Búsquedas sospechosas en el móvil y un matrimonio secreto: la muerte del donjuán nipón que mantiene intrigado a Japón
Su viuda, 50 años más joven que él, ha sido detenida como sospechosa del asesinato del empresario, que presumía de haberse gastado una fortuna en “conquistar” a mujeres
Kosuke Nozaki tenía muy claro su objetivo en la vida. Para el empresario nipón, enriquecido a través de sus negocios en el sector inmobiliario, los licores y el servicio de préstamos, el dinero que ganaba era para un único fin: “Conseguir citas con mujeres hermosas”. Así lo afirmó en su libro autobiográfico El donjuán de Kishu, por la región del oeste de Japón donde vivía, en el que confesaba haberse gastado casi 30 millones de dólares (unos 24 millones de euros) en “conquistar” a 4.000 mujeres. Una de ellas, su última esposa, está ahora acusada de haberle envenenado apenas tres meses después de sus nupcias.
“No tengo ningún interés en coches o casas. En su lugar, siento un implacable deseo por acostarme con mujeres bonitas”, subrayó en su libro, publicado en 2016, y del que se vendieron más de 50.000 copias en Japón. “Algunas personas se indignan con mi concepto de las relaciones, pero es la única razón por la que he estado trabajando y ganando dinero. Todo el mundo tiene un sueño y yo no me arrepiento de nada”, admitía el empresario, de orígenes humildes, quien incluía consejos sobre cómo seducir a universitarias y azafatas de avión, siempre cartera mediante.
Fue en el aeropuerto de Haneda, en Tokio, donde en 2018 el entonces casi octogenario conoció a Saki Sudo, de 22 años. Según él contó a rotativos japoneses, la esbelta y bella joven, que se presentó como modelo, le deslumbró hasta el punto de que fingió caerse para que ella le atendiera. El encuentro derivó en boda ese mismo año, y apenas tres meses después del enlace, en mayo de 2018, Nozaki, de 77 años, fue encontrado muerto en el sofá de su casa en la prefectura de Wakayama (al sur de Osaka).
Aunque en un principio se atribuyó la muerte a causas naturales, un informe toxicológico posterior detectó altos niveles de narcóticos en su sangre. Tres años después, el pasado abril, Saki Sudo fue detenida y, el 19 de mayo, acusada del envenenamiento de su esposo. Según la prensa local, la Fiscalía basa su acusación en pruebas halladas en el teléfono de la joven, que indican que había buscado información sobre qué tipo de estimulantes podrían resultar menos sospechosos en un asesinato. La investigación policial agrega que el veneno pudo ser mezclado en una bebida, pues no se hallaron marcas de agujas en el cuerpo del empresario. A través del teléfono de la modelo también averiguaron que estaba en contacto con un narcotraficante. Y en un giro aún más grotesco de los acontecimientos, medios japoneses han publicado que la mascota del rico empresario murió poco antes que su dueño, lo que sugería que el perro podría haber probado antes los estupefacientes.
Sudo, cuya familia afirma que no estaba al corriente de su enlace con Nozaki, permanece en silencio desde su detención. Según la cadena de televisión japonesa NHK, pese a los pocos meses de matrimonio, el empresario ya pensaba en divorciarse de la joven porque esta se negaba a vivir con él en Wakayama y prefería residir en un apartamento que él le pagaba en Tokio. En teoría, poco antes de su muerte, Nozaki le había entregado los papeles del divorcio, a lo que ella no parecía dispuesta, según testigos entrevistados por dicha cadena.
El hombre tenía redactado un testamento, en el que constaba su deseo de donar gran parte de su fortuna a la ciudad de Tanabe, en la prefectura de Wakayama, donde había vivido. No obstante, conforme a la ley, la mitad de su patrimonio correspondía a su viuda, con quien representantes de la ciudad estaban en contacto para gestionar la división de la herencia, según el diario Sankei Shimbun.
Nozaki, que comenzó su andadura empresarial hace décadas como un humilde vendedor de preservativos y bebidas espirituosas, empezó a adquirir fama en Japón después de que en 2016 una joven de 27 años con la que mantenía un romance le robara dinero y bienes por valor de unos 450.000 euros, y era invitado con frecuencia a programas televisivos. Autobautizado como Don Juan, dicho episodio no le disuadió de retomar sus “conquistas” ―había confesado que había pagado por acostarse con mujeres―, y su insaciabilidad acabó con un fatal desenlace.
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