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Arrugas, sastrería, hedonismo y jerséis de cuello vuelto: cómo Sean Connery se transformó en un icono de estilo

El actor británico, que ha fallecido a los 90 años, reflejó los cambios en la apariencia masculina durante cuatro décadas

Sean Connery se relaja entre tomas de 'Diamantes para la eternidad', en 1971. La butaca es el famoso diseño Up de Gaetano Pesce. En vídeo, recorrido profesional del actor Sean Connery. Vídeo: ANWAR HUSSEIN (GETTY) / REUTERS
Carlos Primo

La imagen del actor británico Sean Connery, que ha fallecido este 31 de octubre a los 90 años, quedará siempre asociada a la de James Bond, el agente secreto al que interpretó durante siete películas y más de dos décadas, y a la de los papeles que le convirtieron en una presencia habitual en pantallas grandes y pequeñas. Fue un intérprete con una trayectoria longeva de la que le gustaba presumir, y también un personaje difícil de resumir; a partir de los años noventa, las polémicas machistas y de otros tipos le convirtieron en uno de esos iconos del siglo XX que, como afirmaba un perfil publicado en este mismo periódico, difícilmente hubiera tenido cabida en el XXI.

Sin embargo, durante tres décadas –los sesenta, los setenta y los ochenta– Connery fue uno de los hombres más observados e imitados del mundo, especialmente en el plano del estilo. Parte de esa influencia procede de la complicadísima coreografía estética de su James Bond, que hoy sigue proyectando su sombra sobre los 007 que le han sucedido, pero también de la propia actitud de Connery ante la moda en unos años que transformaron la apariencia masculina de forma radical. Estas fueron algunas claves de esa influencia.

Un traje para todo

Sean Connery en 'Solo se vive dos veces'.
Sean Connery en 'Solo se vive dos veces'.Sunset Boulevard (Getty)

En una época dominada por los referentes estadounidenses, James Bond era un héroe de acción puramente británico. Un militar de élite que, sin embargo, no llevaba uniforme, sino trajes clásicos que representaban la pulcritud y la aparente sencillez de la sastrería inglesa, que en aquellos años estaba viviendo su apogeo. Los sesenta son una de las décadas doradas de Savile Row, la callecita londinense que concentra los talleres de moda masculina más reputados, y fue uno de aquellos sastres, Anthony Sinclair, el responsable de definir los trajes que Connery llevó en sus primeras películas de la saga. Cortes rectos, tejidos ligeros, detalles discretos y un engañoso glamour de banquero: con aquellos trajes Bond no hacía balances de gastos, sino piruetas y misiones imposibles.

La pulcritud está sobrevalorada

Sean Connery en el rodaje de 'Dr. No' (1962).
Sean Connery en el rodaje de 'Dr. No' (1962).Sunset Boulevard (Getty)

Lo interesante del modo en que Bond llevaba aquellos trajes era, precisamente, su manera de maltratarlos. Connery podía ser fotogénico y elegante, pero no era atildado ni aristocrático. En los años sesenta las primeras subculturas embrionarias –los teddy boys, los mods posteriormente– hablaban de la elegancia de la clase obrera, que no era más que un modo, más relajado y vivido, de llevar las sofisticadas prendas habitualmente reservadas a la élite. Si los chavales de Londres llevaban trajes de raya diplomática con botas, parcas y un cigarrillo en la comisura de los labios, Connery se aflojaba la corbata tiraba de naturalidad.

El estilo no solo es ropa

Sean Connery como James Bond posa junto a su Aston Martin DB5 en 'Goldfinger' (1964).
Sean Connery como James Bond posa junto a su Aston Martin DB5 en 'Goldfinger' (1964).Donaldson Collection (Getty)

No se sabe qué llama más la atención en esta imagen de Goldfinger, si el traje marrón de Connery o el Aston Martin DB5 que hay detrás de él. En el universo Bond, los objetos, la tecnología e incluso la decoración son una extensión del estilo del protagonista. Hoy, buena parte de los productos dirigidos al hombre, desde las plumas estilográficas hasta los coches deportivos o, por supuesto, los relojes de lujo, aspiran a evocar en los clientes el recuerdo de la fascinación que produjo en esos mismos hombres ver, de niños, a James Bond convirtiendo su bolígrafo en un arma de precisión.

