavizó su tono, después de que en enero tildara a Pyongyang como un "reducto de la tiranía".

La exigencia de un "desmantelamiento total"

Washington cuenta como principal aliado a Japón, que hoy ha vuelto a poner sobre la mesa el antiguo problema de los japoneses secuestrados por Corea del Norte. En su intervención de hoy, Hill ha vuelto a blandir la exigencia de un "desmantelamiento total, verificable e irreversible", al que Pyongyang se negó ya en tres ocasiones a menos que EE UU dé garantías de seguridad y energía. Corea del Norte es la primera de las nueve potencias nucleares que se inviste como tal sin haber realizado una prueba nuclear, cuya posibilidad disparó el nerviosismo de sus vecinos Japón, Rusia, China y Corea del Sur.

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Tras anunciar su vuelta al diálogo, Seúl ofreció a Pyongyang el 12 de julio abastecer al paupérrimo régimen estalinista con dos millones de kilovatios de electricidad anuales y 500.000 toneladas de arroz a cambio del desarme, una oferta respaldada por EE UU y reiterada hoy por el viceministro surcoreano Song Min-soon. Por otra parte, Pyongyang ha propuesto cambiar el armisticio de 1953, que mantiene a ambos lados técnicamente en guerra, por un tratado de paz con el que se aseguraría la no agresión de EE UU, con 40.000 efectivos en suelo surcoreano dispuestos para un eventual combate. Washington acude con informes confusos de sus servicios secretos sobre el arsenal norcoreano y una opinión pública opuesta a embarcarse en una guerra por un arsenal aún no encontrado, como sucedió en Irak, aunque EE UU no parece disgustado con la idea de mantener un foco de tensión cerca de China.

Tampoco está clara la influencia de Pekín sobre Pyongyang. Y hay dudas también sobre la versátil sinceridad de Corea del Norte, que suele sentarse a la mesa de negociaciones para conseguir ayuda cuando se acentúa la hambruna endémica que sufre el país debido a la obsesión nuclear de Kim Jong-il. Tras la caída de los aliados soviéticos, Pyongyang inició su enroque nuclear para protegerse y la crisis estalló en 2002, cuando reconocieron a funcionarios de EE UU haber puesto en marcha un programa de enriquecimiento de uranio y rompieron el Acuerdo Marco (1994) suscrito con EE UU.

El subsecretario de Estado estadounidense, Christopher Hill (izquierda), sentado junto al viceministro de Exteriores norcoreano, Kim Gye Gwan, en el banquete de bienvenida ofrecido en Pekín (China).
El subsecretario de Estado estadounidense, Christopher Hill (izquierda), sentado junto al viceministro de Exteriores norcoreano, Kim Gye Gwan, en el banquete de bienvenida ofrecido en Pekín (China).

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