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La historia de la espectacular tiara que ha lucido la princesa Amalia en el último banquete de Estado

La tiara Mellerio de rubíes es una de las joyas favoritas de las mujeres de la realeza holandesa desde el siglo XIX, cuando el rey Guillermo III la encargó como regalo de Navidad para su esposa, la reina Emma, en 1888

Amalia de Holanda
Andrea Jiménez

La princesa Amalia de Holanda, de 21 años, está empezando a escribir su propio camino. Después de vivir en 2023 uno de sus años más complicados, tras verse obligada a dejar su país y mudarse a Madrid para refugiarse de las amenazas de un grupo de crimen organizado vinculado al narcotráfico y a la trata de personas, la heredera al trono de los Países Bajos está acaparando cada vez más atención al protagonizar más compromisos reales, ya sea en compañía de sus padres o en solitario. Fue el pasado mes de febrero cuando presidió su primer acto sola y lo hizo en el bautizo del buque de apoyo de combate Den Helden en Vlissingen. Su primera cita en solitario en el extranjero tuvo lugar el pasado lunes 7 de abril precisamente en Madrid, donde inauguró el jardín de tulipanes que ha donado a la ciudad en agradecimiento por la hospitalidad recibida en un periodo “excepcional”.

Este martes 15 de abril, la princesa heredera ha vuelto a acaparar todas las miradas por el estilismo escogido para el banquete de Estado organizado en el Palacio Real de Ámsterdam, ofrecido por los reyes Guillermo y Máxima de Holanda con motivo de la visita del sultán Haitham bin Tariq Al Said de Omán. Ambos países celebran este 2025 los 400 años de las relaciones marítimas con el objetivo de afianzar su cooperación internacional. Para la cita, Amalia de Holanda apostó por un elegante look de gala en tono lavanda. Pero lo que más llamó la atención fue la tiara escogida. Se trata de la tiara Mellerio de rubíes, una de las joyas de la corona holandesa y que guarda una historia real que se remonta al siglo XIX.

La heredera al trono utilizó por primera vez esta pieza única, ahora a disposición de la reina Máxima y que cedió a su primogénita para su tercer banquete de Estado. Pero aunque no la había lucido en público antes, sí que ha llevado esta tiara en el pasado, aunque en la intimidad de palacio. Como amante confesa de este tipo de joyas, de niña, a los nueve años, se la probó mientras su madre se preparaba para una cena de gala —un momento que quedó inmortalizado—. “Solía ponerme las joyas de mi madre. Veía una en su tocador y enseguida la tenía en la cabeza”, aseguró en la biografía oficial de la princesa que vio la luz con motivo de su 18º cumpleaños y donde, precisamente, se publicó la fotografía en la que aparece con ella de niña. “Me encantan las tiaras. Enséñame una y sabré de dónde viene. Sé reconocer todas las tiaras de Europa”, afirmó también.

Máxima de Holanda escogió la tiara Mellerio de rubíes para su primer retrato oficial como reyes, tras el ascenso de Guillermo de Holanda al trono el 30 de abril de 2013. Y, desde entonces, se ha convertido en una de sus favoritas y la ha lucido en numerosas ocasiones. La última de ellas, el pasado 11 de diciembre, coincidiendo con otro banquete en el Palacio Real organizado en honor al presidente de Portugal, Marcelo Rebelo de Sousa.

El nombre de la tiara se debe a una de las casas de joyería más importantes de Francia, Mellerio dits Meller. Fue un encargo del rey Guillermo III de Holanda como regalo de Navidad para su esposa, la reina Emma, en 1888, y contiene 385 piedras preciosas entre diamantes y rubíes. Estaba acompañada de un juego de rubíes más amplio: pendientes, un broche, una gargantilla y un brazalete. Unos complementos que también lució la noche del martes Amalia de Holanda, a excepción de la gargantilla, que no encajaba con el corte del vestido escogido.

La princesa Amalia y la reina Máxima de Holanda en el banquete de Estado organizado en Ámsterdam, el 15 de abril de 2025.

Tras la muerte del rey en 1890, dos años después de que se encargase este regalo navideño, la reina Emma decidió adaptar el conjunto y llevarlo solo con diamantes, es decir, retirando los rubíes, que en muchas culturas son un sinónimo de poder, pasión y energía y que, a lo largo de los siglos, han sido usados por grandes dinastías como forma de resaltar su posición y riqueza. Estas piezas han ido pasando de generación en generación, de reina a reina. Precisamente, esto le confiere un valor simbólico superior, pues no se trata de una simple joya, sino que refleja la continuidad de la familia real y la monarquía en los Países Bajos.

La reina Beatriz de Holanda en la boda de la princesa Victoria de Suecia, en 2010, con la tiara Mellerio de rubíes.

La reina Emma murió en 1934 y fue la heredera al trono, la princesa Guillermina, quien la recibió. Después formaría parte del joyero de la reina Juliana y de la reina Beatriz, que lució con frecuencia las piezas que pertenecieron a su bisabuela. Una de esas ocasiones tuvo lugar en las celebraciones previas a la boda de Juan Carlos I y Sofía. No sería la única ocasión. Décadas después, en 2010, la todavía reina de Países Bajos apostaría por la tiara en el enlace que unió a la princesa heredera Victoria de Suecia y Daniel Westling. Tras la abdicación de la monarca, en enero de 2013, fue Máxima de Holanda la que convirtió estas joyas en una constante de sus estilismos para citas importantes. En 2015, llevó el conjunto casi al completo a la boda de Carlos Felipe de Suecia y Sofía Hellqvist.

Siendo una de las piezas favoritas de Máxima de Holanda y también de su hija, está por ver si se trata de una cesión puntual o ya ha pasado a formar parte del joyero particular de la heredera al trono, que todavía no cuenta con agenda propia, pero que ya le empieza a robar el protagonismo a sus padres en las citas oficiales.

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Sobre la firma

Andrea Jiménez
Redactora de la sección Gente y Estilo de Vida desde septiembre de 2022. Graduada en Periodismo por la Universidad de Zaragoza, ciudad natal en la que realizó prácticas en RTVE. Cursó el máster de Periodismo UAM-EL PAÍS con la promoción 2021-2023.
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