La UE, EE UU y Japón ayudarán este año con 1.050 millones de euros a Afganistán
La conferencia internacional de Tokio define las condiciones de ayuda al país
La conferencia internacional sobre la reconstrucción de Afganistán iniciada hoy en Tokio parece prometer una lluvia de millones sobre ese país, a tenor de las ofertas de ayuda presentadas hasta el momento por los estados participantes. Sólo entre la UE, Japón y EE UU la aportación superará los 1.050 millones de euros este año.
Estados Unidos había avanzado que su aportación sería "significativa y sustancial". La delegación oficial encabezada por el secretario de Estado, Colin Powell, ha fijado hoy su oferta en 300 millones de dólares (337 millones de euros) para 2002.
Powell ha asegurado que Estados Unidos asumirá compromisos "a largo plazo" con la población afgana para acabar con el ciclo de guerras que ha devastado el país durante los últimos 23 años.
La Unión Europea ha prometido aportar 550 millones de euros este año, una ayuda que en su mayor parte será subvencionada por el Reino Unido. Por su parte, Japón ha avanzado que su aportación rondará los 1.000 millones de dólares (1.124 millones de euros) en el periodo 2002-2003, 300 millones este mismo año.
La conferencia de Tokio está patrocinada por Estados Unidos, Japón, la Unión Europea y Arabia Saudí, y reunirá hoy y mañana a los representantes de más de 60 gobiernos y organizaciones internacionales. Los participantes deben definir las que serán sus aportaciones económicas para la reconstrucción del país en los próximos diez años.
Contra la droga y por la igualdad
Los organizadores de la conferencia tienen previsto además imponer una serie de condiciones al Gobierno de Kabul, representado por el primer ministro interino, Hamid Karzai, que llegó ayer a Tokio.
Las principales se centran en que Karzai prometa acabar con el cultivo y el comercio de drogas en su país, que promueva la igualdad entre hombres y mujeres y que evite la corrupción administrativa.
El Banco Mundial propuso crear un fondo único, para evitar proyectos redundantes e impedir que la distribución de dinero tendiera al caos en un país que, pese al nuevo Gobierno de Karzai, está dividido en tribus enfrentadas entre sí.
Sin embargo, las potencias quieren tener las manos libres. "No sólo Japón, sino la mayoría de los países, desean que su ayuda sea identificable", ha declarado Kenshiro Matshunami, secretario de Asuntos Exteriores japonés.
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