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Robert Peckham, historiador: “La libertad da miedo”

El ensayista británico afirma que la gente prefiere que otros decidan por ellos. Sostiene que los temores que asociamos a la pandemia hoy se han diluido en otros nuevos

Robert Peckham, historiador
Robert Peckham en la biblioteca de su casa en Bronxville, Estados Unidos, el pasado 29 de enero.Jaclyn Licht
Ana Vidal Egea

Puede haber esperanza allí donde hay miedo?, escribió Cervantes en El Quijote. Para averiguarlo nos desplazamos hasta Bronxville, uno de los pueblos más exclusivos de Nueva York —conocido por sus mansiones de arquitectura Tudor y colonial, así como por la educación de élite que ofrece—, situado a unos 25 kilómetros de Manhattan. Allí vive desde hace unos años el historiador británico Robert Peckham (Londres, 1965), autor del ensayo Miedo. Una historia alternativa del mundo (Paidós, 2024), traducido a cinco idiomas, que asistirá al VIII Foro de la Cultura, que se celebra en Valladolid del 20 al 23 de febrero bajo el lema ¿Quién dijo miedo? Antes, Peckham ha escrito sobre el uso del pánico en los distintos imperios, sobre las diversas epidemias que han azotado Asia en la etapa moderna y sobre la identificación (o su ausencia) con la herencia cultural europea.

En 2021, después de 15 años trabajando como profesor de historia en Asia, Peckham renunció a su cátedra en la Universidad de Hong Kong, se mudó a EE UU con su familia y decidió dedicarse por completo a su libro. El historiador, que en la actualidad dirige Open Cube —una organización que promueve el diálogo entre las artes, la ciencia y la tecnología—, nos invita a repensar el miedo no solo como herramienta de poder, sino también como catalizador del cambio. En su lujosa casa, rodeado de su colección de arte —donde destaca un móvil de Alexander Calder y las cautivadoras pinturas abstractas de su padre, que fue oncólogo y artista—, sus libros, un chelo y un majestuoso piano de cola, pasamos horas conversando. Mientras tanto, en las calles de EE UU comienzan a ejecutarse las primeras redadas y deportaciones contra inmigrantes indocumentados tras la llegada de Donald Trump al poder.

Pregunta. Cuando pienso en el miedo en el contexto sociopolítico actual, pienso en figuras como Trump, Putin y Kim Jong-un.

Respuesta. La política actual está centrada en el miedo. Era algo patente en la primera legislatura de Trump; con un discurso donde predominaban los miedos conspirativos. Y el discurso demócrata giraba en torno al miedo a Trump, al cambio climático… Ningún partido era capaz de ofrecer algún valor social o una agenda aspiracional. El debate consistía en deslegitimar los miedos de los demás y priorizar los propios.

P. ¿Cómo hemos llegado a este punto?

R. A lo largo de la historia, y originalmente, el miedo ha sido un mecanismo para proteger los valores liberales, pero con el tiempo ha terminado opacando esos mismos valores que intentaba preservar. Hoy hay más miedos que valores. Y, más que interesado en el miedo, lo que me intriga es cómo vamos a salir de esta situación. Es muy difícil dar con algún movimiento progresista en el sentido de que mire hacia el futuro en lugar de priorizar cómo protegerse. El miedo está vinculado a valores liberales muy apreciados, como la libertad. La gente prefiere ceder su libertad a otra persona para que tome las decisiones. La libertad da miedo.

P. Usted defiende que también hay algo esperanzador y positivo en el miedo.

R. El miedo también da claridad. Nos recuerda que si no solucionamos algo que hay que solucionar, se va a convertir en un problema. Permite ver el mundo desde una perspectiva distinta y hay algunas experiencias que asustan, como la enfermedad, que ayudan a que prioricemos lo que de verdad importa. Lo que ocurre es que cuando la experiencia pasa, con frecuencia olvidamos lo que hemos aprendido. Por eso valoro tanto el arte y el cine: nos ayudan a recordarlas.

P. Pero ahora me resulta difícil imaginar un movimiento del nivel de Black Lives Matter en defensa de los derechos de los inmigrantes o de las personas trans.

