Amalia de Orange, una heredera que no cree en “un hombre en las nubes”
La hija de Guillermo y Máxima de Holanda sigue la tradición y se presta a que se escriba un libro sobre ella cuando está a punto de cumplir la mayoría de edad
Amalia de Orange, heredera del trono de Países Bajos, tenía 14 años cuando le explicó a su padre, el actual rey Guillermo, que se había reconciliado con su destino: reinar cuando él abdique. Guillermo se echó a reír y le dijo que lo había aceptado mucho antes que él. La princesa cumple 18 años el 7 de diciembre, y ha seguido la tradición de prestarse a una larga charla con una escritora para darse a conocer a sus compatriotas. Lo ha hecho rompiendo un tabú. Le ha confiado a Claudia de Breij —autora del libro publicado el martes y que recoge esos encuentros— que visita a un psicólogo de vez en cuando para ventilar sus emociones. Es muy perfeccionista y la salud mental le parece tan importante como la física, por eso no ve problema alguno en contarlo.
El libro se titula Amalia y es una presentación oficial de la primogénita de los reyes Guillermo y Máxima, que hasta ahora solo había hablado en público en pequeñas entrevistas junto a sus padres. La reina Beatriz, madre de Guillermo, hizo lo mismo en 1955 cerca de la mayoría de edad, y acabó haciéndose amiga de la escritora, Hella Haasse. El libro se tituló Retrato de la princesa Beatriz. En 1985, su hijo tuvo su propio libro, firmado por la autora Renate Rubinstein. En este caso, la escritora se llevó a un sobrino de 18 años al encuentro del príncipe para captarlo mejor. La obra, titulada Alexander (Guillermo Alejandro es su nombre completo) fue un éxito de ventas. A los nueve años, durante la entronización de su padre, Amalia vio la realidad de lo que sería su vida a partir de entonces. Fue en 2013, y estaba sentada junto a sus hermanas, Alexia y Ariane, y su abuela, Beatriz, que había abdicado y es ahora princesa. Aquello fue “como un golpe en la cara”, dice. “Todo el mundo me miraba, pero fue también un empujón en la dirección contraria. Quería ayudar a mis padres, y en lugar de un peso empecé a verlo como un honor”.
La joven se ha tomado un año sabático después de aprobar la secundaria y todavía no ha decidido el contenido que quiere darle a su futuro papel. Pero sabe ya algunas de las condiciones. “No lo haré sin el visto bueno del Gobierno o el plácet de los ciudadanos, y eso llega muy lejos; pueden conducirme en muchas direcciones, hasta cierto punto, claro está”, indica. Asegura que “no podría firmar una ley contra la libertad de expresión”. Y se justifica: “Va en contra de mi conciencia, y en el juramento como reyes se dice ‘que Dios me ayude’. No es una frase vacía”. Cree que puede ayudar a su país “a resolver un problema por medio de la diplomacia”. “Si consigo mejorar el mundo un poquito, me doy por satisfecha. Estoy al servicio de mi tierra; entrego mi vida a Países Bajos”, asegura. La autora se pregunta si no es una frase algo melodramática, para escribir luego que Amalia es consciente de lo que le espera.
Durante sus encuentros, ambas fueron a las caballerizas reales donde Amalia monta un caballo llamado Mojito. Le gusta el hockey, jugar al tenis y la vela, así como esquiar fuera de pista. Esto último puede ser peligroso y es un tema delicado en su familia. En 2013, su tío Friso, hermano de su padre murió en un accidente así, y ella asegura que ha seguido “un entrenamiento especial, con todo lo necesario encima y siempre con un guía”. Estuvieron también en la playa, donde los padres de un amigo tienen un chiringuito y es fácil mezclarse con la gente sin protocolo. En un momento dado, la autora, que es una humorista muy conocida en Países Bajos, confirma las dotes para el canto de la adolescente. “Tiene volumen y un timbre especial; una voz de las que hace girar las sillas en los programas de televisión”, escribe.
En la narración, que abarca 112 páginas, hay recuerdos de infancia. Como cuando se probó la primera tiara. Era una niña de apenas nueve años, su madre se estaba maquillando y se la puso. Entre risas, asegura que le encantan y que las conoce a fondo. “Soy capaz de reconocer todas las europeas”, asegura. En una de las fotos del libro, que incluye una serie de imágenes de su colección particular, aparece con el adorno en la cabeza. En otro momento, manifiesta que ha levantado una especie de muro a su alrededor para que no le afecten las inconveniencias de todo tipo que aparecen en las redes sociales sobre ella. Que intenten meterse en su cuenta privada de Instagram es otra de las intromisiones que más le perturban. Y aunque está comprometida con su destino, si a su padre le ocurriera algo inesperado demasiado pronto, preferiría que su madre asumiese la regencia. “Al menos durante un par de años”. Así que le pide al rey “que lleve una buena dieta y haga deporte”.
En el libro habla también de sus creencias religiosas. Dice que no piensa que haya “un hombre en las nubes”, pero sí “algo más”, a lo que no necesita “ponerle un nombre”. En un tono más ligero, reconoce que su madre le dijo una vez que la familia es el lugar para ensayar los conflictos, y suele tenerlos con su progenitora. Califica a su hermana pequeña, Ariane, de “soñadora”, y asegura que se lleva mejor con la mediana, Alexia, desde que salen juntas a veces. Esta, alumna del Atlantic College de Gales —el colegio al que asiste también la princesa Leonor— sigue allí los dos años de Bachillerato. La autora admite que Amalia es “increíblemente sincera”, y no ha escrito todo lo que le ha dicho “para proteger la privacidad de la adolescente, no a la princesa”.
Han hablado asimismo de qué pasará a la hora de elegir una pareja. Este octubre, el primer ministro en funciones, Mark Rutte, aseguró que también podrá reinar si se casa con una mujer. Amalia nunca ha comentado su sexualidad ni tampoco ha expresado intención alguna de casarse, pero esas palabras generaron todo tipo de reacciones. Ella explica que le gustan los chicos con buenos modales, pero no cree que, de haberle gustado otra mujer, hubiera sido un problema en su casa. “Mis padres tienen amigos muy diversos y he crecido con el tío y el tío, no solo con el tío y la tía, por ejemplo”. Si el Parlamento no le diera permiso para casarse con la persona elegida, vería “qué se puede hacer”. “No puedo escoger en contra de mí porque así tampoco podría dar lo mejor para nuestro país”, asevera. Este martes, con el ejemplar ya en la mano ha calificado de “increíble” que alguien haya escrito un libro que habla de ella.
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