La fiscalía abre un sumario por falso testimonio contra el ministro Fischer
Un portavoz de la Fiscalía ha informado de que la "sospecha inicial" de falso testimonio se basa en que la versión ofrecida por Fischer en el juicio contra el terrorista Hans-Joachim Klein sobre sus contactos con Margrit Schiller, ex miembro de la Fracción del Ejército Rojo (RAF), contrastan con las declaraciones de ella.
En su comparecencia en el juicio, en enero pasado, el ministro fue preguntado por el fiscal si en la década de los setenta Schiller había pasado un tiempo en el edificio ocupado en el que él vivía.
Aunque el presidente de la sala le ofreció la oportunidad de no responder a la pregunta pues consideraba que no venía al caso, Fischer optó por hacerlo.
Afirmó entonces que no había vivido con ella y, con cierta ironía, añadió que tampoco habían tenido una relación, versión que se contradice con una autobiografía de Schiller, en la que asegura que pernoctó varios días en la misma casa, desayunó y salió de copas con ella y sus amigos.
Poco después, en una entrevista, el ministro matizó sus declaraciones al decir que no excluía haber coincidido alguna vez con Schiller.
La apertura del sumario se hizo posible después de que la comisión de inmunidad del Parlamento agotara sin réplica las 48 horas que tiene para impedir una investigación, algo que hasta ahora nunca ha ocurrido.
Levantamiento de la inmunidad
El levantamiento definitivo de la inmunidad, sin embargo, tan sólo se plantea si la fiscalía decide formular la acusación, en cuyo caso será el Parlamento el que tenga que tomar la decisión.
La mayoría de los analistas políticos creen que la fiscalía difícilmente podrá levantar acusación, pues el testimonio en falso sólo es punible si hay premeditación y se refiere al asunto concreto que ocupa al tribunal, lo que no parece ser el caso, pues las preguntas del fiscal se refirieron al pasado de Fischer y no al de Klein.
Sin embargo, es difícil predecir si el ministro podrá superar ileso el goteo constante de nuevas informaciones sobre su pasado.
Está, por ejemplo, su participación en una conferencia de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), en 1969, que la oposición cristianodemócrata ha sabido aprovechar para poner en duda su reputación como máximo representante diplomático de Alemania.
El propio Fischer no ha querido pronunciarse ya sobre este caso desde que a comienzos de año asegurase en una entrevista que el único viaje que hizo a Oriente Medio antes de ser ministro, fue en 1966, cuando hizo una gira "totalmente apolítica" a la región.
Entretanto en cambio, su ministerio ha confirmado que efectivamente asistió a esa reunión, un congreso cuyo tema era especialmente sensible desde la óptica alemana, pues en él se llamó a la destrucción de Israel.
El problema es que su vice-ministro, Ludger Volmer se apresuró esta semana a asegurar que Fischer tan sólo había permanecido una hora en el congreso y que después se marchó porque le parecía "aburrido", una versión que ya ha sido rectificada por el portavoz de Exteriores, Andreas Michaelis, quien dijo que estas declaraciones no habían sido acordadas con el ministro.
Otro de los temas que siguen persiguiendo a Fischer es el grado de su militancia en la década de los setenta.
Cócteles molotov
Mientras él ha reconocido que golpeó a policías, en todo momento ha negado haber lanzado jamás piedras o cócteles molotov en las manifestaciones violentas de la época.
Otro de los acontecimientos controvertidos en esos tiempos fue el asalto al Consulado General de España en Francfort, en septiembre de 1975, en el que se llegaron a lanzar hasta 45 cócteles molotov y en el que resultaron heridos varios policías. Fischer no ha negado explícitamente haber participado en la manifestación, pero sí haber tirado proyectiles.
El semanario Focus, en cambio, afirma que los servicios secretos internos cuentan con documentación que prueba que el grupo en torno a Fischer no sólo planeó el ataque sino que luego lo celebró como un éxito.
Viaje a Washington
El anuncio de la apertura del sumario ha coincidido con la partida del ministro a Washington en un viaje de tres días en el que se reunirá con la nueva Administración de Estados Unidos. Dejando atrás la tormenta política que su pasado ha desatado en Alemania Fischer pretende aprovechar esta visita para abordar visita las relaciones entre ambos países y la política internacional de seguridad, aunque los aspectos más delicados a tratar serán, sin duda, la controversia sobre los planes de EEUU de establecer un escudo antimisiles y los recientes ataques contra Irak.
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