Más de 100 presos huyen por un túnel de la mayor cárcel de Brasil

Treinta y cinco de ellos han sido capturados hoy en distintos lugares de Sao Paulo, ha informado la policía.

Según fuentes policiales, "existe la sospecha de que el túnel fue construido desde dentro hacia fuera". La PM reunió ayer a todos los detenidos en los pabellones del presidio y procedió a un minucioso recuento por sectores, en el que constataron la ausencia de 105 presos.

Hombres fuertemente armados rodean toda la extensión del penal. Sin embargo, el portavoz ha asegurado que "la situación ahora es de normalidad dentro de la cárcel y en las proximidades".

Según las informaciones divulgadas por la Policía, el túnel partía del pabellón número 8 del presidio y se conectaba a la red de cloacas que pasa bajo una arteria aledaña a la cárcel, la avenida Ataliba Leonel.

El director general de los pabellones 2, 5 y 8 en Carandirú, Jesus Ross Martins, ha explicado que ayer fue día de visitas en el penal, las instalaciones estaban repletas de familiares de los detenidos, y debido a la confusión reinante la fuga tardó en ser descubierta por los guardias.

Aunque la PM reaccionó con rapidez y al caer la tarde rodeó todo el presidio, las autoridades penitenciarias tuvieron que organizar la salida ordenada de todos los familiares del interior de la cárcel, reunir los presos en los pabellones internos y proceder a contar los presos uno a uno.

Símbolo del atraso

En la actualidad, el centro de detención de Carandirú reúne alrededor de 7.000 presos en sus pabellones, y es un símbolo de los horrores y el atraso del sistema carcelario brasileño.

Según numerosas e insistentes denuncias, además del desmesurado tamaño del complejo carcelario, el hacinamiento en las celdas empeora el ambiente dentro de los muros de la cárcel. En algunos casos, una celda para un máximo de dos personas llega a tener 30 y hasta 40 presos, según denuncian familiares de detenidos.

En mayo del pasado año, 52 presos lograron escaparse del pabellón número 7 mediante un túnel excavado en los baños. En diciembre, otros 38 detenidos huyeron del pabellón 8 por un túnel efectuado junto a la cancha de fútbol de penal.

En 1992, el Centro de Detención de Carandirú fue escenario de la peor masacre en cárceles brasileñas, cuando la PM intervino para poner fin a una rebelión y la operación dejó un saldo de 111 presos muertos, la mayoría ejecutados con tiros a quemarropa.

El comandante de la PM en esa operación, el coronel Ubiratan Guimaraes, fue condenado el 30 de junio de este año a 632 años de prisión por la matanza.

Según estadísticas oficiales, en las cárceles brasileñas ocurre una rebelión o un disturbio violento cada 36 horas, en su mayor parte por intentos frustrados de fuga.