R. La gente está muy cansada. Los estragos de la covid-19 han tenido un impacto en el ímpetu necesario para la movilización social. Tras la primera investidura de Trump hubo una marcha multitudinaria de mujeres en varias ciudades del país, que no se ha celebrado este año porque hay escepticismo, impotencia. Pero es importante tener presente que ciertos problemas no atañen únicamente a los políticos, sino que exigen un cambio de perspectiva por parte de la sociedad, que es la que ha votado. Hay que movilizarse y visibilizar los problemas para concienciar también a la población. Y la realidad es que es algo que está afectando al mundo entero, también a Europa, donde la extrema derecha está creciendo. La gente debería de seguir movilizándose motivada por el miedo. Me impresiona el número de vagabundos que veo en las calles de EE UU, ¿cómo puede una sociedad seguir siendo funcional si no se prioriza que la gente tenga casa?

P. Afirma que ser consciente del papel del miedo en la historia es útil, ¿por qué?

R. Hay distintos tipos de miedo, los biológicos y los heredados, los que nos han inculcado a lo largo de nuestra educación. Estos son los miedos culturales, que cambian de país en país, y que van moldeando nuestra forma de ver el mundo. Estoy totalmente convencido de que estos miedos se pueden revertir planteándose si son miedos legítimos y trabajando luego en formas de mitigarlos.

P. En 2016, antes de la pandemia de covid-19, escribió un ensayo llamado Epidemias en la Asia moderna y durante seis años impartió un curso sobre la historia de las pandemias en la Universidad de Hong Kong.

R. Nosotros sabíamos que la pandemia iba a ocurrir. Durante años estudié estos temas, que son muy oscuros. Las epidemias son un compendio de crisis económicas mezcladas con procesos biológicos, sociales, políticos y ansiedades, que propician el cambio. Los miedos asociados a la pandemia se han diluido ahora en otros miedos.

P. ¿Cree que vivimos en una época en la que el miedo se debe a problemas de salud mental más que a amenazas externas reales?

R. Depende de donde se viva y cómo. Pero en EE UU, y generalizando, creo que probablemente la causa sea mental. Si nos atenemos a estándares históricos, al nivel adquisitivo y la esperanza de vida, podríamos decir que estamos en el mejor momento de la historia. Pero no es así como se siente la gente: tiene miedo y repercute en un mundo más virtual, en la caída de la socialización y la apertura, en el aumento de suicidios.

P. ¿Cómo ha sido volver a Occidente después de pasar tanto tiempo en Asia?

R. Todavía me sorprende darme cuenta de que en general no se sabe mucho sobre Asia y que prevalecen ideas estereotipadas. También constatar que hay una diferencia en el conocimiento de la historia. En 1997 se creía que China se convertiría en parte de Hong Kong y no al revés, como ha sucedido. Me siento desorientado, pero como yo, muchos se preguntan ahora cuál es su hogar. En este país la gente planta banderas ante sus casas y hay todo un debate entre quién es americano y quién no. Estoy escribiendo sobre eso.

P. ¿Sobre el sentido de pertenencia?

R. Sobre qué es un hogar, qué significa y dónde está. ¿El hogar está en el origen o en el final de la vida? ¿Cuánto tiempo se tiene que habitar un lugar para considerarlo hogar? Yo consideraba Hong Kong mi hogar. Allí nacieron mis hijos y me compré una casa, y, de la noche a la mañana, ya no lo es. Hoy hay una serie de fenómenos alterando el concepto, como, por ejemplo, la tecnología.

P. ¿A qué tiene miedo?

R. Soy humano, me resulta imposible responder de forma concisa ante algo tan existencial. Sobre todo, tengo miedo a perder a las personas que quiero. Pensar que puede ocurrir en cualquier momento me hace ponerlo todo en perspectiva.

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Sobre la firma

Ana Vidal Egea
Periodista, escritora y doctora en literatura comparada. Colabora con EL PAÍS desde 2017. Ganadora del Premio Nacional Carmen de Burgos de divulgación feminista y finalista del premio Adonais de poesía. Tiene publicados tres poemarios. Dirige el podcast 'Hablemos de la muerte'. Su último libro es 'Cómo acompañar a morir' (La esfera de los libros).
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