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ITALIA

La policía identifica a los presuntos ladrones del cadáver del banquero Cuccia tras recuperar el cuerpo

Uno de los integrantes de la banda ha sido detenido esta madrugada cuando realizaba una llamada para exigir un rescate

El cuerpo de Cuccia, considerado hasta su muerte en junio pasado, a los 93 años, como el "gran patrón" de las finanzas italianas, fue encontrado en un caserío de montaña cerca de Turín (norte), escondido debajo de varios bloques de leña y envuelto en una tela de color rojo.

La pista decisiva fue la llamada efectuada unas horas antes por Giampaolo Pesce, un obrero de un fábrica de acero sin antecedentes penales que telefoneó desde una cabina pública a la centralita de Mediobanca, el banco presidido por Cuccia durante décadas, para negociar el pago del rescate.

Detenido inmediatamente, la confesión de Pesce permitió localizar en una zona aislada y de difícil acceso del Valle de Susa el caserío de montaña donde desde hacía días permanecía oculto el cadáver, en espera del sustancioso botín que los secuestradores preveían obtener por el cuerpo del banquero.

Una vez localizado el cadáver, que era la prioridad de la Policía, y arrestado el "telefonista" de la banda, que hoy será de nuevo interrogado por las autoridades judiciales, la Policía ha estrechado el cerco sobre el resto de los delincuentes.

El propietario del caserío, Bruno Barella, y los demás cómplices, ya han sido identificados y los investigadores prevén que su captura se resuelva "en cuestión de horas" dado el fuerte dispositivo policial desplegado en la zona.

La decisiva actuación de las fuerzas del orden pero, sobre todo, la "falta de profesionalidad" de los secuestradores, han hecho que el misterio de la desaparición del cuerpo de Cuccia, hombre clave de la vida económica italiana a través de Mediobanca, el templo del capitalismo italiano de posguerra, haya durado sólo quince días.

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Llamada imprudente

La imprudente llamada telefónica desde una cabina de Pesce, que incluso alertó a un representante del banco de que volvería a llamar una hora más tarde desde el mismo sitio, fue "el paso en falso" que

la Policía esperaba desde hacía días, convencida de que el robo había sido obra de "una banda de aficionados" en busca de "dinero fácil".

Los secuestradores habían reclamado 7.000 millones de liras (unos 600 millones de pesetas) en una carta dirigida, en un nuevo error, a Paolo Cuccia, administrador delegado de una empresa romana que la

banda supuso pariente de la familia del banquero aunque en realidad no tiene ninguna relación con ella.

Enviada el 17 de marzo, horas después del robo del cadáver, la misiva tardó cuatro días en llegar a Roma, durante los cuales los secuestradores llamaron en varias ocasiones, lo que permitió localizar la zona desde la que se realizaron las llamadas, el Valle de Susa, donde se concentró la atención policial.

Que el móvil económico se escondía tras el secuestro fue siempre la hipótesis más clara para la Policía, aunque al principio se barajó incluso la posibilidad de que el cadáver de Cuccia hubiese sido sustraído por una secta para usarlo en ritos satánicos.

Uno de los investigadores del caso llegó a reconocer que "en estos días se han recibido mensajes de todo tipo dada la notoriedad" del personaje protagonista de esta rocambolesca historia.

Entre los extravagantes anónimos para adjudicarse la autoría del secuestro, destaca el enviado por un presunto secuestrador que aducía que se trataba de una protesta por las graves pérdidas que había sufrido en la Bolsa de Milán y que no restituiría el cuerpo hasta que el Mib 30, uno de los indicadores bursátiles, alcanzara los 50.000 puntos.

AP

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