Neri Oxman, la arquitecta que crea estructuras con gusanos de seda
La investigadora israelí-estadounidense promueve la fusión del mundo natural y el material en sus diseños y construcciones
La han llegado a comparar con Terminator, pero no con el robot de titanio interpretado por Arnold Schwarzenegger, sino con Terminator 2 y aquel inclasificable personaje de metal líquido. Ella misma parece una enviada del futuro. Sus proyectos se mueven entre el arte, la ciencia, el diseño y la ingeniería como brotes de una nueva era. La arquitecta israelí-estadounidense Neri Oxman (47 años) diseña estructuras más fuertes que el acero tejidas con miles de gusanos de seda o trajes espaciales que se adhieren al cuerpo como otra piel.
Brad Pitt le pide asesoría para proyectos urbanísticos; la cantante Björk le encarga máscaras con microorganismos fluorescentes para sus conciertos; Jeff Bezos reserva un lugar en las naves Blue Origen para sus experimentos con abejas; el MoMA de Nueva York le abre las puertas como si fuera su casa. Y es que Oxman, profesora en el prestigioso Instituto de Tecnología de Massachusetts de Estados Unidos (MIT) y directora del grupo de investigación Mediated Matter, está tejiendo una revolución silenciosa sobre la relación entre la humanidad y la naturaleza, sobre los materiales que utilizamos para construir el mundo.
“Cada año se producen más de 300 millones de toneladas de plástico, menos del 10% se recicla mientras que el resto termina en vertederos o en los océanos. ¿Por qué seguimos diseñando con plásticos? La celulosa, la quitina o la pectina presentes en árboles, crustáceos o manzanas son materiales orgánicos más eficientes y adaptables que las estructuras hechas por humanos”, explica ella. En sus conferencias Oxman traza una línea desde la revolución industrial donde prima la producción en serie y el ensamblaje, una concepción del mundo donde todo está formado por partes que se ensamblan. La naturaleza, subraya, funciona de otra manera, crece, evoluciona.
Oxman creció viendo los árboles del jardín de su abuela en Haifa y escuchando historias sobre el Génesis. No se considera religiosa, pero recuerda ese primer árbol creado por Dios que no había evolucionado y que parecía formado de un solo elemento. Así llegó a la quitina, el segundo biopolímero más abundante del planeta —después de la celulosa— que se encuentra en gambas, cangrejos o escorpiones. Con sus caparazones produjo una pasta para diseñar, con impresoras 3D, hojas gigantes donde viven bacterias que transforman el dióxido de carbono en azúcar. El proyecto se llama Aguahoja y puede biodegradarse con la lluvia.
“Conocí a Neri Oxman hace 16 años y desde entonces ha estado a la vanguardia construyendo una nueva forma de avanzar, empujando a arquitectos y diseñadores a involucrarse con la naturaleza. Neri está desarrollando nuevas técnicas y materiales, reconociendo que el diseño es un agente de cambio”, comenta por correo Paola Antonelli, curadora sénior y directora de investigación y desarrollo del MoMA. En 2020 Antonelli fue la comisaria de la exposición Material Ecology, que recogía algunos de los trabajos más relevantes de Oxman, como el Pabellón de Seda, un domo de tres metros de diámetro tejido por gusanos.
Ecología material es el término que le gusta a Oxman para definir su trabajo, el camino del diseño inspirado en la naturaleza y de la naturaleza creada por el diseño. Sus padres, reconocidos arquitectos en Israel, le transmitieron el amor por el arte mientras ella se formaba como piloto de las fuerzas aéreas. Dentro de un avión supersónico con misiles que pueden romper montañas fue consciente de la capacidad creadora y destructora del ser humano. Luego de ascender al grado de teniente decidió estudiar Medicina. Después de dos años la anatomía humana se le quedó corta para el organismo que realmente quería diseccionar: el planeta. Así llegó a la arquitectura.
Tras recibir dos de los más prestigiosos premios de diseño de Estados Unidos, como el National Design Awards (2018) y el Vilcek Prize (2014), la arquitecta ha comenzado una nueva aventura con su empresa Oxman, un atelier de biólogos, ingenieros, apicultores, gusanos, abejas que representan la Age of Entanglement (era del enredo) que ella profesa. “En el futuro los edificios no se construirán, se cultivarán”, detalla. Iniciativas como cubrir construcciones con melanina —un material tan antiguo como los dinosaurios— para bloquear los rayos ultravioletas, o cristales con microorganismos que producen energía del sol, forman parte del portafolio. La búsqueda de materiales ha ido de la mano de nuevas tecnologías como impresoras de vidrio de 3D o brazos robóticos que en 10 años espera que comiencen la nueva generación de ciudades.
“[La] habilidad de [Neri] para combinar diseño y ciencia es asombrosa. Tiene una capacidad única para anticipar el futuro. Es un regalo para el planeta”, comenta la profesora de bioquímica y biología de sistemas Pamela Silver, de la Universidad de Harvard, una de las investigadoras más influyentes de la biología sintética en el mundo.
Oxman acaba de ser madre, una ramificación de su árbol vital que le ha reafirmado su compromiso con el futuro. Desde la terraza panorámica de su despacho en Manhattan observa la jungla de cemento y acero que se extiende a sus pies. Uno de sus proyectos es recuperar parte de la esencia de la Manhattan primitiva, tan biodiversa como el parque Yellowstone. En las maquetas, setas gigantes como estadios conviven con los rascacielos.
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