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Britney Spears, sobre su tutela: “Tenía que hacer lo que me decían. Me llamaban gorda todos los días. Nunca me sentí tan desmoralizada”

La cantante revela en un audio de 22 minutos cómo comenzó la custodia legal que la incapacitó para dejarla durante 13 años en manos de su padre, así como su ingreso obligado en una clínica mental en 2019

Britney Spears, en unos premios celebrados en Hollywood en febrero de 2018.Foto: WireImage | Vídeo: EPV
El País

En noviembre de 2021, con 39 años, Britney Spears recuperó la libertad gracias al movimiento #FreeBritney. Iniciado por sus fans y aupado por los medios, fue este grupo de personas quienes lograron que la jueza Brenda Penny pusiera fin a la tutela de la cantante tras más de 13 en los que su vida personal y profesional estuvo bajo el control de su padre. El Tribunal Supremo de California, en Los Ángeles, devolvía a la estrella el dominio sobre su día a día, su trayectoria y su dinero. Desde aquel momento, Britney Spears ha vuelto a ser Britney Spears: celebró el fin de su tutela bebiendo su primera copa de champán en 13 años, seis meses más tarde se casó con su pareja, el iraní Sam Asghari y, recientemente, ha vuelto a la música de la mano de Elton John con un tema titulado Hold me closer.

Y tras recuperar su vida, Britney Spears también recupera poco a poco su narrativa y todo lo que, durante estos 13 años, se ha contado sobre ella mientras permanecía, por obligación, en silencio. El relato más revelador hasta el momento lo ha subido (y después eliminado) la propia cantante a YouTube, tras borrar, además, su hasta ahora muy activo perfil de Instagram. Se trata de un audio confesional de 22 minutos donde Spears habla largo y tendido sobre los abusos sufridos en los últimos 15 años, así como de sus sentimientos hacia los miembros de su familia. La artista ha querido expresarse sin cámaras, solo a través de su voz, y reconociendo haber rechazado entrevistas en televisión para poder contar bien su versión de la historia sin intermediarios: “No obtengo nada compartiendo todo esto”, comenzaba explicando la cantante, ahora de 40 años. “Tengo ofertas para hacer entrevistas con Oprah [Winfrey] y mucha gente, por montones, montones de dinero, pero es una locura. No quiero nada de eso. Para mí, esto va más allá de una entrevista formal”.

El relato de Britney Spears empieza con una disculpa. Todavía le cuesta hablar de lo sucedido y, mientras cuenta su historia, ella misma reconoce no ser capaz de comprender cómo le pudo suceder todo lo que le sucedió ni cómo sus familiares lo permitieron: “Realmente, no he compartido esto abiertamente porque siempre he tenido miedo del juicio. Y también he sentido mucha vergüenza”. A partir de ahí, el relato es una pesadilla.

Cómo comenzó la tutela de Britney Spears

Después de mencionar que ahora se siente más segura y en confianza para hablar, Spears explica cómo fueron los orígenes de su tutela, que comenzó después de que la cantante hablase con acento británico con el doctor que prescribía su medicación; siempre según su versión: “Tenía 25 años cuando empezó, era extremadamente joven. Y recuerdo que muchos de mis amigos me escribían, me llamaban y querían verme”, confiesa Spears, “a día de hoy no sé qué hice realmente, pero el castigo de mi padre me impidió ver a nadie, y tenéis que imaginar que nada de eso tenía sentido para mí”.

Tres días después del episodio con su médico, Britney Spears fue hospitalizada en una institución mental: “Recuerdo que mi madre estaba sentada en el sofá y me dijo: ‘Hoy vendrán unas personas aquí a hablar contigo’. Nunca entendí lo que quería decir”. La artista confiesa que, cuatro horas más tarde, con paparazis fuera de su casa tomando fotos, fue metida en una camilla y trasladada en una ambulancia a un hospital: “Ahora sé que todo fue premeditado”, explica, “no había drogas en mi sistema, alcohol, nada. Fue todo puro abuso”. Tras salir del hospital, su padre, Jamie Spears, se hizo cargo de sus finanzas y su vida mediante una tutela con la que controlaba todos los aspectos de su existencia.

