Todas las comunicaciones de Britney Spears, de su móvil a sus conversaciones privadas, estaban vigiladas por su padre
Un documental de ‘The New York Times’ afirma que la cantante estaba monitorizada por una empresa de seguridad que le pasaba los datos a Jamie Spears, obsesionado con sus novios, que debían firmar contratos de confidencialidad
El próximo miércoles, 29 de septiembre, Britney Spears volverá a los juzgados de Los Ángeles que llevan el caso de su custodia. Pero esta vez su entrada será distinta: con su propio abogado y el favor popular de su lado. La artista, de 39 años, está a punto de lograr lo que lleva intentando años: que su padre deje de ser su tutor legal. Él, Jamie Spears, ya ha renunciado formalmente a la custodia. Pero hasta que se aclare la situación de Britney, siguen saliendo a la luz algunas de las oscuras prácticas que su padre ha mantenido durante los 13 años de control legal de la cantante. Ahora, según nuevas revelaciones, se ha conocido que la intérprete estaba sometida a vigilancia de forma constante, incluso en sus momentos más privados, y que también su círculo estaba estrechamente observado.
Un nuevo documental del diario The New York Times —el segundo sobre la cantante; ya emitió uno en febrero que puso todas las miradas en la situación legal de la artista— explica que Jamie Spears contrató a una empresa de seguridad que controlaba a Spears y monitorizaba sus comunicaciones. No solo las públicas o las que realizaba en lugares abiertos, sino también las que mantenía en su dormitorio y, según Alex Vlasov, un antiguo empleado que ha hablado con el diario, “las interacciones y conversaciones con su novio y sus hijos”.
El documental, estrenado el viernes, se titula Controlling Britney Spears (Controlando a Britney Spears), siguiendo la estela del anterior, Framing Britney Spears (Retratando a Britney Spears), que llegó a ser nominado a un Emmy, y por ahora se puede ver en Hulu (no disponible en España). En él se plantea cómo funcionaba esa tutoría por parte de su padre, y en él hablan exempleados de seguridad de empresas contratadas por él. “Me recordaba a alguien que estuviera en la cárcel”, afirma Vlasov sobre la situación de la vocalista.
Este hombre, que pasó nueve años en una empresa de seguridad contratada por Jamie Spears, llamada Black Box (que finalmente dejó en abril), no solo ha dado su testimonio sino que ha presentado grabaciones, mensajes, correos electrónicos y diferentes pruebas que demuestran lo que cuenta y que dan una idea de cómo de estricta era la custodia de la cantante y del férreo control que ejercía su padre sobre ella. Los abogados de Black Box aseguran que siempre han “trabajado dentro de los límites éticos, legales y profesionales” y que están orgullosos del trabajo realizado en este caso.
Cuenta Vlasov al diario neoyorquino que el teléfono de Spears estaba monitorizado: se copiaban los datos de su nube a una tableta, la empresa tecnológica los encriptaba y se los mandaban al padre de la artista. Esos datos incluían todos sus mensajes de texto, videollamadas, notas, fotografías y su historial de navegación, además de sus llamadas, por lo que se controlaban las conversaciones con su madre, su novio, sus íntimos y hasta su abogado, según la documentación mostrada por Vlasov y tal y como corroboran otras fuentes de primera mano en el documental. Además, también había un dispositivo en su dormitorio que grababa todo lo que decía. La intérprete de One more time y Toxic siempre salía de casa con su personal de seguridad, que informaba a los responsables de Black Box y al padre de la cantante de todos sus movimientos a través de un chat de grupo.
Además, Vlasov también saca a la luz un episodio de 2019. En abril de ese año la artista pasó unas semanas en una clínica mental, pero nunca quedó claro si fue por su propio pie u obligada, aunque su padre, como tutor legal, no podía obligarla a ello, no estaba autorizado. Pero a esto es a lo que apunta el exempleado de seguridad. “Ella no quería estar allí, lo he oído de mucha gente, de muchas conversaciones”, afirma, algo que el diario estadounidense corrobora con mensajes de texto que la cantante donde deja claro que no estaba allí por su propia voluntad y que no podía marcharse porque siempre tenía personal de seguridad pendiente de ella. Cuando estuvo en esa clínica quiso contratar un nuevo abogado, algo de lo que su padre se enteró al estar controladas sus comunicaciones, y por lo que decidió quitarle el móvil.
Otra de las cuestiones que se dan a conocer es que Jamie estaba especialmente interesado en las parejas de Britney, que el equipo de seguridad les seguía para conocer su comportamiento y si serían “una mala influencia” para la cantante. Una vez que se convertían en sus novios, tenían que firmar acuerdos de confidencialidad para, entre otras cosas, no colgar nada en redes sociales sin que lo aprobara Jamie Spears. La seguridad también se infiltró entre los fans de la cantante que la apoyan con el movimiento Free Britney, para controlar lo que hacían y decían sobre la artista.
Como explica el Times, la grabación de conversaciones privadas sin el consentimiento de las dos partes puede ser ilegal, y hasta el momento no se sabe si el juzgado que lleva el caso conocía que esas grabaciones se estaban llevando a cabo. El abogado de la artista, Mathew Rosengart, elegido por ella misma en julio, también ha ido por el mismo camino, asegurando que “monitorizar o interceptar las comunicaciones de Britney, sobre todo las abogado-cliente, parte sacrosanta del sistema legal, representaría una vergonzosa violación de su derecho a la privacidad y un ejemplo obvio de la privación de sus libertades civiles“.
Los abogados del padre de la cantante han respondido al diario afirmando que todas esas acciones podían realizarse por la autoridad que la custodia legal le confería a Jamie, y que además se hacían “con el conocimiento y el consentimiento de Britney, su abogado establecido por el tribunal y el propio tribunal”. Por el momento Spears, muy activa en sus redes sociales durante los últimos meses, no se ha pronunciado con respecto al documental, al supuesto espionaje o a si realmente ella lo consentía.
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