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Las presuntas víctimas de abuso sexual de Michael Jackson logran al fin que sus casos lleguen a juicio

Un panel de jueces de apelación considera que las demandas presentadas por Wade Robson y James Safechuck no debieron ser desechadas en cortes inferiores

Michael Jackson
Michael Jackson arriving at a court in Santa Barbara, March 10, 2005.Pool (Getty Images)
Luis Pablo Beauregard

Una corte de apelaciones de California ha revivido este viernes dos casos de abuso sexual contra Michael Jackson. Las supuestas víctimas, Wade Robson y James Safechuck relataron en el documental de HBO Leaving Neverland (2019) sus experiencias de abuso contra la leyenda del pop. Sus demandas han naufragado desde hace una década en los tribunales estadounidenses. La decisión de esta tarde les da oxígeno para continuar la lucha contra las empresas que manejan la herencia de Jackson, fallecido en junio de 2009.

En abril de 2021, un juez desechó la acusación de Robson al considerar que las dos empresas propiedad de Jackson no tenían ninguna responsabilidad legal de protegerlos del artista, quien los conoció cuando eran niños y abusó repetidamente de ellos hasta que llegaron a la pubertad. “La evidencia muestra que los acusados [el emporio corporativo del músico: MMJ Productions y MJJ Ventures] no tenían capacidad legal alguna de controlar a Jackson, quien tenía la total propiedad y único control de las empresas”, concluyó el juez Mark Young. Safechuck había escuchado un argumento similar en su caso en octubre de 2020.

Los jueces del circuito de apelaciones han considerado ahora que los reclamos de Robson y Safechuck no debieron de ser desechados por los tribunales inferiores. En su argumento, los togados consideran que los dos hombres tienen derecho a ser escuchados en un juicio, que unirá las dos demandas, que fueron presentadas por separado. Aún no se ha determinado la fecha para el proceso.

“Una corporación que facilita el abuso sexual de niños por parte de uno de los empleadores no puede ser excusado de un deber afirmativo para proteger a esos menores por el puro hecho de que esta es propiedad del perpetrador de los abusos”, escribieron los tres jueces en su opinión. “Sería perverso que no existiera obligación cuando la corporación acusada tiene solamente un accionista”, han añadido.

Es un nuevo giro en el caso contra Michael Jackson. Robson había presentado su primera demanda en 2013 y Safechuck lo hizo un año después. Desde entonces, ambos han vivido una montaña rusa judicial. En 2017, las dos demandas habían sido desechadas, también por el juez Young, quien determinó que los supuestos delitos habían prescrito. Sin embargo, y gracias al movimiento MeToo, una ley estatal de California amplió desde 2019 el periodo de prescripción de un delito sexual de los 26 a los 40 años. Esta norma también daba a las víctimas tres años para poder acudir a los tribunales.

Varios años de abuso

Safechuck, quien hoy tiene 45 años, afirma que cuando tenía 9, a finales de los años 80, conoció a Michael Jackson cuando grababan un comercial de Pepsi. Después de la filmación, según el testimonio de la supuesta víctima, Jackson comenzó a llamarlo por teléfono y a escribirle para invitarlo a cenar. También le mandó regalos, dinero e invitaciones a conciertos y para ir juntos de vacación, un gesto que incluía a la madre del menor. Todos estos gastos fueron cubiertos por MJJ Productions.

En 1988, mientras estaban los dos en París, en medio de una gira mundial de seis meses, el músico dijo supuestamente al niño que le “cambiaría su vida” al enseñarle cómo masturbarse. Primero lo hizo el artista y después le dio instrucciones al menor, según consta en las actas judiciales. Este tipo de abuso se extendió por los siguientes cinco años, un periodo donde supuestamente ocurrió la penetración con dedos y un Jackson dio a Safechuck un “beso en los genitales”. De acuerdo a la víctima, el cantante de Thriller perdió interés en él cuando cumplió doce años.

Robson, un coreógrafo australiano de 40 años, conoció a Jackson cuando tenía 5 años. Ganó entonces un concurso de baile que tenía como premio un encuentro y un baile con el rey del pop. En Leaving Neverland, el bailarín afirma que fue víctima de abuso sexual durante siete años. Este comenzó en 1990, cuando tenía 7 y recibió una invitación para visitar junto a su familia el rancho de Jackson en el condado de Santa Bárbara. MJJ Productions cubrió todos los gastos para mudar al niño y sus familiares de Australia a Estados Unidos, donde Robson actuó en tres videos musicales del artista y posó con Jackson en comerciales y otros eventos publicitarios.

En su demanda, Robson afirma que Jackson le tocó el pene en varias ocasiones, lo obligó a felaciones e intentó penetrarlo. Estos hechos ocurrieron en varios espacios de la extensa mansión del artista. Algunos fueron incluso presenciados por parte del equipo de seguridad del cantante, de acuerdo al documento legal. Algunos de sus guardias eran enviados a comprar regalos para los menores que Jackson abusaba, presentes que se adquirían con fondos de las empresas que el artista encabezaba.

De acuerdo a los abogados de Robson, los guardaespaldas de Jackson también tenían la tarea de llevar a los padres de los menores de compras o a recorridos de degustación de vinos para dejar a solas en la mansión de Neverland al presunto pederasta y a sus víctimas. En julio de este año, Jonathan Steinsapir, el abogado del emporio comercial de Jackson, afirmó que las acusaciones de los dos hombres no habían sido probadas y eran falsas. A lo largo de los años ha argumentado que es improbable que los empleados tengan responsabilidad legal para impedir conductas de sus superiores. “Esto requeriría que empleados de bajo nivel confrontaran a sus superiores y los llamaran pedófilo”, ha asegurado Steinsapir. Ahora tendrá que desarrollar su argumento en un esperado juicio.

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Sobre la firma

Luis Pablo Beauregard
Es uno de los corresponsales de EL PAÍS en EE UU, donde cubre migración, cambio climático, cultura y política. Antes se desempeñó como redactor jefe del diario en la redacción de Ciudad de México, de donde es originario. Estudió Comunicación en la Universidad Iberoamericana y el Máster de Periodismo de EL PAÍS. Vive en Los Ángeles, California.

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