Una vida tutelada

Después de pasar dos semanas en el hospital y salir de allí, en sus propias palabras, “completamente traumatizada”, Spears se vio forzada a volver a trabajar. Su vida ya no estaba en sus manos, sino en las de su padre. El primer proyecto, en 2008, fue un cameo en la serie de televisión Cómo conocí a vuestra madre e, inmediatamente después, comenzó con el que se convertiría en su nuevo álbum ese mismo año, Circus. A partir de ahí, empieza realmente la pesadilla de Britney Spears: “Todo lo que recuerdo es que tenía que hacer lo que me decían. Me decían que estaba gorda todos los días, que tenía que ir al gimnasio. Nunca me sentí tan desmoralizada. Me hicieron sentir que no era nada. Y lo acepté porque tenía miedo”.

Aceptó hacer cuatro giras y lanzar cuatro discos. Más tarde, tuvo su propia residencia en Las Vegas durante cuatro años y medio: “Tenía 30 años y vivía bajo las reglas de mi padre”, confiesa la cantante, “en Las Vegas, los bailarines jugaban, bebían y se divertían. Yo no podía hacer nada”. Spears confiesa que en aquellos momentos se sentía completamente deshumanizada: “Era como un robot. Ya todo me daba igual. No podía ir a los sitios a los que quería ir, no tenía dinero y todo era desmoralizante. Como tener a un grupo conspirando a mi alrededor, diciendo que era una superestrella, pero tratándome como si no fuera nadie”.

La cantante confiesa que tuvo un momento de catarsis cuando grabó el que a día de hoy sigue siendo su último álbum de estudio, Glory, en 2016: durante el proceso de grabación y producción consiguió ganar algo de confianza en sí misma y analizar lo que estaba sucediendo alrededor: “Creo que con la confianza llega la claridad, lo que te hace pensar mejor y eso es lo último que querían que yo hiciera. Porque entonces, ¿quién tendría el control?”. En esos momentos, la estrella del pop decidió fingir que todo seguía igual mientras buscaba una salida: “Tenía que interpretar el papel de que todo estaba bien porque si no, sabía que podían hacerme daño. Así que me sentaba ahí mientras mis amigos bebían alcohol y se divertían, y yo ni siquiera tenía mi propio dinero. Me sentía una monja”.

Britney es internada en una institución

Pero el engaño no podía durar eternamente. Esta dosis extra de confianza provocó que, en un momento dado, mientras la cantante preparaba un nuevo espectáculo, se negase a realizar un movimiento de una coreografía. Durante años, Britney nunca había dicho ‘no’, así que esta nueva actitud le trajo consecuencias: “Al día siguiente, me dijeron que me tenían que enviar a un centro. Y se suponía que debía decir en Instagram que la razón era que mi padre estaba enfermo y yo necesitaba tratamiento”. Su padre la llamó por teléfono y ella le preguntó, llorando, que por qué le estaba haciendo eso. Él le respondió con una amenaza: “No tienes por qué ir, pero si no vas, iremos a los juzgados, habrá un gran juicio y lo perderás. Tengo mucha más gente de mi parte que la que tienes tú. Así que ni se te ocurra no ir”.

Spears ingresó a una clínica mental sintiendo que su corazón se había “helado” y sin comprender lo que estaba sucediendo. El detalle más doloroso para la cantante fue descubrir que, mientras ella estaba internada, su familia disfrutaba de su casa de la playa: “Literalmente, me mataron”, explica Spears. “Actuaba para miles de personas por la noche en Las Vegas, la emoción de ser una artista, las risas, el respeto… Era una máquina. Yo era una maldita máquina, ni siquiera humana. Fue una locura”.

Aquel episodio fue el principio del fin de la pesadilla de Britney Spears: tal y como ella reconoce en su grabación, varias voces empezaron a alzarse a su favor. Diversos documentales, papeleo legal filtrado a la prensa, declaraciones de amigos y bailarines y su extraña cuenta de Instagram, en la que la artista parece querer pedir ayuda de forma indirecta, hacen el resto. Tras meses de lucha en los tribunales y años del activismo de sus seguidores, Britney consiguió la libertad.

Durante la grabación, Spears habla en numerosas ocasiones de la parte más difícil de toda su historia: el abandono de su propia familia, incluida su madre, Lynne, que aseguró desconocer la situación de su hija y que podría haber luchado por conseguirle un buen abogado. “¿Cómo coño pudieron hacer algo así y salirse con la suya? ¿Dónde estaba Dios? ¿Existe Dios?”, se pregunta la cantante en un momento de la grabación.

“Comparto esto porque quiero que la gente sepa que soy un ser humano. Me siento victimizada después de estas experiencias y, ¿cómo puedo repararlo si no hablo de ello?”, concluye Britney Spears, quien ha estado tanto tiempo sin voz, que un audio de 22 minutos se queda demasiado corto.

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