El 'cerebro' del "robo del siglo" quiere abandonar Brasil y entregarse a la policía británica
Ronald Biggs, que consiguió un botín de más de cuatro millones de dólares en 1963, tiene ahora 71 años y afirma que su último deseo es tomarse una cerveza en un 'pub' inglés
Desde su residencia en Brasil, Biggs ha enviado por correo electrónico un mensaje a la policía de Londres, Scotland Yard, en el que pide que se le facilite un pasaporte para volver al país y ponerse a disposición de sus autoridades.
Tras 35 años de ausencia, Biggs podría regresar al Reino Unido en cuestión de días si la policía británica accede a su petición para volver al país.
El inspector John Coles, jefe de la fuerza especial de Scotland Yard encargada de perseguir a los fugitivos de la justicia, recibió hoy el mensaje del famoso ladrón: "Me gustaría -le dice- entregarme a usted. Lo que necesito es un pasaporte para viajar al Reino Unido".
"Estoy dispuesto a ser detenido a mi llegada al aeropuerto de Heathrow (Londres) y a entregarme a la justicia", añadió antes de firmar la carta con la huella de su pulgar incluida.
El tabloide londinense The Sun publica hoy una entrevista a Ronnie Biggs en Brasil en la que el prófugo dice que está cansado de huir y que desea terminar sus días en el Reino Unido.
"Soy un hombre enfermo. Mi último deseo es entrar en un pub como un inglés y pedir una pinta de cerveza", declaró Biggs a The Sun con ayuda de su hijo Michael, de 26 años, por la dificultad que tiene para hablar, tras sufrir un segundo ataque de apoplejía hace 18 meses.
Hace 35 años, Biggs, un hombre alto y bien parecido, apareció en las páginas de los periódicos del mundo como el cerebro del grupo de quince ladrones que asaltó el tren de Glasgow (Escocia), del que se llevaron unos 4,2 millones de dólares, que en esa época fue la mayor suma robada en un solo asalto.
La policía, al mando del no menos legendario detective Jack Slipper, consiguió detener a los miembros de la banda en una redada en enero de 1964.
Tras ser procesado y condenado a treinta años de cárcel, Biggs fue encarcelado en la penitenciaría de Wandsworth (Londres), de donde se fugó 15 meses más tarde.
Una fuga espectacular
La fuga también fue espectacular. Biggs subió con una escalera de cuerda una valla de 7,6 metros de altura desde la que se lanzó fuera de la penitenciaria al interior de un camión que le esperaba en la calle.
De ahí, Biggs huyó a París, donde se sometió a cirugía plástica, y con un pasaporte falso viajó a Australia, donde vivió bajo el nombre de Terry Cook hasta que se descubrió su verdadera identidad allá por 1970.
El prófugo consiguió, una vez más, burlar a la policía y tomó un barco que le llevó a Panamá y de ahí atravesó la jungla hasta Argentina y Bolivia para llegar a Río de Janeiro, donde en 1974 fue descubierto por un periodista británico que reveló su paradero a Scotland Yard.
El detective Slipper viajó a Brasil para traerse a Biggs. Cuando lo encontró, lo saludó con una frase que se hizo famosa: "Hace tiempo que no te veía, Ronnie. Supongo que sabes quien soy...".
Pero, otra vez, la suerte estuvo de parte del ladrón. Gracias a una laguna en la legislación brasileña, Biggs fue salvado de la extradición por su recién nacido hijo, Michael, que tuvo con la bailarina brasileña Raimunda de Castro.
La ley brasileña no permite la extradición de un hombre, aunque sea fugitivo, que tenga un hijo nacido en el país.
La última peripecia de Biggs fue cuando un grupo de mercenarios británicos le secuestró en 1981 para vender la historia al mejor postor. Los secuestradores se lo llevaron a Barbados metido en un saco que ponía "Serpiente viva".
El Gobierno de Barbados se negó a entregarlo y Biggs pudo regresar a Brasil.
El asalto al tren de Glasgow inspiró películas y novelas y los autores del espectacular "golpe" han acaparado durante más de tres décadas la atención de los medidos de comunicación del mundo.
Ronald Biggs está muy viejo y ya no tiene donde caerse muerto. De sus problemas con el dinero se supo hace varios años, cuando prestó su imagen a la televisión brasileña para anunciar candados de seguridad. "Ronnie" juraba a sus oyentes que ni él mismo podía abrirlos...
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