La anatomía antes del ‘render’

Sean Connery y Claudine Auger en 'Operación Trueno' (1965).
Sean Connery y Claudine Auger en 'Operación Trueno' (1965).Archive Photos (Getty)

Antes de que Hollywood llenara de músculos el cine de acción y aventuras, los héroes tenían el aspecto de Connery. También los de la belleza: hay que recordar que el actor obtuvo un tercer puesto en un concurso de Míster Universo. Hoy, como mucho, habría optado en la categoría de fofisano. Atlético, fornido e hirsuto, Connery recuerda cómo era el mundo antes del six-pack y podría ejercer como santo patrón de esos dioses imperfectos que hoy reivindica Instagram, y que acaso representaban a más hombres que los de ahora.

Sin miedo al color, ni al blanco, ni al terciopelo

Sean Connery acude a un curso de golf en La Manga del Mar Menor (Murcia) en 1973.
Sean Connery acude a un curso de golf en La Manga del Mar Menor (Murcia) en 1973.Gianni Ferrari (Getty Images)

Connery fue un escocés que nunca disimuló su acento ni olvidó sus orígenes humildes, pero también supo encarnar el estilo y la dolce vita de la jet set de los años setenta y ochenta. Y eso incluía, por ejemplo, vestir de blanco con botines de punta y corbata rosa y posar, como en la imagen que abre este artículo, durante un rodaje de 1971, sobre la butaca Up de Gaetano Pesce, un icono del diseño italiano de vanguardia. El pie de foto de esta otra imagen es una lección de historia en sí misma: Sean Connery en un curso de golf en La Manga del Mar Menor (Murcia) en 1973. Connery vivió en Marbella, frecuentó la Costa del Sol y tampoco le hizo ascos a este polo aterciopelado que podría estar a punto de volver a estar de moda.

La felicidad y las arrugas

Sean Connery en un encuentro con la prensa en el National Press Club, en 2001 en Washington, DC.
Sean Connery en un encuentro con la prensa en el National Press Club, en 2001 en Washington, DC.Mark Wilson (Getty)

Como cuenta Rafa de Miguel en el obituario que ha publicado este medio, en su madurez Connery abrazó la calvicie y el destino le sonrió con una pirueta inesperada: fue declarado el hombre más sexi del mundo por la revista People en 1999 y, durante esos años, tiró de atractivo, canas y arrugas en algunos de sus papeles más recordados. Connery enseñó a los hombres que no había una sola forma de cumplir años ni un modo unívoco de enfrentarse a ello. La suya, un explosivo cóctel de genes y naturalidad, le convirtió en el primer actor maduro que no era un galán ni un dandi.

La sabiduría del jersey

Sean Connery en Alemania.
Sean Connery en Alemania.Kurt Krieger - Corbis (Getty Images)

Como buen hijo estético de los años sesenta y setenta, Connery fue un entusiasta usuario de prendas de punto. Su archivo abunda en imágenes en que le vemos llevando polos, camisetas y suéters de todo tipo, pero un diseño destaca sobre los demás: el jersey de cuello vuelo, un legado de la moda futurista de los sesenta que Connery supo convertir en un dignísimo sustituto de la camisa, incluso para llevar con traje o con esmoquin. Si el inicio de su carrera le había convertido en un ídolo inalcanzable, el final de su trayectoria le transformó en el referente estético para miles de hombres que buscaban madurar sin echar de menos la juventud.

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Sobre la firma

Carlos Primo
Redactor de ICON y ICON Design, donde coordina la redacción de moda, belleza y diseño. Escribe sobre cultura y estilo en EL PAÍS. Es Licenciado y Doctor en Periodismo por la UCM

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